Las incorporaciones de Horacio Rodríguez Larreta al gabinete generaron algunos cortocircuitos en el núcleo de los dirigentes más duros del PRO, particularmente por la inclusión de Martín Redrado. El economista, vinculado a Sergio Massa en el imaginario social, denunció que Mauricio Macri no quiso frenar la suba del dólar después de su derrota en las PASO del 2019 y esa enemistad con el ex presidente se convirtió en un punto crítico para la elección del colaborador, en manos del jefe de Gobierno. Traición, desconcierto y un rompecabezas con perfiles completamente opuestos, algunas de las dudas en torno a los movimientos del candidato a la Rosada.
Pocas horas antes del anuncio formal del cambio de gabinete, Patricia Bullrich tiró la primera piedra. Cuestionó la creación de cargos y apuntó que la discusión debería pasar por la austeridad del Estado, sin la necesidad de convencer a los dirigentes con sillas en un gobierno. Pocas horas después de la comunicación capitalina, empezaron a sonar algunas indirectas teledirigidas a Redrado y, también, a Waldo Wolff, un bullrichista que abandonó el barco para cruzarse a la nave contraria.
No lo hizo cualquier persona, sino que la encargada de marcar el descontento con fuerza, y de manera pública, fue el jefe de la campaña nacional de Bullrich, el legislador porteño Juan Pablo Arenaza, una figura valorada en el PRO, a diferencia de Gerardo Milman, su antecesor apartado por los escándalos que protagonizó y, ahora, desaparecido de la escena pública.
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Milman, involucrado en la investigación por el atentado contra Cristina Kirchner -y varios escándalos más en materia de financiamiento, contratos y asesorías-, recibió un pedido de expulsión de la Cámara de Diputados por parte del Frente de Todos. El hecho fue calificado por el macrismo como un “show electoralista” destinado a condenar de antemano al diputado y su esposa, suplente en la lista amarilla, intentando “equiparar” a estas figuras con los casos de “corrupción” investigados en Tribunales contra dirigentes del oficialismo.
En redes sociales, Arenaza lanzó dos mensajes claros contra las incorporaciones de Larreta. El primero tuvo lugar el martes del anuncio larretista, unas horas más tarde. Fue una foto, pixelada pero clara, del afiche de promoción de una película. “La Traición, se metieron con la mujer equivocada”. El flechazo estuvo dirigido a Waldo Wolff que, hasta hace unos meses, funcionó dentro del ecosistema bullrichista y migró hacia otros horizontes.
Hace exactamente un año, en Flores, Wolff acompañó a Bullrich en la inauguración de su primer local de campaña. “Cuando pasen por la calle Carabobo recuerden que aquí se inauguró el primer local halcón”, dijo en el acto de lanzamiento el ahora ex diputado nacional que se sentó al lado de la titular del PRO. Pero las cosas cambiaron y el primer acercamiento con Larreta llegó de la mano de Jorge Macri, una puerta de entrada para las figuras más combativas e, incluso, ligadas a Mauricio.
El 24 de agosto, el diputado se sumó al equipo de campaña de su padrino político, el intendente de Vicente López, ahora ministro de Larreta, y candidato del ala dura del macrismo para la CABA. Esa foto fue la que lo insertó dentro del gran círculo del armado del jefe de Gobierno aunque, en ese momento, todavía sin blanquear el nexo directo.
De hecho, con esa incorporación, al menos durante las primeras horas, el bullrichismo no lo dio por perdido, sólo por prestado al proyecto de quien todavía no había sido apoyado por la jefa del PRO para la Ciudad. Ella confió en que Wolff la seguiría eligiendo como su dirigente para disputar la Casa Rosada pero la ilusión duró poco y las giras entre ambos quedaron en la historia.
Cuatro meses más tarde, se incorporó finalmente al armado del larretismo con un agradecimiento especial al jefe de Gobierno porteño, convencido de que “este es el lugar en el que tengo que estar” para continuar con el proyecto iniciado por Mauricio Macri y para “terminar con la grieta de este lado de la grieta”. De ese modo, adoptó incluso el discurso del ala moderada del macrismo, orientado al consenso.
Por eso, el jefe de campaña de Bullrich apareció con su publicación sobre la “traición” y la advertencia de haberse “metido con la mujer equivocada”, en referencia a la otra candidata del macrismo para la presidencia. De todas maneras, Wolff ya era un dirigente perdido para este armado, aunque el blanqueo terminó de mostrar la molestia.
La incorporación que generó el cortocircuito mayor, en tanto, fue la de Martín Redrado. El economista, ligado al Frente Renovador, se sumó a la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la CABA para liderar las relaciones económicas y financieras con el mundo y elaborar un plan de infraestructura de integración comercial y productiva. Según se comentó en la previa, se mostró muy convencido con el proyecto liderado por Larreta y decidió colaborar.
El problema, que por supuesto era conocido por el larretismo, es su pasado. En 2019, después de la derrota de Macri en las elecciones primarias, el ex titular del Banco Central denunció públicamente que Mauricio ordenó no frenar la disparada de la moneda norteamericana, lo que generó una feroz devaluación. "Que el dólar se vaya a donde se tenga que ir de modo tal que los argentinos aprendan a quién votar", habría dicho el ex presidente según el nuevo funcionario de Larreta que dijo haber conseguido esa información por la buena relación que mantuvo, aún tras el paso del tiempo, con trabajadores de la entidad financiera.
Esa designación volvió a hacer estallar los puentes entre los duros y los moderados. Una vez más, el jefe de campaña de Bullrich decidió salir con un mensaje para dejar bien en claro el desacuerdo, poniéndose del lado de los dos economistas de cabecera del PRO, Hernán Lacunza y Luciano Laspina, que “en los peores momentos siempre estuvieron y van a seguir estando. Alta calidad intelectual y moral”. Lacunza y Redrado trabajaron juntos en el Banco Central cuando este último fue su presidente y también compartieron actividad en el sector privado.
El mensaje, un poco elíptico, fue confirmado con la bronca de Guido Sandleris, el último presidente del Banco Central de la Era Macri. En sus redes sociales, se preguntó si Redrado en algún momento pediría disculpas por haber señalado a Mauricio como el autor intelectual y material de la megadevaluación del 2019.
Según el ala dura del PRO, la designación de Redrado fue la que provocó más molestia, sobre todo en el núcleo de votantes fieles del macrismo, por sus vínculos con Massa y las declaraciones mencionadas. Por eso, se generó una suerte de desconcierto con las incorporaciones que, en este análisis, serían contrarias a lo necesario para ganar una PASO frente a una candidata halcona como Patricia Bullrich.
Por otro lado, también provocó confusión la incorporación de Silvia Lospennato, diputada nacional feminista del ala combativa, frente a la futura sumatoria de Cynthia Hotton, una dirigente conservadora de fuertes vínculos con los sectores del pañuelo celeste, anti legalización del aborto. Más allá de lo que pueda aportar la referente de Más Valores en la provincia, y por elevación en la campaña nacional, la contradicción en el mensaje fue incomprendida. Dentro de los posibles nuevos cambios, también se mencionó a Graciela Ocaña.
En definitiva, se leyó que Larreta empezó a necesitar de caras conocidas y fuertes para tener vocerías en los medios de comunicación y nombres fuertes detrás de su armado. A diferencia de Bullrich, que desfiló por los medios como si fueran su casa y se encargó de hacer declaraciones sobre cada uno de los temas en agenda, el mandatario optó por no aparecer constantemente en las pantallas o en las radios, salvo escenarios cuidados como conferencias de prensa o anuncios de gobierno.
Las giras comunicacionales se mostraron intensivas y de corta duración. Jorge Macri, cuando se sumó al gabinete, pasó a ocupar el rol de chaleco antibalas y vocero, un papel en el que quedó un poco desdibujado después de su acercamiento a la líder PRO. Ahora, Wolff sería el encargado de mostrarse públicamente.