Hace tiempo que vuela en el aire la posibilidad de que Mauricio Macri rompa Juntos por el Cambio para armar otra opción electoral. Se especuló con ello por lo bajo y Gerardo Morales, con su carta, lo hizo público. Pero la sospecha no quedó ahí, sobre todo por los reiterados cruces del titular de la UCR a los socios de la alianza. Actitud que también puso un manto de sospecha sobre su figura. Sin embargo, la respuesta a la pregunta “quién quiere romper” todavía es “ninguno”.
El cruce de Morales a Macri se explica en la disputa de liderazgo que protagonizan ambos partidos, el PRO y la UCR. El macrismo quiere mantener la conducción mientras que el radicalismo, envalentonado por la elección del 2021 y con la certeza de que construirá un candidato potable para el 2023, quiere quitársela de las manos. Dejar de ser concebido como un partido que se salvó de ser meramente testimonial, como Macri siente que lo es, para ser uno de poder. Gastón Manes, titular de la Convención, lo dejó en claro: “Hoy el radicalismo es más que el PRO en términos electorales, en términos de candidatos, en términos de experiencia, en términos de territorialidad y en términos de ideas que estén a la altura de sacar la Argentina adelante”.
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Lo que pasó en las últimas horas generó mucha confusión. Hubo críticas cruzadas pero también internas. No se salvó nadie. El PRO salió a defender a Macri, como indica la lógica, al acusar al radicalismo de desviar el foco de la atención. La salida de Matías Kulfas del Gabinete nacional y sus coletazos deberían ser los únicos temas en agenda pero la carta de Morales contribuyó a correr el foco de atención.
Sin embargo, no todo en el macrismo es color de rosas. Hay quienes consideran que fue “innecesario” el comentario del ex presidente sobre Hipólito Yrigoyen, a quien calificó como el inicio del populismo en la Argentina. Por lo tanto, según esta visión desde las entrañas del PRO, los dirigentes de la UCR tienen razón al sentirse tocados y molestos. Sobre todo porque fue el propio partido centenario el que instaló una división entre Juntos por el Cambio y el “populismo de derecha o de izquierda”. Con las declaraciones de Macri, ellos serían parte del armado político que no puede ganar en nuestro país.
Por eso, argumentaron desde la UCR, Morales no pudo quedarse callado. “Ya no se podían dejar pasar tantas agresiones”, se dijo desde el entorno del gobernador de Jujuy. En las últimas semanas, hubo varias apreciaciones de Macri respecto a su principal aliado. En un almuerzo PRO le pidió a los suyos diferenciarse del radicalismo en el Congreso por considerar que no defiende los mismos valores que el partido amarillo, en referencia a la suba de impuestos.
La relación de Macri con los boina blanca no es la mejor hace tiempo. Para el ex presidente, el partido centenario estaba al borde de la extinción y la alianza con el PRO le salvó la vida, por lo que debería ser más agradecido en lugar de confrontativo. Hace una semana, en una entrevista con LN+, dejó clara su postura: “Hasta ahora, ha liderado el PRO, y creo que, más allá de los esfuerzos del radicalismo, es importante, porque las ideas modernas, disruptivas, abiertas, hasta ahora las hemos liderado desde el PRO. Ojalá ellos pongan candidatos que expresen esas ideas”. Algo que respondió, por ejemplo, Gastón Manes al asegurar que su espacio tiene “mejores candidatos”. Para Mauricio, el centro no es de lo más atractivo y el partido centenario, en su Convención, se definió de centro.
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El vínculo con el radicalismo es algo que diferencia a Horacio Rodríguez Larreta de Macri. El jefe de Gobierno - también ubicado más en la centro derecha por su aspiración a conseguir un consenso del 70% que excluya al kirchnerismo - mantiene un buen vínculo con los dirigentes aliados. Por ejemplo, después del pedido de Mauricio de diferenciarse con la UCR, el capitalino se sacó una foto con sus tres gobernadores, aunque aseguraron que ese encuentro había sido pautado mucho antes del comentario que generó el chispazo.
"Es más probable que Mauricio se vaya de Juntos por el Cambio a que Javier Milei entre a la alianza"
Pero es justamente esta relación con el radicalismo la que llevó al PRO a debatir internamente si es más importante la unidad o representar un cambio. Para Macri, lo segundo es lo central. Para Larreta, los radicales y la Coalición Cívica, la clave está en lo primero. Los lilitos, por ahora, decidieron no meterse en la contienda para concentrarse en trabajar un proyecto de país. Elisa Carrió está de gira por la Argentina para “estar, escuchar y unir”, según publicitó Juan Manuel López, presidente del bloque en Diputados. Unir.
¿Quién quiere romper?
La posible ruptura en manos de Macri se convirtió en una unidad de comparación. Por ejemplo, “es más probable que Mauricio se vaya de Juntos por el Cambio a que Javier Milei entre a la alianza”. Sin embargo, las chances de que eso ocurra hoy son nulas. Lo dijeron desde el bando moderado, desde su entorno y desde sectores identificados claramente con el ex presidente.
“Del cero al diez, ¿cuál es la probabilidad de que rompa?”, preguntó este medio a diversas fuentes. “Cero” fue la respuesta unánime, casi instantánea y al mismo tiempo. Por el lado de Morales, en tanto, también se descartó un intento de quiebre y se justificó la acusación del gobernador con la necesidad de responder agravios.
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Esa postura claramente quiso decir una cosa. En la pelea de poder interna de Juntos por el Cambio, el radicalismo no sólo quiere decirse más fuerte, más armado y con más posibilidades, sino también mostrarlo. Mostrar que no se quedará en silencio ante comentarios que siente hirientes.
Todavía nadie pudo encontrarle un sentido a la instalación de la duda en torno a la unidad. Un motivo podría ser contraponer el proyecto colectivo al individual. Este manto de sospecha no sólo pesó sobre Macri sino también sobre Morales que, más allá del noble gesto de fortaleza, ya se cruzó con Carrió, Larreta, Patricia Bullrich y Mauricio.
¿Y el futuro?
Los dichos de Macri sobre Hipólito Yrigoyen (dijo que el populismo “se originó en Latinoamérica y tal vez en Argentina es donde arrancó, primero con Yrigoyen y después con Perón y Evita”) y la reacción de la UCR colocaron a Juntos por el Cambio en una discusión situada hace un siglo, muy lejos de las promesas de un futuro mejor o de las iniciativas vinculadas a la tecnología y lo revolucionario.
Macri no tenía por qué opinar de la historia de otra fuerza, se dijo, sobre todo porque el PRO no tiene historia. Al respecto, nuevamente Gastón Manes: “Del PRO entiendo que también por el paso del tiempo están más sabios. Aunque estamos viendo que tienen algunas dificultades para resolver sus diferencias internas, porque claro, como un partido nuevo y sin el andamiaje institucional que tiene el radicalismo, es una tarea difícil para ellos". Pero la UCR, también se dijo, debería dejar la necro-política.
Algo de esto reflejó Miguel Ángel Pichetto cuando opinó, en redes sociales, que la alianza no tiene que hablar del pasado porque cada fuerza tiene distintos orígenes y dirigentes, personas e historias que se tienen que respetar. Pero cuestionó la “hiper-dimensión” que la UCR le dio a los dichos de Macri. Por ahora, no hay reunión de mesa nacional pautada para resolver estos dilemas.