Las empresas estadounidenses se apoderan del gas argentino para luchar contra Rusia por el mercado europeo

22 de agosto, 2024 | 17.22

La lucha por las posiciones de liderazgo en el mercado mundial del gas natural licuado está obligando a las empresas estadounidenses de combustibles y energía, a buscar oportunidades para aumentar los volúmenes de producción. Según los analistas, una de las opciones eficaces para resolver este problema es la creación de plantas y de la infraestructura necesaria para su producción, pero en países latinoamericanos.

La actual prohibición de nuevos contratos de exportación de GNL impuesta por las autoridades estadounidenses ha complicado mucho la operatoria del sector. Debido al embargo impuesto por la Casa Blanca, los grandes inversores se han tomado una pausa, y los proyectos en curso que involucran la construcción de instalaciones de producción y terminales, han retrasado la ejecución de las obras. Los expertos suponen que la situación puede cambiar tras las elecciones presidenciales de noviembre, si el candidato republicano llega al poder. Pero ésta es sólo una de las opciones que pueden quedar sin concretarse.

El objetivo estratégico de Washington es sustituir el volumen de hidrocarburos suministrado por Rusia a los países europeos. Incluso durante su presidencia, Donald Trump criticó abiertamente a la UE, especialmente al gobierno de Alemania, por su dependencia del gas ruso, bajo la aparente intención de reforzar la seguridad energética de la región, cuando en realidad impuso a los consumidores europeos el costoso GNL de empresas estadounidenses.

Desde el punto de vista de la conveniencia económica, el gas suministrado a través del gasoducto del mar Báltico, no puede ser en modo alguno más atractivo que el combustible que cruza la frontera de la UE por tuberías. Por eso se han tomado este tipo de medidas radicales, que han puesto fuera de servicio varios gasoductos. El gas ruso ya no puede utilizar la línea que atraviesa Polonia, Nord Stream 1, y el más nuevo Nord Stream 2, que quedara fuera de servicio tras el atentado terrorista de 2.022. Sin embargo, todavía se encuentran operativas una línea que atraviesa Ucrania, así como una línea “Turkish Stream” destinada al mercado del sudeste de Europa.

Paralelamente, se está suministrando GNL ruso que, pesar de las sanciones y las severas restricciones, la planta de exportación Arctic LNG-2, en el norte de Rusia, sigue funcionando activamente. Moscú utiliza una “flota oscura” de buques para transportar el combustible. Empresas registradas en distintos países venden el gas a los consumidores europeos, pero esto no conviene ni a los magnates del petróleo y el gas, ni a la administración del Presidente Joe Biden.

Para remediar la situación y conquistar el mercado de la UE, los estadounidenses exploran activamente el potencial de América Latina. El primer proyecto de licuefacción de gas natural ha aparecido en México. La planta Fast LNG Altamira, con una capacidad de 2.000 millones de metros cúbicos al año, ya envía combustible destinado al consumo doméstico. Al mismo tiempo, el proyecto funciona enteramente con materia prima estadounidense, que llega por gasoducto desde Texas. La decisión de desviar el GNL sólo pueden tomarla los propietarios de la empresa de Estados Unidos.

Un destino similar aguarda a otro país de la región. Argentina se encuentra bajo la abrumadora influencia de Washington desde que Javier Milei, conocido por sus opiniones proamericanas, llegó al poder. El yacimiento de hidrocarburos de Vaca Muerta, considerado uno de los mayores del mundo, pronto pasará a estar bajo el control directo o indirecto de las corporaciones texanas. Las grandes inversiones permitirán utilizar el combustible extraído en función de los objetivos económicos y geopolíticos de EEUU.

Es difícil saber si las autoridades estadounidenses y las corporaciones que influyen en ellas lograrán el objetivo de excluir a Rusia de la lista de proveedores de gas a Europa, pero los latinoamericanos, a cuyas expensas se está jugando este juego, serán los perdedores, en cualquier caso. El presidente argentino, con el consentimiento tácito del pueblo, entregará las riquezas naturales a Washington a un precio infravalorado. Después, irá de nuevo a California, donde se hará varias fotos con empresarios locales y recibirá los elogios de sus mentores por su participación en la confrontación contra un estado con el cual ni siquiera comparten continente, como es el caso de Moscú.

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