En tres semanas, la Unión Cívica Radical definirá su futuro. Con la gestión de Gerardo Morales en sus momentos finales, el partido tendrá que decidir quién comandará los destinos boina blanca que, en principio, debería encontrar una unificación para terminar con las internas. Esa silla será importante para delinear las políticas del espacio pero podría no alcanzar para manejar los hilos de un Congreso nacional que, por ahora, se mostró más proclive a obedecer a los gobernadores que a la cabecera.
El miércoles se reunieron los gobernadores de Juntos por el Cambio y, después del encuentro, hubo un sub-mitin entre los radicales. Cruzaron algunas palabras para empezar a delinear los próximos pasos a seguir, una vez saldada la posición pro-”cambio” y pro-”gobernabilidad” en favor de Javier Milei pero con “control” parlamentario.
Esos próximos pasos son, en principio, dos. Por un lado, la elección del presidente del Comité nacional. Por el otro, el destino de los bloques en el Congreso. Puntualmente, en Diputados. Hace dos años, en plena interna por los cargos – misma puja que este diciembre pero, en teoría, más pacífica -, el radicalismo se rompió en la Cámara Baja y nació Evolución, algo que no sucedió en el Senado.
Desde las elecciones, empezó a sonar la posibilidad de reunificarse el 10 de diciembre. La victoria de Milei y la posición opositora adoptada por la UCR, en forma mayoritaria, funcionó para volver a acercar posiciones y pensar en un partido con otra impronta, sobre todo porque tendrá un número codiciado en el Congreso, llave para cualquier negociación.
La conducción del partido impactará directamente en el parlamento. Dos nombres se recortaron sobre el resto para presidir el espacio. Por un lado, el correntino Gustavo Valdés, que confirmó que dará la batalla y, por el otro, Martín Lousteau. En Evolución confían en que el senador tendrá los votos necesarios para triunfar pero se temió por una jugada sucia de Mauricio Macri para que el porteño no se imponga.
El candidato en Boca está intentando tentar a algunos radicales con lugares en un gobierno ajeno para alejar esos votos de Lousteau y para dividir al partido en el Congreso. Además, se puso en duda que, con un candidato del interior para comandar el Comité, pueda ganar un porteño.
Valdés ya anticipó que también irá por los bloques y en la reunión del miércoles se charló, en la Casa de Mendoza, la posibilidad de que Evolución no pelee la presidencia del bloque radical para quedarse sólo con el Comité. Por una cuestión lógica y para no sentar precedentes que puedan complicar funcionamientos a futuro, apareció extraño que los rupturistas comanden, dos años después, el bloque que rompieron.
Rodrigo de Loredo surgió, desde Evolución, como una figura con chances para ocupar ese lugar pero la resistencia interna y el reciente quiebre del bloque se mostraron como problemáticos, ya sea por lógica o por una negociación política para quedarse con el Comité. ¿Quién podría ser? Sonó el nombre de Facundo Manes, que tuvo algunas actitudes que no gustaron a los socios y no jugó en “equipo” con el pedido de juicio político contra Alberto Fernández que el neurocientífico rechazó.
MÁS INFO
La reconfiguración de los bloques deberá estar lista para el diez de diciembre. Por ahora, tanto la UCR como el larretismo y la Coalición Cívica, que reunió a su mesa nacional el viernes, optaron por la posición de “oposición responsable”. La semana que viene debería estar conformado un bloque de centro. La gran duda es si estará dentro del interbloque de Juntos por el Cambio, si será un interbloque aparte, rompiendo la alianza, o si no tendrá forma pero sí contenido y un horizonte común a futuro.
La continuidad o ruptura de Juntos por el Cambio se hará formal el 10 de diciembre. La clave pasará por el Congreso de la Nación, donde la alianza tendrá la llave para destrabar el tratamiento y sanción de leyes. Las miradas están posadas sobre la figura de Cristian Ritondo, actual titular del bloque PRO con expectativas para presidir la cámara de Diputados, algo que se puso en duda a partir del desfile de otros nombres, particularmente el de Florencio Randazzo.
Quienes miran con buenos ojos al ex ministro de Cristina Kirchner destacan su capacidad de dialogar con otros sectores, algo que será indispensable para la nueva gestión. Con un Congreso partido, puntualmente en Diputados, las negociaciones serán moneda corriente. Pero quienes promocionan a Ritondo centran su mirada en la posibilidad de generar consensos con los, hasta ahora, socios de Juntos por el Cambio.
Para Ritondo, el primer objetivo será el de la presidencia y abrirá futuros diferentes para la alianza. Si el dirigente PRO llegara a convertirse en el jefe de la Cámara, quedaría en la línea de sucesión y sería concebido como parte del gobierno de Milei. Con los aliados en posición de oposición, la ruptura apareció como inevitable.
La alianza dejará de existir tal como se la conoció hasta ahora. La duda es qué formato adoptará. En principio, las negociaciones serán ley a ley, pero se prevé que la llegada de Ritondo a la jefatura de Diputados aleje a la UCR, parte del PRO y la Coalición Cívica de un armado común.
En caso de no ser presidente de la Cámara, su segundo objetivo será el de mantener la conducción del bloque. En este escenario, para colaborar con los gobernadores, se podría pensar en una supervivencia de la coalición aunque seguramente con algunas filtraciones.
En cualquiera de los dos futuros, la oposición tendrá un número codiciado. Con Ritondo como presidente, la fusión del PRO y La Libertad Avanza le dará más músculo al oficialismo y los “centristas” conformarán otro espacio con cerca de 50 legisladores. El gobierno los tendrá que buscar para avanzar con leyes.
De no quedarse con la jefatura de la Cámara y buscar el mantenimiento de cierta unidad reformada, el interbloque de la segunda oposición – Juntos por el Cambio – será aún más robusto. Un dato importante no sólo para la silla máxima sino para el reparto de comisiones pese a que los más moderados no querrían reeditar el Grupo A.