Mauricio Macri no quiere una fusión con La Libertad Avanza, quiere que el sello que fundó valga, aunque no como antes pero que valga. No está dispuesto a regalar ni entregar los laureles, mucho menos la titularidad del "cambio". Sí está dispuesto, sin embargo, a una coalición pero su intención por ahora no encontró una actitud receptiva de parte del oficialismo del que ya forma parte una Patricia Bullrich a la que le recuerdan su desembarco tardío en el PRO y, lo que a ella le interesa, le reclaman la propiedad de los votos amarillos.
El ex presidente prefirió estirar el misterio sobre su presencia en el pacto de mayo, que se hará este lunes, todo el tiempo posible. Este fin de semana se lo vio disfrutando del tenis en Wimbledon. Así como "está previsto" que forme parte de la foto con Javier Milei, también se preguntan, en su entorno, qué sentido tiene asistir a Tucumán, en la noche del 8 de julio, si la comitiva de ex jefes de Estado es flaca. ¿Para qué estar solo?
El viaje no lo entusiasmó mucho. El trayecto le pareció algo engorroso. De noche, con regreso a la madrugada, en un chárter con otros invitados. No es su estilo. Tampoco lo es pagar un transporte propio. El "cartonero" no es de soltar dinero fácilmente. El apodo se lo puso Diego Maradona a Mauricio Macri en 1996, cuando éste se desempeñaba como presidente de Boca y no sólo no traía jugadores sino que tampoco aceptaba aumentos de sueldo. El sobrenombre hace referencia al cartonero Báez, testigo inhabilitado en el caso del asesinato de Alicia Muñíz que, según se contó, pedía colaboraciones a cambio de entrevistas.
El gesto de Macri será importante en medio de sus tensiones con la mesa chica de Milei, en la interna de su partido y luego de un informe demoledor de la Fundación Pensar. Quiere atirantar la relación con el gobierno para que la Casa Rosada se de cuenta de la importancia del PRO para lograr gobernabilidad. También quiere que le abran los brazos para formar una mesa de trabajo que les permita pensar en conjunto una alternativa de derecha electoral, sin que se coman a su espacio político.
Para que el PRO y La Libertad Avanza lleguen a confluir en una alianza que se presente en las urnas, el macrismo necesita señales. Varias. Una de ellas, consolidar una línea, una visión común y, sobre todo, que haya confianza. El gobierno no se caracterizó por cumplir su palabra en este tiempo y los amarillos lo saben. Será importante la reacción oficialista ante la agenda alternativa presentada por Macri y su tropa, para ver si se devuelven las gentilezas tenidas durante el debate de la Ley Bases.
Lo cierto es que la relación no pasa por su mejor momento en ese nivel, aunque el trabajo parlamentario se aceitó mucho en estos meses. El jueves, después de que Bullrich abriera su línea interna amarilla, el PRO Libertad, el PRO de Macri sacó un comunicado en apoyo al gobierno de Javier Milei para despejar dudas. Este texto fue tomado como una señal clara en favor del oficialismo y del cambio propuesto, con el que tienen muchas coincidencias en lo que hace a la economía.
Pese al lapidario informe de la Fundación Pensar y la tensión pública generada por el no pago de la coparticipación a la CABA, cerca de Macri quieren minimizar el "mal mensaje" enviado esta semana y ante la posible ausencia del jefe amarillo este lunes en Tucumán. "PRO seguirá acompañando", lanzó una fuente que conoce mucho a Mauricio.
Ese acompañamiento, para Bullrich, no es suficiente. "Nos cagamos en qué nos quieran venir a correr con el aparato", dijo el jueves después de que Macri incumpliera el acuerdo político por el que le iba a entregar la conducción de la Asamblea partidaria. Lo hizo porque los dos entendieron que no estaban en discusión las sillas de poder sino la orientación del partido. Y el partido lo conduce él.
A Patricia no le interesan tanto las estructuras, se mostró bastante libre a la hora de elegir la plataforma política desde la cual saltar en distintos momentos de la política. Tiene vivo el recuerdo de la PASO del año pasado, en la que le ganó al dueño del aparato, Horacio Rodríguez Larreta. También se referencia en la victoria presidencial de Milei que, con nada, triunfó para sorpresa de todos. Ella cree que los votos del PRO son mayoritariamente mileístas y que la siguen a ella. Piensa que tiene la mitad del partido amarillo.
En el macrismo de Macri, Bullrich está a nada de ser calificada como insignificante, pero ya es señalada como una persona sin banca alguna. "El PRO le dio la espalda", se dijo después del análisis sobre el fracaso de su participación en la elección de autoridades de la Asamblea partidaria. "Perder 116 a 0 debe ser difícil", se la chicaneó por su huida de la reunión hecha el jueves a la mañana.
Para los amarillos puros, Patricia sólo dice que representa a la mayor parte de los votantes macristas para ofrecerle algo al gobierno, pero que no es dueña de los votos y que, si los consiguió, fue porque lo tuvo a Macri detrás en la elección. Y que, en las generales, no sacó más porque quiso esconder al ex presidente hasta el final, cuando las encuestas la tiraron para abajo.
Hoy, acusan desde el macrismo fundacional, Bullrich no tiene representación en el Consejo Nacional (la vice segunda es suya, pero casi testimonial, excluida de todas las reuniones estratégicas), en la Asamblea y en la mesa ejecutiva. "Su intención fue fusionar le PRO (con LLA) y el partido le dijo que no", algo reforzado por la unanimidad en contra suya a la hora de elegir la conducción asamblearia. "La negativa fue absoluta".