Este domingo, en las elecciones PASO, el Chaco enfrentará dos propuestas de Juntos por el Cambio encabezadas por candidatos radicales. La gran diferencia es que uno cuenta con el apoyo de Gerardo Morales, presidente del Comité nacional, y el otro tiene el respaldo de Gustavo Valdés, el gobernador de Corrientes con un reciente triunfo legislativo. En resumidas cuentas, el dirigente buscará arrebatarle al jujeño la conducción del partido centenario a fin de año.
El resultado de la elección será importante dentro de la alianza, ya que determinará quién de los dos nombres fuertes disputará la presidencia de la UCR en diciembre. Valdés tiene la esperanza, y los números previos así lo indican, de ganar la interna en el Chaco y consolidarse como el referente del norte del radicalismo en Juntos por el Cambio.
Si logra la victoria, comenzará a extender su influencia a varios distritos del país. Esto generaría apoyos y también peso a la hora de negociar. Si su candidato se impone este domingo, ya tendrá una fuerte presencia en Chaco con Leonardo Zdero. El actual diputado provincial se sumará a una lista de dirigentes que también incluye al misionero Martín Arjol, además de su propia gobernación en Corrientes y la reciente demostración de que sigue siendo un imán para los votantes.
A esta estructura se sumarán armados en Catamarca, Formosa, San Luis y parte de Córdoba. Al construir una base sólida, buscará convertirse en la referencia radical para competir por la conducción en una batalla nada sencilla debido al peso actual de Gerardo Morales y Martín Lousteau, quienes ocupan las máximas posiciones en el Comité.
El enfrentamiento entre ambos no escaló a los niveles de discusión que supo mostrar el PRO en los últimos meses, pero Valdés se ubicó más cerca de Patricia Bullrich en el pasado reciente. Fue parte de la foto inaugural del Grupo Malbec integrado también por Alfredo Cornejo, de fuerte incidencia en los procesos de toma de decisión bullrichista, Rodolfo Suárez, Luis Naidenoff y Carolina Losada. Todos sonaron como posibles vices de la ex ministra pero, por el momento, ninguna versión encontró una base estable.
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De todos modos, Valdés no terminó de cortar lazos con Horacio Rodríguez Larreta. Siempre se mostró abierto a compartir escenario con todos, en especial por la ausencia de tiempos apremiantes en su carrera política. Con elecciones defasadas en Corrientes, tendrá mandato por un año y medio más, por lo que nada lo apuró a elegir un bando.
Fue el primero en recibir a Larreta el domingo para celebrar los resultados de los comicios legislativos locales y formó parte de las firmas por la ampliación de Cambiemos en plena disputa por la incorporación de Juan Schiaretti a la alianza. En ese comunicado, Bullrich y Cornejo, los exponentes del ala dura del PRO y la UCR, quedaron aislados. Para el correntino, como para el radicalismo en general, la apertura es fundamental pero cuestionó, como otros, el momento. Sin embargo, su nombre estuvo en el texto.
Con esa cintura, Valdés, entonces, se dedicó a construir para convertirse en un dirigente importante y con chances para conducir el partido. A Morales se le cuestionó la jugada personal en las decisiones importantes en materia electoral y de alianzas, sin consultar con el partido antes de acordar sino después. Eso hizo que un sector de la UCR se sintiera molesto y decidiera apartarse. El correntino fue uno de los primeros en manifestar la molestia.
Las diferencias derivaron en un aprovechamiento por parte del bullrichismo que, hasta fines del año pasado, apareció como vacío de radicalismo y luego empezó a tener mayores vínculos con el armado centenario. La presidenta del PRO bajo uso de licencia los incentivó a crecer como grupo anti-Morales para que de ellos saliera su compañero de fórmula. El equipo se amplió y también llegó a Buenos Aires, con la figura central de Maximiliano Abad. Allí todavía no hubo cierres de negociaciones pero también podría darse la división nacional boina blanca.
Esta disputa tendrá un capítulo concreto en Chaco el domingo. La alianza le propondrá a los votantes las opciones comandadas por Juan Carlos Polini y otra por Leandro Zdero. El primero, cercano al armado tradicional del radicalismo en la provincia, cuenta con el armado de Ángel Rozas, ex gobernador chaqueño y senador, entre otros cargos, y con el apoyo nacional de Morales que, a nivel país, selló un vínculo fuerte con Horacio Rodríguez Larreta.
Sin embargo, en esta elección irán divididos ya que el jefe de Gobierno le dio su banca a Zdero. Fue en la Fiesta Nacional del Surubí. Invitado por Valdés, el gran sostén de este proyecto, el precandidato se encontró con el capitalino para sellar un acuerdo. El mismo pacto, pero con otras condiciones, que ya tenía con Patricia Bullrich para ganar su apoyo. Por eso, levantó el teléfono antes para consultar si podría aceptar un acompañamiento del contrincante electoral de la ex ministra de Seguridad y tuvo el visto bueno siempre y cuando respetara los compromisos asumidos. Así sucedió.
El coordinador y armador político de Bullrich en todo el país, Damián Arabia, llevó adelante la negociación. Como en muchos otros pactos sellados, el dirigente de confianza de Patricia pidió el primer lugar para Iván Gyöker, una figura referenciada en Ricardo López Murphy, el liberal con quien el bullrichismo mantiene una relación estrecha.
Cuando el economista decidió bajarse de una contienda presidencial para no complicar a la presidenta del PRO bajo uso de licencia, Arabia se encargó de sellar un acuerdo con el actual diputado nacional. El bullrichismo le aseguró la presencia de Republicanos Unidos en las listas de todo el país a cambio de su apoyo a Patricia en una contienda presidencial. En las últimas horas, incluso, apareció la posibilidad de que se convierta en su candidato a vice pero todavía no hubo nada concreto sobre el tema.
Si bien Gyöker no es bullrichista, su figura ayuda a la construcción del bullrichismo. De hecho, ya se garantizó entrar como diputado provincial en el Chaco al quedar primero en la lista de Zdero. En total, Cambiemos podrá meter entre seis y ocho legisladores, una nómina que se terminará de armar con los entrecruzamientos de nombres entre la lista ganadora y perdedora.
Según explicó Zdero a El Dedstape, el ganador de la interna se quedará con los dos primeros lugares, el de la minoría con el tercero, el triunfador con el cuarto y el quinto, el perdedor con el sexto y el victorioso con el séptimo y octavo. La repartición será “dos, uno, dos, uno” hasta completar stock.
Zdero se encargó de tener un espíritu aperturista para intentar garantizarse la mayor cantidad de votos posibles con la intención de ganar las PASO, que es lo que se planteó en la previa dentro del mundo que entregó sus apoyos, y aspirar a una segunda vuelta contra Jorge Capitanich. En su papeleta estarán incorporados todos los sectores y habrá representación del bullrichismo y el larretismo.
El sector del jefe de Gobierno porteño se quedó con el tercer y sexto renglón de la boleta de legisladores provinciales. O sea, el bullrichismo, que pactó primero, se garantizó meter un dirigente que contribuya a su armado político y Larreta estará expectante. De triunfar Zdero, el precandidato presidencial metería un diputado local con seguridad y el segundo quedaría en lugar expectante. Pero, de perder la interna, sólo entraría el de Republicanos Unidos. Por eso,Arabia le reservó la cabecera.
Por el otro lado, Rozas, armador de Juan Carlos Polini, tuvo un cruce con Morales porque, por su acuerdo a nivel nacional, esperó que Larreta acompañara a esta opción electoral. Eso no sucedió. De todos modos, la Coalición Cívica quedó detrás de la propuesta más tradicional e institucional del radicalismo aunque no tomó una posición explícita durante la campaña.