A la guerra, cuerpo a cuerpo. Eso podría pasar si Horacio Rodríguez Larreta no llegara a cumplir el acuerdo establecido con el radicalismo de Martín Lousteau en la Ciudad y cambiara las reglas de juego a pocos meses de las elecciones. El pacto no fue complejo y se tejió hace tiempo, pero las presiones parecieran empezar a empujar con fuerza hacia el lado contrario. No se pidió colgar la boleta de Evolución de una presidencial del jefe de Gobierno sino sólo disputar las PASO en igualdad de condiciones, sin la tracción “de arriba” como factor definitorio. Eso se podría conseguir sólo con comicios locales separados de los nacionales, pero todavía no hay una respuesta sobre la aplicación de esta bimodalidad.
Según fuentes porteñas, por estar pegada a la elección nacional, no puede haber boleta corta pero al tener sancionado el uso de boleta única para la Capital Federal, sí podría intentarse una votación doble, en el mismo cuarto oscuro, bajo modalidades diferentes. El desdoblamiento no pareciera ser la herramienta deseada ni buscada para no molestar a la ciudadanía con muchos viajes a las escuelas pero, “a tiro de decreto”, se podría definir tranquilamente la línea de largada en igualdad de condiciones para todos. Potestad del jefe de Gobierno, el tiempo límite es el 13 de abril.
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En términos objetivos, gustaría la aplicación de una papeleta única, en papel o electrónica, para la Ciudad porque podría mostrar “modernidad, transparencia” y la discusión en campaña de los temas de la Capital Federal, sin nacionalizar la discusión. Pero todavía no hubo una definición ni tampoco una respuesta sobre si será posible o no aplicarla. Ahí talla la conveniencia individual, algo aún no del todo claro.
A nivel nacional, todavía no queda en claro cuál es la mejor estrategia para los candidatos. La tracción de votos, en el caso porteño, sería de arriba hacia abajo más que de abajo hacia arriba. O sea, el presidencial impulsaría al local. Por lo tanto, no habría una gran pérdida de sufragios en caso de usar listas separadas. Incluso, se podría evitar el engorroso y poco practicado corte de boleta para ensayar mixes de nombres impensados. Pero para eso hacen falta cálculos que todavía no se escribieron en papel y cada uno acompañará la opción que más le convenga para su propia postulación.
El gran problema es porteño. Pero con incidencia nacional. Si no se respetara el acuerdo, ya en el terreno de las hipótesis, se podría abrir una ventana de oportunidades hasta ahora impensada. Sin embargo, por el momento se pidió paciencia. Las negociaciones políticas no son de un día para el otro, la aparición de Mauricio Macri generó un claro impacto en la definición de la Ciudad y Horacio Rodríguez Larreta le respondió con una foto junto a todos los precandidatos menos Jorge, el primo Macri.
Por eso, el radicalismo confía en que se van a respetar los acuerdos y duda que suceda un rompimiento del pacto. Así como Jorge Macri duda que se logre separar la modalidad de la elección, pese a no estar en desacuerdo con la idea. O sea, los dos protagonistas consideran que van a suceder escenarios opuestos. Un nuevo ejemplo de la volatilidad del escenario electoral que maneja Juntos por el Cambio.
En 2021, “más Jorge que Macri” pidió por la boleta única. El archivo de su acompañamiento a esta modalidad indica que, de seguir con la lógica de la coherencia, debería aceptarla en el presente por haberla solicitado en el pasado. El obstáculo en la actualidad es, llamativamente, el mismo intento de mantener la congruencia: si la oposición cuestiona el cambio de reglas de juego en año electoral, ¿por qué hacerlo desde la oposición (oficialismo, en este caso, en la Ciudad)? ¿Por qué hacer lo que le critican al kirchnerismo? Una pregunta que encuentra su base en la discusión sobre las PASO el año pasado, cuando no había recorrido hacia las urnas, y quedó en la nada.
Para Macri primo, no hay manera de que tome forma un cambio en el juego electoral porque no sería sencillo de aplicar y tampoco es un escenario buscado por él. Pero, si ocurre, tendrá que apoyar. Además, tampoco le parece que pueda perjudicarlo porque, según encuestas que se manejan en Uspallata, de ser el único candidato amarillo, le ganaría a Martín Lousteau sin problemas. Incluso, se evitaría el riesgo de ir colgado a una boleta que le pueda restar votos. Según coincidieron dos fuentes, Patricia Bullrich es la única que está sobre él en las mediciones porteñas.
Ahora bien, si la elección no se partiera en dos modalidades diferentes y Macri fuera el único candidato, como todo parece indicar, él podría colgarse de las papeletas de Bullrich y Larreta, captando votos de los dos sectores. Por eso considera que, en cualquier escenario, saldría ganador. Ciencia ficción a varios meses de la elección, pero el apoyo de Mauricio es clave en todo esto.
La gran pregunta es qué hará el radicalismo. Frente a la sensación política de que el acuerdo se cumplirá y habrá elecciones partidas, una visión opuesta a la recién mencionada, se opta por no especular con posibles acciones de vendetta. Pero, por supuesto, siempre se abre algún laberinto especulativo que, además, tiene mucho de moneda de cambio en una negociación.
De no cumplirse el acuerdo, se forzaría a que la UCR fuera por separado en la PASO y que tenga un candidato presidencial que, incluso, podría ser el propio Lousteau. O, también, en fórmula con Gerardo Morales a la cabeza. De llegarse a esa instancia, el más perjudicado sería Larreta porque el electorado “moderado” es compartido y si bien el universo es amplio, también es finito. Todos de la misma bolsa. Eso no implicaría una victoria del sector radical pero sí sería muy funcional a un triunfo potencial de Bullrich.
También se podría forzar a que el radicalismo haga un acuerdo con Patricia y no con Larreta. No sólo a nivel nacional sino también en la provincia, lo cual complicaría nuevamente a Horacio en sus pretensiones presidenciales. En cualquiera de estos casos, que los dos PRO tengan el mismo candidato en la Ciudad y diferentes en Buenos Aires sería una jugada difícil. En un distrito compartirían la misma canilla y en el otro no. Si la titular del partido amarillo lograra aglutinar a los más duros de su espacio y a la UCR, el poderío bonaerense sería grande.
Pero ninguna de estas opciones está cerrada ni mucho menos. No salen del terreno de la especulación y de la negociación. Es la amenaza de lo que podría ser si no funciona lo que se prometió que funcionaría. Y nada se activará mientras el pacto siga con señales de vida en la Ciudad. Porque, además de garantizar la continuidad del vínculo con Evolución, la separación de boletas también podría seducir a los díscolos bajo la excusa de frenar a Javier Mielei.
Así como en Buenos Aires no se logró un posicionamiento claro para intentar contener al libertario, en la Ciudad la boleta única local aparece como un salvavidas en medio del océano. El diputado tracciona candidatos con su nombre pero sin su nombre pierde gran parte de su poder. ¿Cuánto podría conseguir, en soledad, Ramiro Marra en la Capital? De todos modos, se avizora que incrementará el caudal en la legislatura.
El gran problema pasa por lo subterráneo. Sin estructura, Milei empezó a juntar a las sobras de los dos mundos. Del peronismo y del macrismo. Sin una lógica, sin una coherencia. Porotos sueltos que no se sabe qué nombres llevarán ni para qué lado irán a la hora de ejercer sus cargos. Eso hace muy difícil, casi imposible, que alguien quiera negociar con él y pasarse a sus filas. Por eso se descarta, pese a la buena relación entre ambos, un acuerdo con Bullrich. Debajo de la alfobra, lo desconocido.
Ahora bien, electoralmente se podría llegar a disminuir el caudal de votos de Milei, ubicado en unos buenos dos dígitos. Pero los acuerdos parlamentarios post elección probablemente encuentren a su armado mucho más cerca de Cambiemos que del Frente de Todos. Tanto en la Ciudad como a nivel nacional. Por el momento, se muestra como un sujeto impredecible de la política y como un actor fundamental para garantizar la existencia de un balotaje al quedarse con una porción interesante de los sufragios, de consolidarse lo que marcan las encuestas.