“Le soltaron la mano”. Esta semana quedará confirmado, en los papeles, el desplazamiento de Gerardo Milman de una de las vicepresidencias del bloque PRO en Diputados, un cargo más formal que ejecutivo pero todo un signo en medio de un contexto de fuerte cuestionamiento al legislador bullrichista. El referente también quedó, por la exposición negativa que tiene desde hace un mes y medio, fuera de la jefatura de la campaña de Patricia Bullrich. Las decisiones se tomaron para cuidarlo, sacarlo del centro de la escena y por la depresión en la que se hundió en este tiempo, alejado de todos.
El bloque PRO en la Cámara Baja se suele reunir los martes. Esta semana llegó el pedido de parte de Laura Rodríguez Machado, ex senadora cordobesa, actual diputada e incondicional bullrichista, para remover a Milman de una de las sillas máximas del armado macrista. No fue una orden directa de la titular del partido, o tal vez sí. La línea es muy fina y la única forma en que pudo interpretarse semejante decisión fue el intento de despegarse y darle espacio para que el tsunami pase, si es que pasa. No se sometió a votación pero tampoco hubo objeciones.
Esta semana, en el próximo encuentro del bloque, quedaría confirmada la decisión que, tanto por la publicidad del hecho como por los antecedentes negativos cercanos, todos dan por sentado. Las sillas del PRO en Diputados fueron divididas para que cada sector tuviera su representación y se hiciera cargo de ella, así como de la elección del legislador a ocuparla. La conducción quedó en manos de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, por eso ahí está Cristian Ritondo, y las dos vice fueron para Bullrich por un lado, con Milman que ahora dejará el lugar a Rodríguez Machado y, por otro lado, para Horacio Rodríguez Larreta con Álvaro González.
La renovación de una de las vicepresidencias se buscó justificar como parte de un pacto interno para alternar el cargo todos los años entre los distintos miembros del armado. Pero González seguirá en su lugar y Omar De Marchi continuará como segundo de la Cámara. Por lo tanto, el único recambio será el de Milman.
La decisión de removerlo no fue un pedido de los otros bandos. No hizo falta. El propio bullrichismo pidió sacarlo de ese asiento por todos los escándalos en los que se vio involucrado, empezando por el testimonio que lo implicó en el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner. Un hecho que el PRO aún cuestiona. También se lo apartó para cuidarlo un poco y que deje de ser protagonista de títulos negativos. Y, por otro lado, porque no está pasando un buen momento psicológico.
Según varias fuentes, Milman está deprimido, no se encuentra bien y la última vez que lo vieron fue en la sesión del escándalo, hace diez días, cuando se intentaron crear universidades. Ese día lo notaron completamente desencajado. Después, estuvo completamente desaparecido de otras instancias. Replegado. Pero en el bloque conversaron con él. Varios lo llamaron para no dejarlo solo, pero también se preocuparon por su estado emocional.
De momento, sin embargo, no se abordó un posible pedido de licencia ni una renuncia a su banca. Algo que podría hacerse de forma estratégica porque su ausencia o presencia significarían un voto menos o un voto más para discusiones clave. Pero ninguno especuló con que el Congreso sesione con fuerza en lo que queda del año, básicamente por la disputa que se coló por el Consejo de la Magistratura. Según el oficialismo, esta semana no habría sesión, al menos no se mostró una programada, pero la oposición especuló con que el Frente de Todos intentaría hacerlo y el clima no sería el mejor. Con ese panorama por delante, no tendría sentido sacar a Milman del bloque, sino esperar al inicio de un nuevo período ordinario el 1 de marzo del 2023.
El diputado también fue desplazado de la jefatura de campaña de Patricia Bullrich. El lugar pasó a ser ocupado, cerca del inicio de diciembre, por Juan Pablo Arenaza, legislador porteño parte de la mesa chica de la jefa del PRO. Curiosamente, el nombre de Milman saltó a los titulares a mediados de noviembre por haber dicho, supuestamente, en un bar de la zona del Congreso, que “cuando la maten yo voy a estar camino a la Costa”. Eso sucedió dos días antes del atentado contra CFK, con un viaje efectivamente realizado a Pinamar.
Dentro del macrismo, desestimaron la posibilidad de que el legislador haya tenido algo que ver en el intento de magnicidio pero se lo mencionó como uno de los factores del alejamiento, sumado a los escándalos conocidos posteriormente y los que aún restan por conocer. Las palabras que lo involucraron en el atentado habrían sido pronunciadas junto a dos colaboradoras y todos tuvieron que declarar ante la Justicia.
Más tarde se supo que el diputado tenía más de 30 asesoras, una de ellas de trabajo previo con el legislador ya que fue la encargada de manejar la caja del Ministerio de Seguridad desde 2017 y, apenas ingresó en el cargo, creó una sociedad que, según una denuncia del abogado Yamil Santoro, se utilizó para lavar dinero de orígenes desconocidos.
Según pudo saber El Destape, Milman quedó, en el armado presidencial de Bullrich, como una fuente de consulta para algunos temas puntuales y después de un tiempo de lejanía, seguramente volverá a aparecer. De hecho, se explicó que “está de licencia por temas de salud”. Pero también por su exposición con episodios escandalosos.
El más polémico ocurrió el cuatro de abril a las dos y diez de la mañana. Ese día, María Luz Lanusse Peralta Ramos fue detenida en la zona del Hipódromo de Palermo cuando manejaba su Peugeot Sport 2008 con un registro apócrifo y sin cédula verde o azul. El policía que la demoró consultó con el secretario de la fiscalía de turno que ordenó el secuestro del auto. Poco tiempo después, llegó Milman en persona para intentar aclarar que el vehículo era de su propiedad y que la mujer era su esposa. Ambos argumentos fueron falsos.
Los agentes relataron que Milman se encontraba en un estado “raro” y que actuó de forma un tanto violenta. El diputado, en lugar de intentar aclarar las cosas, decidió denunciar al policía que detuvo a la mujer, presentación que fue desestimada por la jueza María Fabiana Galetti, que envió las actuaciones a la Cámara de Diputados para que considere sancionar al al legislador.
En la resolución, la magistrada llamó la atención sobre “la conducta desplegada” por el legislador que “lejos de adoptar una conducta centrada y ajustada al ordenamiento vigente, desde el punto de vista de la moral y ética que debe tener cualquier funcionario, en este caso un Diputado de la Nación, se mostró ofuscado y cuestionó el accionar policial, situación que lo llevó a denunciar hechos que ni siquiera constituyen delitos de acción pública”.
El auto, se supo, está a nombre de Metalúrgica Oliva Hermanos S.A., una empresa proveedora de blindajes que había conseguido varios contratos con el Ministerio de Seguridad en los tiempos en los que Milman se desempeñó como subsecretario, durante la gestión de Bullrich. Este fue uno de los episodios mencionados como los más difíciles de relativizar por el aparato amarillo.
A Milman se lo describió como una persona oscura y compleja pero, contradictoriamente, otra fuente lo señaló como un sujeto bueno, sensible, que sintió el impacto negativo de todo este protagonismo malo para su figura. Su reemplazante, por el contrario, fue catalogada como una cordobesa compleja pero de perfil mucho más político. Pero, también, se desestimó la importancia del cargo, más simbólica que real.
Lo cierto es que Gerardo Milman ya había sido cuestionado por el líder del espionaje ilegal, el hombre de los mil datos por revelar, Mauricio Macri. Según publicó el portal LPO en abril de este año, el ex presidente le sugirió a Bullrich armar un equipo más profesional, sin el citado legislador. La advertencia, con el diario del lunes, pareciera haber estado vinculada al conocimiento de episodios que podrían serle desfavorables a la halcona amarilla. De hecho, todo el PRO siempre apuntó en contra de esa elección.
Ahora, el martes será un día clave para terminar de confirmar el corrimiento de la silla en Diputados y la investigación judicial seguirá su curso en paralelo, con un fin de año legislativo que se planteó como paralizado, al menos, hasta el año que viene.