Cada tanto, Mauricio Macri vuelve a escena para mostrarse como líder del PRO y funcionar como una suerte de amalgama en las disputas internas de su partido y de la coalición. Sus preocupaciones centrales pasan por la necesidad de mantener la unidad evitando cualquier "golpe antideportivo" por debajo de la línea del cinturón y por el hartazgo de la sociedad con el sistema político del que ya Juntos por el Cambio no puede excluirse. El crecimiento de opciones como las de Javier Milei, con la bandera de la novedad, se convirtió en un susto para el ex presidente de cara a las elecciones 2023 que vio cómo le robaron el discurso del cambio de paradigma.
Por ahora, Mauricio no esbozó ni dejó entrever qué hará con su futuro político, si su nombre estará en una boleta o no. Tampoco optó por inclinar la balanza hacia uno u otro candidato en distintos niveles y distritos. Hasta el momento, decidió limitarse a ser algo así como el gurú de la convivencia y de la moral, bajando la línea de la unidad a como dé lugar y del mantenimiento de los valores de su espacio, entre los que se incluyen la institucionalidad, el Estado de derecho y novedades a la hora de abordar la cuestión social desde otro punto de vista. “Creo que nos volvimos más pragmáticos y metimos en nuestra agenda cosas que antes no eran centrales”, analizó una fuente que, en las últimas horas, compartió espacio con el jugador de bridge.
Macri estuvo el lunes con todos los diputados bonaerenses del bloque PRO, salvo tres que no estuvieron en zona, y a la noche cenó con María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Estas tres figuras son centrales para abordar prácticamente el país entero, todas con aspiraciones de posicionamiento nacional. Sin embargo, su incidencia en la provincia y la Ciudad de Buenos Aires son fundamentales para los armados en dos distritos clave. Uno de ellos, CABA, bajo su dominio desde 2007 y el otro, la provincia, como un territorio de posible conquista.
En la cena prefirieron analizar la situación del gobierno nacional a horas de conocerse un nuevo y preocupante índice de inflación. Pero también charlaron, una vez más, sobre la necesidad de tratar de mostrar unidad y bajar el tono al internismo. Tratar de mostrar no quiere decir mostrar algo que exista. Las peleas entre Larreta y Bullrich no son nuevas, las disputas por el discurso y por las candidaturas funcionan como telón de fondo pero, al final del viaje, la esperanza pasa por un acuerdo. Como en 2021, cuando la presidenta del PRO bajó su postulación al Congreso, el larretismo espera poder llegar a un pacto que, sin la ausencia de ladridos en el proceso, evite las mordidas y las rupturas.
Por eso, más allá de la máxima de evitar las peleas públicas porque la gente la está pasando mal y no necesita una dirigencia dividida, se celebró que todos quieran ocupar un cargo y competir. Siempre bajo la premisa de no pegarse por debajo del cinturón sino respetando las reglas de juego. Algo así como un ordenamiento para, en medio de un contexto de crisis, poder mostrarse como la mejor opción posible para suceder al Frente de Todos en Casa Rosada.
Antes de eso, y a pedido de los diputados bonaerenses del PRO, Macri estuvo en Buenos Aires en un encuentro comandado por Alex Campbell, hombre de Vidal, y Adrián Urrelli, de Néstor Grindetti. Tampoco se habló de candidaturas y Mauricio volvió a mostrarse como referente del PRO. Algunos dicen que, por lo bajo, el ex presidente destacó el conocimiento que tienen de la provincia tanto Grindetti como su primo Jorge, alcalde bajo licencia de Vicente López, por lo que serían una buena opción para la gobernación.
En Buenos Aires se manejan tres líneas de posibles candidaturas. Una, la de los intendentes donde también se destaca el intendente platense Julio Garro. En este caso, el posicionamiento más peculiar se lo lleva Jorge Macri que, como ex intendente y actual ministro de Larreta, puede postularse por uno u otro distrito, lo que convenga más. Otra de las líneas es la encabezada por el diputado Cristian Ritondo, el embajador de Vidal en ese territorio. Quienes lo acompañan en las recorridas destacan que ya formó parte de un gobierno bonaerense y que conoce mejor, incluso que los intendentes, la gestión del distrito más populoso del país. Según confió una fuente del espacio, a María Eugenia le llevó casi dos años poder comprender el funcionamiento fino de la administración pública y esa ventana de tiempo no tiene por qué darse ahora, dado que ya hubo un equipo que ocupó el edificio de La Plata.
Ni hablar, en esa línea de razonamiento, de las posibilidades que podría tener la tercera opción bonaerense, la larretista del diputado Diego Santilli. Respetado por su resultado el año pasado, porque ganó, no se menosprecian sus intenciones pero nuevamente, analizaron, recaerían en el error de llevar a la gobernación a alguien que desconoce por completo la gestión de la provincia porque, básicamente, fue vicejefe de gobierno porteño. De otro distrito.
En ese contexto complejo, Macri les pidió hacer lo posible para armar el mejor equipo con chances de ganar. Algo que seguramente se definirá primero en encuestas internas y luego en unas PASO. Sin descartar ninguna de las opciones, incluso alguna radical. Para eso, les pidió mantener los valores porque uno de sus miedos es que los dirigentes de su espacio desnaturalicen las razones que los hicieron entrar a la política y que todos terminen transformándose en parte del sistema que quieren cambiar.
Esto último está íntimamente ligado a cierto temor ante el crecimiento de Javier Milei en las encuestas, que incluso ya decidió lanzarse por la Presidencia porque le corrió la línea fundacional a Juntos por el Cambio. Les clausuró el discurso de la novedad y de ser externos al sistema tradicional. Sobre el libertario, un dirigente que compartió encuentro con Macri reconoció la sensación de hartazgo con la dirigencia política y el concepto de lo “distinto” aportado por Milei en ese sentido pero, aún así, aclaró que la Argentina no puede experimentar con alguien que encarna algo diferente pero no tiene experiencia.