Jugado el título, ¿no? Antes de que cunda el pánico y las acusaciones de ataque a las instituciones y al republicanismo, permítanme citar la fuente. Corresponde al hegemónico periódico The Guardian y se refiere a la actual situación de la estable democracia de los Estados Unidos de América.
Explico. Trump nombró tres jueces conservadores en la Corte Suprema durante su mandato. El último nombramiento fue poquísimos días antes de irse de la Casa Blanca, cuando eligió a la conservadora Amy Coney Barrett en reemplazo de la fallecida jueza progresista Ruth Bader Ginsburg. El resultado es una Corte Suprema de seis jueces republicanos y solo tres demócratas. Ante esta situación, el recién electo Presidente Biden teme que sus intentos de impulsar políticas progresistas terminen judicializadas y revertidas por el máximo tribunal. ¿Les suena?
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La cuestión es que el jefe de Estado del indiscutible gobierno capitalista de los Estados Unidos de América decidió emitir un decreto presidencial (sin pasar por el Congreso) el pasado viernes 9 de Abril para crear una comisión bi-partidaria de expertxs que emitirá un dictamen sobre una posible reforma de la Corte Suprema. El dictamen se expedirá principalmente sobre la posibilidad de ampliar el número de miembros de la Corte (que en su composición actual ya tiene cuatro miembros más que la nuestra) así como sobre la función de la Corte en el sistema constitucional de justicia, el tiempo que tarda en resolver los casos y los expedientes en los que elige inmiscuirse. La Comisión está dirigida por el Prof. Bob Bauer, quien, lejos de ser imparcial, dirigió la estrategia legal en la campaña electoral de Biden.
En simultáneo, los demócratas apuntan contra el Juez Supremo Breyer, impulsándolo a que, a sus 82 años, renuncie a su banca, dándole la oportunidad a Biden de nombrar a otro juez demócrata más joven. Biden prometió que, si eso sucede, nombrará a la primera mujer afro en la Corte Suprema en la historia del país.
En fin, nada de Venezuela, Cuba o la patria socialista. El Presidente de la superpotencia capitalista sacó un decreto para evaluar la ampliación de la Corte y prometió diversificar el tribunal en términos de género y pertenencia étnica. ¿Qué tal simplemente emular al dios del Norte con una corte plural, con equidad de género y participación indígena? Todo dentro de los márgenes del republicanismo.