Se hicieron las 20:15 del sábado y Horacio Rodríguez Larreta no había salido a hablar. Algo extraño para un jefe de Gobierno extremadamente puntual. El mandatario estaba esperando los resultados de una negociación con el oficialismo nacional y, en paralelo, gestionando la foto de unidad para no quedar solo a la hora de encarar una respuesta formal sobre la represión ocurrida en la casa de Cristina Kirchner. El sábado fue una jornada tumultuosa para la oposición. Miradas diversas y encontradas sobre el operativo desplegado por la Ciudad que, casi al final del día, se reencontraron detrás de un comunicado de la mesa nacional justificado, solamente, por su oposición al kirchnerismo.
A Larreta lo corrieron los halcones y también las pseudopalomas. Fue el blanco fácil del fin de semana. Los halcones, porque creyeron que el operativo represivo debía haber sido más firme. Si el mandatario hubiera hecho las “cosas bien”, no lo podrían haber “pasado por encima como un pisa papa a la papa”. Más a fondo. Más violento. Así debería haber sido el despliegue. Los pseudopalomas, porque consideraron que la muestra fue innecesaria y una provocación. Que iba a fracasar. Como efectivamente sucedió.
Pero las diferencias, al final del día, se borraron a la hora de sentar una posición pública. La mesa nacional de Juntos por el Cambio sacó un comunicado respaldando el accionar de la Ciudad y su policía. El texto fue propuesto por Patricia Bullrich, según dijo una fuente PRO, y redactado por ella junto a una persona cercana a Larreta. Luego, se puso a consideración de la mesa nacional reducida, la de los jefes de partido. En general, en momentos de urgencia, las posiciones de la alianza no son sometidas a votación sino gestionadas por la jefa de los amarillos, Gerardo Morales de la UCR, Maximiliano Ferraro de la Coalición Cívica y, según el caso, Miguel Ángel Pichetto por Peronismo Republicano. En este caso, el texto no circuló por los chats de todos los miembros y se acotó a las cabezas.
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El comunicado logró lo que no se había logrado en la previa. En realidad, el logro fue de Cristina que, una vez más, obligó a la oposición a fingir cierta unidad. El antikirchnerismo empujó a la coalición a mostrarse firme contra la líder del oficialismo y salió el texto que, implícitamente, llevó la firma de todos. Incluso de aquellos que no se habían mostrado tan felices con la decisión de Larreta de vallar la casa de la vicepresidenta después de una jornada de vigilas pacíficas.
“Hubieran puesto baños químicos”, fue una expresión que sonó fuerte en el arco opositor durante el sábado. Para la Ciudad, los vecinos de Recoleta habían vivido un “infierno” durante la semana de manifestaciones porque la militancia hacía “sus necesidades” en las inmediaciones de los edificios del barrio. Lejos de solucionar un problema obvio para las demandas orgánicas del cuerpo, el Gobierno porteño optó por vallar la zona durante una tormenta, cuando no había gente. Una muestra del famoso consenso del 70% pregonado por el mandatario capitalino.
Esa decisión no fue compartida por todos. Hubo discrepancias incluso dentro de las sillas ocupadas por funcionarios capitalinos. A nivel general, la UCR y la Coalición Cívica marcaron sus diferencias con la medida pero, hacia adentro, un importante ministro de la Ciudad también se mostró levemente en contra de la medida. Por innecesaria y provocadora, no votó a favor del despliegue pero perdió. En la gestión capitalina se apuntó contra el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, acusado de haber convencido a Larreta de tomar una decisión equivocada junto al titular de Seguridad, Marcelo D’alessandro. Hacia adentro, hubo enojo y culpas compartidas.
Por eso, el jefe de Gobierno buscó su foto de unidad. No sólo con el comunicado y las expresiones en las redes sociales sino en sus espaldas durante una conferencia de prensa. “Ahora, todos bancando a Horacio a pesar de que no hizo las cosas bien”, dijo una fuente PRO. “En definitiva, apoyo”. Lo que terminó de unificar a Juntos por el Cambio fue la figura de Cristina Kirchner enfrente. Unos lo criticaron por tibio, otros por provocativo pero, al final del día, le dieron su acompañamiento porque triunfó el antikirchnerismo. Una posición que se reflejó en el discurso del mandatario porteño pero que, en la práctica, derivó en el repliegue de la policía local, post reunión de funcionarios nacionales con capitalinos.
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Horacio Rodríguez Larreta fue el perjudicado de la jornada pese a la imagen de la conferencia de prensa. Sobre él cayeron las críticas de un sector y de otro. Sus decisiones del sábado a la mañana (o viernes a la noche) sólo podían desembocar en la represión o en la marcha atrás. Hizo las dos. Reprimió y sacó a la Policía. Fue la corona de una semana de la que creyó salir airoso.
Para el larretismo, que Cristina lo haya comparado con Mauricio Macri fue “un regalo del cielo”. La vicepresidenta lo halconizó en un contexto de extrema polarización y lo levantó en la interna de Juntos por el Cambio. Pero este sábado, tal vez empujado por la espuma del pseudo-éxito, tal vez por una mala decisión, o tal vez por un extraño efecto buscado, quedó mal ubicado dentro de la interna.
La situación favoreció a los halcones. A los Macri y a los Bullrich. Los “ancha avenida del medio” quedaron fuera del mapa. Incluso, la jornada fue aprovechada para mandarle un mensaje a otros “moderados”. Mario Negri, presidente del bloque de la UCR, lanzó: “Espero que no sea el comienzo de aquella Venezuela en la que la oposición terminaba en la calle y luego se dividía. Hay que tener serenidad. Defender la división de poderes y no hacer chiquitajes internos frente a situaciones de esta gravedad”.
El misil fue teledirigido a Facundo Manes, que esta semana se mostró en contra del pedido de juicio político a Alberto Fernández y apostó por romper Juntos por el Cambio con declaraciones contrarias a las mayorías para intentar diferenciarse. Halcones o muerte. En Juntos por el Cambio no hubo lugar para medias tintas ni actuaciones.