Mauricio Macri está jugando. A algunos puede gustarles más, a otros menos, pero está jugando. No solo se sumó a la lista de posibles candidatos para el 2023 sino que también abrió el juego a múltiples nombres propios para competir. Algo que desordenó el tablero y, al mismo tiempo, sentó las bases para un reacomodamiento del sector más duro. El ex presidente, con una actitud pendular entre ser y no ser, ganó cada vez más centralidad. Apareció en el horizonte del PRO después de varios meses de ausencia, sumó kilómetros, presencia en medios de comunicación, carteles y hasta la chance de ser el nexo para encontrar cierta pacifucación social mediante un encuentro con Cristina Kirchner.
Esta semana se instaló el rumor, nacido desde La Nación +, de la existencia de vínculos tercerizados entre el ex presidente y la actual vice para encontrar un canal de diálogo. Según ese grupo mediático, Mauricio planteó una serie de condiciones que no se cumplieron y todo quedó frizado. Pero la posibilidad quedó en el aire. De hecho, el senador Oscar Parrilli, muy cercano a CFK, no lo descartó. En diálogo con El Destape Radio, aseguró que "Cristina no tiene límite en su amplitud al diálogo. Nunca puso un límite a nada" por lo que "no es descartable que Cristina se junte hablar con Macri. Nunca puso un límite". Desde Pergamino, el viernes, Mauricio aseguró que "con la Constitución sobre la mesa, sí" accedería.
Por el momento, no hay certezas en torno a ese escenario. Pero Macri fue uno de los tantos dirigentes que repudió el atentado contra CFK en redes sociales, algo que no hizo Patricia Bullrich. En caso de darse la foto, el ex presidente se terminaría de coronar como el líder de la alianza, jugando por encima de ella. Con una visión más estratégica, de largo plazo, de bases democráticas y no solo en busca de resultados electorales. Pero el costo interno podría ser alto, sobre todo en un núcleo duro que se referenció con aquellos que no quieren ninguna especie de puente con el Frente de Todos.
La chance del diálogo lo ubicó, sin embargo, en el centro. Cómo el referente máximo de Juntos por el Cambio, una de las dos puntas de la grieta. Hasta ahora, Macri jugó como un ordenador o árbitro de las estrategias ajenas. De los movimientos de los suyos. Cuidando que nadie salga herido pero que cada uno pueda crecer. Ess tarea no le impidió hacer su propio despliegue. Después de algunas incursiones exploratorias, el ex presidente estuvo en distintos puntos del país y en el siempre difícil conurbano. Los vídeos de las recorridas, subidos a sus redes sociales, lo mostraron siempre acompañado de vecinos, comerciantes y en medio de fotos o pedidos de retorno. Él nunca los respondió.
Mauricio optó por el enigma. Nadie sabe qué es lo que hará y si bien los halcones y las palomas lo ven afuera de la cancha, nadie puede descartarlo en un 100% porque hizo demasiados movimientos. Los macristas de Macri quieren esperar a principios del año que viene. Los que lo miran más de lejos, le prestan atención a su ego. Si las encuestas repuntan, si sus visitas callejeras mostraran una buena recepción, podría querer ser. Los más combativos ya dijeron que no será un postulante. Los más moderados no se animaron a tanto pero, por lo bajo, creen que habrá un acuerdo y que el hombre de la FIFA no competirá.
Macri tiene dos opciones. O ser candidato y cambiar por completo el tablero electoral, o ser el gran elector. El dedo mágico de su espacio. En este segundo escenario, Horacio Rodríguez Larreta apuesta por no esperar el señalamiento mágico. Con la gestión como fuerte, quiere ser la opción más lógica, la opción que no puede no acompañarse. Sin embargo, el escenario amarillo no está para nada calmo. Hoy por hoy, podría haber una interna en el PRO. Ni Bullrich ni el jefe de Gobierno mostraron interés por bajarse de la contienda. A ella, las encuestas le dan bien e hizo una buena construcción territorial. Él, en tanto, tiene equipo, estructura y un buen posicionamiento en los sondeos. Ambos exploran fórmulas cruzadas con el radicalismo.
Más allá de eso, Macri se mostró interesado en intentarlo hasta el final. En explorar todas las posibilidades para saber si puede o no puede ser candidato. En esa misión se incluirá el libro, su segundo, con fecha probable de lanzamiento a fines de octubre. Un momento extraño por su lejanía con las elecciones y su cercanía con el inicio del Mundial. Pero muy próximo al paso más importante para la oposición este año: la presentación del famoso plan que le dió título al escrito: "¿Para qué?". La gran preocupación de Mauricio, saber qué hará y cómo lo hará Juntos por el Cambio en caso de ser Gobierno.
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Por ese sendero se cruzó un cartel, el primero con tono electoral. Macri apareció junto a Néstor Grindetti, intendente de Lanús, en un afiche. Figuran ambos apellidos, el logo del PRO y el slogan de "cercanía y gestión". No quedó claro si es una gigantografía de campaña personal o de simple apoyo al cacique, a quien el ex presidente le dió su bendición para construir una postulación en Buenos Aires. Quedó a libre interpretación pero se sumó a otra señal dada en mayo. Unas pintadas, también en el conurbano, con el apellido de Mauricio y el de Cristian Ritondo, el diputado que empezó a trabajar junto al alcalde de zona sur, también con el apoyo del fundador amarillo.
A esos gestos se le sumaron las recorridas de los últimos meses en distintos escenarios. Más amables y menos amables. Salvo algunos episodios menores, el recibimiento siempre fue aceptable y dejó a varios sorprendidos. Una especie de medición del clima social para conocer la recepción e intentar encontrar algún punto de reivindicación de su gestión a nivel país. La gran apuesta es que la difícil situación económica actual permita ver que el período 2015-2019 no fue tan malo.
A un nivel más macro, Mauricio también mostró sus habilidades. En la lista no sólo entró el posible diálogo con Cristina sino también un posicionamiento claro en Boca Juniors, el club que le sirvió de plataforma política, sus fronteras en materia de reglas electorales o el Poder Judicial mediante el Consejo de la Magistratura. Respecto a lo primero, ya tuvo su foto con Martin Palermo en Santa Fe, algo que sorprendió a varios. Instantáneamente, quedó descartada una postulación en la política pero flotó en el aire la chance de ir por el club de la ribera.
La disputa por el Consejo de la Magistratura lo enfrentó a Elisa Carrió, con quien tiene una relación ambivalente. La líder de la Coalición Cívica lo cruzó por impulsar un candidato de Daniel Angelici, radical con fuerte peso en el negocio del juego. Cercano a Mauricio Macri, Lilita cruzó al ex presidente por permitir el lanzamiento de Carlos Matterson en representación de los abogados. Finalmente, triunfó el cuestionamiento, que también tuvo a la UCR nacional como figura clave, y los nombres elegidos fueron el de Miguel Piedecasas, del Moralismo, y Jimena de la Torre, ex diputada, con Alberto Marques como suplente del primero.
Con Gerardo Morales tampoco tiene la mejor relación. De hecho, es bastante problemática. Sin embargo, hay quienes recuerdan que en 2015 fue igual y que hoy siguen todos juntos. Perro que ladra no muerde, menos si se tiene cabal conocimiento del poder de la alianza. El último gran cruce fue por Chubut y la intención de una porción de la UCR de apoyar la suspensión de las PASO. Macri los trató de "cómplices" y el jujeño le pidió que ordene a su tropa "violenta". Incluso, señaló a Bullrich como la racional del ala dura del PRO, alguien con quien, a diferencia de Mauricio, se puede dialogar. De suspenderse las primarias, JxC podría sufrir filtraciones importantes. Por eso la defensa de la herramienta en todos los niveles, para ordenar una interna muy compleja.
La aparición de Macri terminó por desordenar el mapa de la oposición porque impulsó a todos. En Buenos Aires, le dió el visto bueno a muchos candidatos y también lo hizo a nivel nacional. Subió a dirigentes que estaban, tal vez un poco más tapados. Pero no se la jugó por ninguno. Todavía no dijo "este es mi postulante". Todo lo que se haga este año, será un entrenamiento para el verdadero partido, el del 2023. El Mundial marcará el fin y el comienzo de una nueva etapa. Este año deberá traer el plan común para todos, con la intención de tener material de campaña. Lo primordial, sin embargo, pasará por mantener la unidad pese a los huracanes. Juntos por el Cambio está en riesgo de volar por los aires todo el tiempo y nadie se animó a vaticinar el futuro de la coalición, aunque siempre se diga que no está en duda.