El antikirchnerismo se sobrepuso. No importó la performance de Javier Milei en la televisión sino la necesidad de señalar que el candidato de Unión por la Patria, por lo que sea y por donde se lo mire, va a ser peor que el libertario. El enojo infundado del "peluca" delante de las pantallas fue minimizado y se siguió con la estrategia, con una hoja de ruta que, al menos hacia afuera, no sobresaltó los ánimos ante una apuesta muy riesgosa.
Quienes tomaron la decisión hace tiempo y están al lado de Mauricio Macri, se vieron tranquilos. Se sintieron cómodos con el juego de arrinconar a sus (ex) compañeros de alianza al forzarlos a manifestar el sentido de su voto. Un juego doble, porque también se los intentó acorralar con la excusa de que serán responsables de la llegada de Sergio Massa al poder, en caso de ganar. Un discurso que servirá para pelearse ahora y después del diez de diciembre.
¿Hasta cuándo va a durar, formalmente, el sello de Juntos por el Cambio? Probablemente eso termine de definirse con el resultado de las elecciones. Pese a la relación extremadamente tirante dentro del PRO y dentro de la alianza, no se abandonó la posibilidad de una unión sostenida en el tiempo. Por ahora, pura especulación.
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En plena guerra mediática y tuitera, con mensajes cada vez más agresivos, sobre todo después de la reaparición de Macri, se imaginó una unidad, pase lo que pase, en materia institucional pero una división en la práctica. Una grieta que servirá para que los sectores tengan mayor libertad de negociación y de acción. Aunque no sin reproches. Desde tierras amarillas se predijeron acercamientos y acuerdos puntuales, uno a uno, entre Massa presidente y la UCR.
De darse ese escenario de derrota libertaria, probablemente Mauricio Macri quiera pelear por la tenencia del concepto de "cambio". Si la alianza se rompiera, pese a algunos intereses, el ex presidente querrá quedarse con la idea de la transformación, pilar en torno al cual construirá su discrepancia con el resto de los socios. Juntos por el "Cambio" no será de todos, entonces, sino de él. "El que yo fundé", dijo el viernes a la mañana, dando a entender que se siente dueño y patrón del sello y la construcción.
El PRO se someterá a una puja similar. Mauricio siente tener "más ascendencia" sobre el partido que fundó a principios de los 2000, pese a que muchos de los que aparecieron como figuras de recambio construyeron junto a él durante ese período. Patricia Bullrich, aliada con el ex presidente, se vería beneficiada por la pelea simbólica, aunque se incorporó al espacio en la mitad de su historia.
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¿Existen las chances de mantener la unidad ante una eventual derrota libertaria? Por el momento, no pareció haberse pensando en la existencia de una catástrofe parlamentaria y de gobernabilidad en provincias propias. Pero si el libertario llegara a fracasar, probablemente el bloque de La Libertad Avanza, en Diputados y Senado, se parta en varios pedazos, terminando con el reducido poder de fuego ganado en las elecciones generales. Por ahora, las cuentas no están cerradas.
Tras el pronunciamiento de Cristian Ritondo, se especuló con que 30 o 35 diputados podrían elegir el camino de Javier Milei. De 51 legisladores amarillos a partir del diez de diciembre, se quedarían con la mayoría pero perderían volumen por la partición en Diputados. Esas fisuras obligaron a que - a diferencia del Senado, donde la UCR es ampliamente mayoritaria - no haya existido la posibilidad de un documento conjunto, por lo que cada uno debería expresarse a título personal. De todos modos, se mantendrá la composición actual hasta el 10 de diciembre.
De ganar el libertario, se esperó una afluencia mayor de dirigentes hacia las filas de los "anti". De perder, con números menos favorables que en la actualidad, los halcones buscarán acordar, "en temas puntuales", con sus (ex) socios. Volviendo al principio de la nota, el ejemplo práctico de una unidad institucional y una división puntual en la práctica.
Habrá que ver cuántos están dispuestos a sostener, con demasiado esfuerzo, esa ilusión. Sobre todo después del cruce que protagonizaron Martín Lousteau, de Evolución radical, y Hernán Lombardi, una de las figuras más cercanas a Macri. El primero señaló al ex presidente como el responsable de la derrota y la delicada situación para Juntos por el Cambio. El segundo le recordó que Mauricio "fundó el PRO, que ayudó a fundar una alternativa a estos mafiosos, que fue 2 veces jefe de gobierno y luego Presidente, pasa todos los límites". Lombardi parece haber advertido (junto a otras figuras que, en algunos casos, hablaron muy mal del ex presidente en otro tramo del año) que "con Macri, no".
Lo cierto es que el destino de la coalición no está cerrado. Ya vivieron muchas crisis terminales y siguieron en pie, pero el desgaste de esta pelea se volvió inconmensurable. Por el momento, los que decidieron mostrarse imparciales manifestaron su deseo de salvar Juntos por el Cambio. Los halcones predijeron una unidad institucional. Ambos parecieron haber aceptado que piensan diferente y que el futuro no los encontrará 100% juntos.
El resultado electoral determinará las acciones y configurará el mapa. Uno en donde el PRO apareció fragmentado mientras que la UCR dejó atrás las internas para fusionarse en unidad. A fin de año, designarán un nuevo presidente para el Comité nacional y podrían pactar la unión parlamentaria.
Macri peleará para que el escenario del 10 de diciembre sea el más favorable para sus intereses. Para eso, tiene que ganar Mieli. Con pocas apariciones de campaña durante la semana post electoral, el raid mediático lo llevó a lograr repercusión internacional, pero negativa. También perdió votos de influencers en tierras argentinas. Pero es quien "lidera el cambio", como dijo Mauricio. Es el referente antikirchnerista.
Ante los ataques de rabia televisados, el recuerdo amarillo del valor del dólar. Ante su descoloque mediático, la idea de que sólo se enojó porque había ruidos detrás de cámara, una versión lavada de la historia. "Los valores están cada vez más destruidos", dijo una fuente que intentó comparar la performance de un candidato presidencial sin capacidad de frustración con la de un diputado nacional acusado livianamente por una periodista macrista.