El radicalismo ganó volumen en las elecciones 2021 y se prepara para disputarle una PASO, en todos los niveles, a un PRO con el que comparten un número similar de acciones en la sociedad opositora Juntos por el Cambio. El mapa de la Argentina no quedó pintado de amarillo sino que mostró una gran división entre el Frente de Todos, la UCR y el macrismo. Por eso, desde el partido centenario se envalentonaron con miras a un 2023 que debería incluirlos en la fórmula presidencial cambiemita y varios lugares de poder.
Corrientes, Misiones, Jujuy, Santa Fe, Mendoza, Santa Cruz y prácticamente todo el interior de Buenos Aires quedaron en manos del radicalismo que, además, colaboró en igualdad de condiciones para darle el triunfo a Cambiemos en La Pampa y Córdoba. Su socio, en cambio, tuvo mejor performance en el conurbano, Corrientes, San Luis y Chubut, varios distritos menos que el partido que conduce, a nivel nacional, Alfredo Cornejo.
Los resultados le permitieron a la UCR plantarse como un compañero indispensable para ganar cualquier elección en la Argentina e, incluso, disputar una interna si el PRO no le permitiera ingresar a lugares codiciados, como sucedió en Buenos Aires este año. El radicalismo hubiera preferido una lista de unidad con Facundo Manes a la cabeza pero no los dejaron y fueron a una PASO en la que sorprendieron los números del neurocientífico, hacia un lado y hacia el otro. Fueron tan altos que lograron una campaña general en igualdad de condiciones con Diego Santilli, casi desplazando a la segunda de la boleta, Graciela Ocaña.
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Pero esa espalda, sin embargo, no servirá para romper a la oposición. En principio, entendieron que juntos son más que separados y que la herramienta de las PASO sirve para dirimir diferencias internas, disputar una candidatura pero ir encolumnados detrás de los ganadores una vez superada la instancia. El que gana conduce, el que pierde acompaña. Algo que descubrieron este año, después de haber sufrido una derrota muy fuerte en el 2019.
Con ese discurso, después del domingo desde la UCR salieron a aclarar que ningún dirigente, en soledad, puede adjudicarse el triunfo de la oposición. En Cambiemos, molestos porque esperaron más de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, prefirieron federalizar los resultados sin nombres propios. Las recorridas de Patricia Bullrich no alcanzaron para que ella se hiciera cargo de la victoria, los números del AMBA no bastaron para que Horacio Rodríguez Larreta lo hiciera en esos distritos. Todos colaboraron.
Pero esa unidad forzada no necesariamente mostrará paz de acá al 2023. El radicalismo se prepara para elegir a su nuevo presidente, algo que sucedería recién en marzo del año que viene, y enfrenta varios cruces internos. Un sector, molesto por el acercamiento de Martín Lousteau y Larreta, apuntó contra el senador porteño. Desde el entorno del ex ministro de Economía de Cristina Kirchner cuestionaron a Mario Negri por correrse de la campaña cordobesa y vincularse con Mauricio Macri. También contra Gerardo Morales por empezar a sonar como uno de los posibles sucesores de Cornejo al frente del partido.
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En el Congreso también tendrán varios tragos amargos. En momentos de elección de autoridades, Negri todavía corre con chances de seguir al frente del interbloque de Juntos por el Cambio pero "con condiciones" del Lousteauismo. Incluso, un dirigente nacional no descartó la rotura del bloque radical en caso de tensarse ciertas discusiones en Diputados.
El partido centenario también será una herramienta fundamental para generar divisiones internas a la alianza opositora. Bullrich y Morales coquetearon públicamente con una candidatura presidencial que, en principio, no prosperaría pero que, de momento, serviría para molestar a Larreta, con las mismas pretensiones. Es que, en realidad, el candidato del gobernador de Jujuy es Facundo Manes. Por el lado de Larreta, el jefe de Gobierno apunta a una división radical con el acercamiento de Lousteau. En caso de lograrlo, podría generar debilidad en su socio.
A dos años de las elecciones, ya hubo varios anotados. Por el lado del radicalismo suenan Morales, Cornejo, Manes, Lousteau podría tener chances si no se quedara con la Ciudad. Por el sector PRO, ya comenzaron la campaña Bullrich y Larreta, con Macri expectante. Sin embargo, la bajada de línea fue clara: jugar por lo bajo, no exponerse a errores innecesarios y no arrancar la carrera antes de tiempo, signo de un egoísmo dirigencial fuerte para años de post pandemia.