En medio de una importante división actitudinal, la oposición adoptó la rebeldía del feriado. El discurso de Alberto Fernández, decretando el asueto, fue un parte aguas para Juntos por el Cambio, algo que impactó de lleno en el discurso pacificador y de recreo grietista. Incluso determinó la posibilidad de asistir a la sesión especial convocada en Diputados para este sábado por el temor a ser señalados como parte integrante del clima de odio y división social.
La oposición siguió de cerca la jornada de movilizaciones pero en ningún momento se planteó la posibilidad de asistir, de alguna manera, a la proclama en defensa de la democracia. Las expresiones se limitaron a intervenciones en redes sociales y la foto de los senadores cambiemitas del jueves a la noche en el Congreso. Para la alianza, no era oportuno asistir a una marcha convocada por el mismo presidente que los "acusó del atentado" en la cadena nacional.
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Ese fue el punto de inflexión. El mensaje de Fernández hizo naufragar, según las filas de JxC, la posibilidad de una foto de unidad con distintos líderes políticos. Histórica. Si hubiera convocado, dijo una fuente del PRO light, hubieran ido. Aunque, también reflexionó, probablemente no todos los actores de la oposición la hubieran aceptado. Parecido al discurso de Cristian Ritondo en Twitter, que acuso que en el oficialismo "hablan de la unidad nacional y no convocan a un solo opositor. Hablan de amor en un discurso cargado de odio y resentimiento. No fue un “feriado de reflexión”, fue un acto partidario y una oportunidad perdida de ser mejores".
El decreto del feriado generó mucha molestia en el mundo de la oposición porque "obligó" a acompañar a Cristina a quienes no quieren hacerlo. De hecho, hubo también grieta en torno a ese tema: por una cuestión operativa y de vínculo cercano con Buenos Aires, la Ciudad tuvo servicios públicos con cronograma de día no hábil. Corrientes también se sumó a la medida pero no lo hicieron Mendoza ni Jujuy.
Por estas horas, la alianza mostró una serie de comportamientos diferenciados. Por un lado, quienes creyeron que un repudio a lo sucedido era el único discurso oportuno para el momento. De hecho, hubo un comunicado de la mesa nacional, redactado el jueves a la noche con los caracteres justos para un tuit, que naufragó producto de algunas diferencias internas. El breve texto planteaba la condena al atentado y exigía respuestas por parte del Ministerio de Seguridad. Esto último fue lo que generó discusiones. Si incluirlo o no por considerarlo, en algunas tribus, inoportuno para el momento vivido. Luego, como los dirigentes ya se habían manifestado a título personal y partidario en redes sociales, terminó abortado por carente de sentido.
Esas diferencias se manifestaron también en el Parlamento. En la tarde del viernes se dio por sentado que el PRO no asistiría a la sesión especial convocada para el sábado para no someterse a cuestionamientos. Un diputado halcón confirmó esa versión pero uno del bando de las palomas se sorprendió al conocer el dato: "Que salgan y que lo digan", sostuvo ante la consulta de este medio, visiblemente molesto por una decisión que lo había excedido y con algo de conciencia sobre la responsabilidad histórica. Ese rumor quedó, minutos después, descartado. "No hay definición", se dijo desde la dirigencia y se arrancó una serie de negociaciones con el oficialismo.
La oposición pidió ciertas garantías para asistir. Básicamente, resumidas en la necesidad de no quedar como blanco de los cuestionamientos. Firmar sin recibir críticas o señalamientos. Finalmente, según manifestó una alta fuente parlamentaria de Cambiemos al cierre de esta nota, la decisión se tomaría el mismo sábado en o tras la reunión de Labor Parlamentaria, ámbito donde se negocian las condiciones del debate en el recinto. Sin embargo, otro diputado aseguró que el interbloque estaría presente. .
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La sesión del sábado no será una sesión más ni tendrá las características de otros tratamientos en el hemiciclo. Será una convocatoria mayor, no sólo a diputados y diputadas sino también a todos los espacios políticos, sindicales, sociales, empresariales y religiosos con el fin de hacer un llamado a la paz social, más allá de las ideologías, en defensa a la democracia y una proclama institucional de la Cámara integrada por los representantes del pueblo. Por ende, un posicionamiento del pueblo.
Más allá de las idas y vueltas, buena parte de la oposición se mostró visible y realmente preocupada por lo sucedido. De hecho, Ricardo López Murphy tuvo que sacar un comunicado explicando por qué, después de haber publicado la frase "ellos o nosotros", repudió el atentado. Casi como intentando convencer a los propios.
Pero, también, un sector importante decidió encontrar un anzuelo en medio del océano para justificar el abrazo a la grieta. Ese anzuelo fue una frase del Presidente: "Estamos obligados a recuperar la convivencia democrática que se ha quebrado por el discurso del odio que se ha esparcido desde diferentes espacios políticos, judiciales y mediáticos de la sociedad argentina". Ese fue el fragmento que le permitió a Patricia Bullrich salir en público y generar repercusiones marcando, claramente, que un sector importante de la alianza la sigue en su postura.
Para la alianza, el discurso del presidente no fue para nada pacífico y rompió la unidad que se había generado en las primeras horas posteriores al atentado. Momentos en que la dirigencia publicó, casi de forma unánime, el repudio a lo sucedido e, incluso, la foto conjunta en el Senado. Pero en las previsiones, la grieta seguirá. No se tomará un recreo, ni siquiera unos días.