Mientras haya plan A, no habrá plan B. Mientras haya PASO, Juntos por el Cambio apostará por esa herramienta y hará lo posible para mantenerla vigente para las elecciones del año que viene. En caso de suspenderse, un escenario que irrumpió en las últimas semanas, la definición buscará concretarse dentro del marco de la unidad con la posibilidad de unas internas partidarias o de alianza, aún no debatida en detalle. Su uso dependerá de los consensos dentro de la coalición para establecer reglas de juego claras, y su anticipada presentación en sociedad buscó llevarle tranquilidad al electorado propio. Pero también para contener posibles fugas.
Ubicado en el entorno de Facundo Manes, Federico Storani blanqueó la existencia de "contactos, conversaciones" con distintos actores de la política para conformar una nueva fuerza por fuera de los dos polos existentes, en caso de darse la oportunidad. Eso colocaría al neurocientífico en latitudes extra Juntos por el Cambio, siempre y cuando las PASO quedaran formalmente suspendidas para el 2023. Sin posibilidad de competencia interna, el actual diputado no descuida sus relaciones con otros sectores, incluso peronistas, para, sea como sea, competir el año que viene por la Presidencia de la Nación. "Si se mantienen las reglas de juego (PASO), uno no tiene por qué señalarlo, pero no quiere decir que no existan contactos, conversaciones y demás para conformar un espacio que es necesario para la Argentina, que se ubique fuera de los extremos de la grieta", reconoció el histórico dirigente radical en la AM 530.
La posible ruptura de Manes está en el centro de la mesa hace, al menos, un mes. El disparador fue su disidencia a la hora de acompañar el pedido de juicio político contra Alberto Fernández por unas declaraciones televisivas. Él se opuso y empezaron los rumores que terminó de confirmar Storani. Con Buenos Aires tachada, el actual diputado tiene la intención de pegar el salto grande y llegar a la Casa Rosada sin recorrido Ejecutivo, algo que hace ruido incluso dentro del espacio. Pero ese todo o nada lo llevaría a competir en la boleta nacional sin lugar a discusión, ya sea dentro de una interna cambiemita o fuera de ella. Hasta ahora, el potencial quiebre no generó temores grandilocuentes en los aliados porque, se entiende, no lograría un arrastre masivo de dirigentes por tratarse de una aventura casi suicida. Incluso, pese a las idas y vueltas, todavía se cree que no habrá fisuras porque la unidad es uno de los factores que la alianza puede manejar, conservar y acordar mantener.
Si bien aún no se vislumbró un escenario de suspensión de PASO, obviamente empezaron a circular las alternativas para, por un lado, no tener que meterse en el barro de la decisión a dedo; por otro, mantener la coalición al permitir la competencia libre y evitar rupturas; finalmente, para decirle a la sociedad que la ausencia de Primarias no generará conflicto porque Juntos por el Cambio tiene un plan B que mantendrá la unidad y tendrá, como base, un plan común para el que gane. Sea quien sea.
Varios dirigentes blanquearon la posibilidad de apostar por internas abiertas. En los últimos días, lo plantearon Federico Pinedo, del equipo de Patricia Bullrich, y el propio ex presidente, Mauricio Macri. Los dos hicieron foco en lo "molesto" o "trabajoso" de una aventura de ese tamaño pero, al mismo tiempo, ponderaron lo sano de la competencia de candidatos para llegar con una fórmula sólida a las generales del 2023. Lo cierto es que, por el momento, no hubo una propuesta concreta, estudiada, trabajada y, mucho menos, aprobada por la mesa nacional de Cambiemos para disputar unas Primarias Abiertas y Simultáneas del principal espacio opositor.
Hasta ahora, casi como una coreografía, la dirigencia de la alianza se propuso defender las PASO y acusar al gobierno de querer "cambiar las reglas de juego" muy cerca del acto eleccionario. Las versiones de una interna propia están en las conversaciones de todas las tribus pero aún nadie decidió apostar por ella porque, hacerlo, implicaría resignar a mantener las obligatorias por ley. La divulgación del plan B, entonces, buscaría otra cosa: calmar a un electorado bastante difícil de interpretar.
La herramienta ya había sido discutida por la oposición. En junio, por ejemplo, hubo una reunión de la dirigencia PRO para abordar cuestiones administrativas del partido y uno de los temas centrales giró en torno a definir qué hacer en aquéllas provincias sin PASO. En ese entonces, se barajó la posibilidad de una PAS (que no son obligatorias) con la participación de los afiliados partidarios más independientes, algo que podría facilitar la Justicia electoral pero, siempre, con algunos riesgos, como que haya intervención de electores peronistas para inclinar la balanza para uno u otro lado.
A nivel país, el mecanismo debería ser definido por la conducción nacional después de un pormenorizado análisis de las propuestas y las probabilidades, que cada una aporte, de ganar. Podría ser una gran elección interna entre candidatos radicales, del PRO, de la Coalición Cívica y de Peronismo Republicano o podría agotarse solo a aquellas fuerzas que no logren dirimir, puertas adentro, la puja.
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La dispersión del PRO, incluso, podría generar desorden en otros partidos de la alianza. Si los amarillos llevan varios candidatos, por qué no el resto. Tampoco se definió si sería una interna entre fórmulas o solo candidatos presidenciales para, después, optar por el compañero de boleta. Si se diera esta opción, el escenario sería muy similar al que planteó el radicalismo, en el Congreso, con un proyecto de ley para modificar las PASO. En el texto, se propusieron Primarias solo entre candidatos al sillón de Rivadavia para, luego, elegir al segundo de entre el bolsón de los perdedores.
En ese escenario, la presencia de Mauricio Macri aún es difusa. Son varios los que creen que no se presentará en las elecciones y que la posibilidad de ruptura, por su participación, es casi nula. El ex presidente apareció para ordenar el discurso hacia el extremo pero también desordenó el tablero electoral. No solo porque impulsó más candidatos de los establecidos en la línea de partida sino porque sembró algunas dudas en torno a la misión de un posible Gobierno de JxC, porque condicionó a los suyos y porque se dedicó a enfrentar al radicalismo. A diferencia de otros dirigentes, está poco extendida la creencia de un cambio en los modos de Mauricio. Ahora, nadie permitirá un retroceso al 2015, periodo de inconsulta casi total en la actual coalición opositora.
La discusión se mostró tan en pañales que los consensos se mostraron inciertos. "Espero que sí", le dijo una figura importante de la oposición a El Destape ante la consulta de si habría acuerdo generalizado para priorizar la competencia interna por sobre la elección a dedo. Más allá de las especulaciones según el proyecto, la defensa de la PASO se planteó indiscutible por la simple e importante razón de ser una herramienta ordenadora en una coalición al borde de la ruptura constante. Si eso no ocurrió, fue porque la unidad es un factor que la dirigencia decidió priorizar.