Las distintas ramas de Juntos por el Cambio están preocupadas por la campaña que inició Patricia Bullrich, presidenta del PRO, en todo el país. Una jugada que califican como dura pero “peroncha”, con mucho territorio y empatía construida alrededor de su figura en cada uno de los actos que realiza. Se mimetiza con los distintos grupos, sube o baja el tono según la ocasión, canta, come empanadas y se junta con la juventud del partido, un sector al que les costó atender cuando Mauricio Macri fue presidente de la Nación y que hoy se convirtió en un actor clave al que también intentará apelar María Eugenia Vidal.
Si bien no lo dijo públicamente, ya nadie duda que Bullrich querrá disputar la presidencia del país en 2023 contra Horacio Rodríguez Larreta, el candidato del aperturismo. “Nosotros somos mejores” haciendo campaña, dicen desde el entorno del jefe de Gobierno y aseguran que ya empezaron a construir la imagen nacional del dirigente. El bando de Patricia hoy tiene la banca de Macri y Miguel Ángel Pichetto, dos radicalizados del discurso, mientras que el larretismo cuenta con el resto de los dirigentes de Cambiemos, como Vidal y Elisa Carrió.
Están preocupados porque la construcción de Bullrich “es muy buena”. Llega dos días antes a cada distrito que recorre para reunirse con la juventud y arman un contexto en el que es divertido estar con ella. “Arman mística”, analizan desde el PRO. Si bien no están de acuerdo con lo extremo de su discurso, aseguran que tiene carisma, que se sabe el nombre de todos y cada uno de los dirigentes, que los llama si necesita algo, que se junta a cantar y tomar algo con ellos y termina siendo “una más”.
“No puede hacer todo bien”, reflexionan desde el espacio que la quiere dentro peros se muestra preocupado por un discurso que calificaron de “peligroso”. El problema es que luego de la derrota de 2019 quedaron sin conducción y Patricia fue copando los lugares vacantes, se convirtió en la persona que marcó la línea a seguir y le habló a los dirigentes propios y a los votantes del núcleo duro, a los cuales contuvo. El desafío girará en torno a evitar la radicalización para no tensionar al propio espacio.
Hasta el momento, su discurso se basa en el “combate de las mafias y la corrupción”, pero otro sector del PRO busca imprimirle más contenido social al partido, con la integración y la pobreza como uno de los ejes además de querer cambiar la concepción del progreso individual, la libertad y la República que quedaron caducos luego de la presidencia de Macri. Más allá de eso, Patricia va y visita a los propios antes que los ajenos, un diferencial importante respecto de los cuatro años de Gobierno cambiemita, momento en el que al resto de los dirigentes les daba “fiaca” viajar para contener. Por eso analizan que Bullrich “no es elitista, es peronista”.
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Los jóvenes, una de las claves
La juventud jugará un rol fundamental. De los tres partidos que integran Juntos por el Cambio, el PRO es el que más tiene. Con Mauricio Macri costó llegar a este sector, su discurso se volcó más hacia los bebés o los adultos mayores pero dejó a los del medio sin el reunionismo ni las fotos que supo hacer Cambiemos. Dieron por hecho que eran un partido de los jóvenes y no se les habló. Algo que buscarán cambiar, sobre todo a partir de la experiencia Bullrich.
Según analizan, Larreta estudia la estrategia con la juventud, Patricia ya come empanadas con ellos, Martín Lousteau – que quiere ser presidente de la UCR nacional y jefe de Gobierno – siempre tiene a los pibes y pibas cerca y Vidal se metió en el tema, “le divierte”. Es que, dicen, es elemental tener a la juventud cerca para construir cualquier espacio político a futuro.
María Eugenia Vidal sigue siendo el enigma de Juntos por el Cambio. Este mes presentará su libro y si bien aún no está definida la agenda, no sólo hará medios de comunicación sino también una gira para presentarlo. La misma será política pero no partidaria, según anticipan, y buscarán la presencia de la juventud con algo de movilización. “Que no sea un toco y me voy”, sino que haya un espacio para el intercambio y la cercanía.
El caso de Vidal es complejo. Todavía no queda claro si la estrategia de la ausencia fue buena o mala y las expectativas están puestas en la reaparición. Aseguran que perdió lugar político en la provincia porque su desaparición llevó a que los menos leales buscaran otro tipo de conducción, algo que aprovechó Bullrich. Sin embargo, si bien analizan que en lo colectivo la jugada no fue buena, en lo individual sí lo fue porque su imagen sigue siendo muy alta.
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La agenda
Mientras definen la modificación del nombre de Juntos por el Cambio, el sector opositor definió su agenda. Los derechos humanos fueron una bandera que el radicalismo perdió una vez aparecido el kirchnerismo y buscarán recuperarla, analizan. Por eso el ensañamiento con el caso Formosa, es una de las estrategias para reforzar el concepto.
Por otro lado, la cuestión ambiental que interpela directamente a los pibes y que hoy tiene objeciones dentro del propio Cambiemos porque algunos creen que cualquier iniciativa es en contra del campo, mientras que otros piensan que es necesaria una transición responsable. El desarrollo, en tanto, incluye la economía del conocimiento y la integración sociourbana.
Las iniciativas más innovadoras son comandadas por un grupo de diputados y diputadas “progres” de menos de 35 años, algo así como la dirigencia que viene. Entre ellos debaten el tema de la seguridad, un discurso fuerte para el sector Bullrich, pero todavía no encontraron un esquema que los interpele y analizan la seguridad democrática.