En Juntos por el Cambio, cada movimiento apareció como causa y consecuencia de una interna más profunda entre los duros y los blandos, entre el PRO y la UCR. Hasta el momento, lo único que pareció mostrar cierta unidad fue el rechazo a la política económica del gobierno nacional, la cual empezaron a describir como “bomba” tras un pedido explícito del líder Mauricio Macri. Pero en el resto de los aspectos, las jugadas reflejaron el trasfondo real, una pelea encarnizada que empezó a funcionar como precalentamiento de lo que serán, salvo la mediación de un milagro, las PASO a nivel nacional y la defensa del quiosco local.
El plato principal del almuerzo fue caliente: la situación en Mendoza. Como en capítulos anteriores, las distintas ramas de la alianza apuntaron directamente contra el PRO por la amenaza de ruptura encarnada en Omar de Marchi, el candidato del macrismo en esa provincia. Con fuerte comitiva cordillerana y radical, se concluyó que al diputado le quedarán pocos días para continuar con este juego y sólo podrá encuadrarse bajo el esquema establecido o jugar en soledad por afuera.
Esta discusión, más allá del caso puntual, se convirtió en el reflejo de la pelea entre el bullrichismo y el larretismo. De Marchi, que fue cobijado por el ala dura durante mucho tiempo, migró a las filas del jefe de Gobierno porteño en el pase político más incómodo del 2022. Ahora, interpretó una fuente al tanto de los pormenores, Horacio Rodríguez Larreta deberá decidir si pelearse con su armador en el interior o pelearse con la mesa nacional.
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Según dijo un dirigente presente en el encuentro, el jefe de Gobierno intentó ensayar una defensa de su armador del interior pero no le alcanzó y, se comprendió, no le quedará otra que ponerle límites porque la tensión también complicará su relación con el radicalismo, un aliado clave a la hora de pensar la candidatura presidencial. De hecho, más allá de la mala relación entre Gerardo Morales y el mendocino Alfredo Cornejo, la UCR se puso firme en contra de la posición del candidato amarillo. Esta defensa fue relativizada por quienes no trabajan en el proyecto bullrichista al considerarlo un gesto para la tribuna.
Larreta buscó bajarle el tono a la discusión al comparar la situación con otras provincias con conflictos de alianza, como el caso de Río Negro. En ese distrito patagónico, la UCR rompió con Cambiemos porque el PRO y el ARI no le dieron la posibilidad de disputar internas en un territorio sin PASO. Sin embargo, esa argumentación no alcanzó por tres puntos centrales: en Mendoza sí hay Primarias; en Mendoza gobierna JxC; en Mendoza hay boleta única.
Este fue un tema que se conversó en una mesa nacional del PRO momento en que, según trascendió, el jefe de Gobierno tuvo que apagar la cámara del Zoom. De Marchi acusó que el radicalismo le puso todo el aparato en contra, pero no encontró demasiadas réplicas a su favor. Hasta el momento, frente a la falta de avances en un pacto, se amenazó con la posibilidad de intervenir el partido macrista mendocino porque, si bien la mesa nacional no tiene poder disciplinario, el sello amarillo sí y podría haber un problema.
La posibilidad de una intervención fue rechazada por el sector "moderado" que optó esperar para tomar una decisión y aún no "poner límites". La chance de una injerencia nacional fue desestimada tanto por falta de razones como por la independencia de los armados locales que, en el caso del distrito cordillerano, responde a De Marchi. Más allá de la dureza esgrimida en la reunión, el larretismo no consideró necesario avanzar en resoluciones ahora sino que prefirió priorizar el armado de Juntos por el Cambio en esa provincia al considerar que Cambia Mendoza no representa a la alianza al ser sólo una expresión del cornejismo junto a Libres del Sur y el Frente Renovador.
Patricia Bullrich fue la única que, en la mesa nacional de este lunes, habló sobre el tema en representación del PRO, más allá de la exposición del jefe de Gobierno. La titular del partido aseguró que antes del 15 de febrero el problema debería estar solucionado. Si bien la fecha fue desestimada por el ala blanda, una acción en esa dirección podría significar dos cosas. Por un lado, que De Marchi y el larretismo accedan a no romper Cambia Mendoza para mantener con vida la alianza gobernante y vayan a una PASO con la UCR. O, por otro, que el armador de Larreta decida romper e ir por afuera sin el sello del partido amarillo que, según planteó una fuente al tanto de la estrategia nacional, se quedaría dentro de la coalición. Esto también fue desestimado por las palomas dado que la insignia local es propia.
Sin embargo, de suceder lo último, al menos un sector de Juntos por el Cambio podría ir detrás de la candidatura de Alfredo Cornejo. El senador todavía no confirmó si volverá a buscar la conducción de su provincia pero empezó la preparación del terreno para que, más temprano que tarde, lo anuncie. Al concretarse, Bullrich deberá conseguir otro compañero de fórmula para la boleta presidencial, algo en lo que se empezó a trabajar hace tiempo. Más allá del nombre, lo que importa es el aparato y el mendocino colaborará.
En este armado, influirá mucho la interna del radicalismo, para nada sencilla. Si Gerardo Morales compartiera boleta con Horacio Rodríguez Larreta, los detractores del jujeño podrían encolumnarse tras el otro proyecto amarillo, el de Bullrich. Allí, el ala halcón podría capitalizar las divisiones boina blanca. Si el titular de la UCR mantuviera su candidatura presidencial, un sector del partido iría con él y el resto se repartiría entre otras opciones, calculadora en mano. Además, probablemente le “robaría” más votos a los moderados, por lo tanto los duros no lo verían con malos ojos.
En ese escenario tallarán los acuerdos que se puedan hacer hacia dentro del partido. Hace poco más de dos semanas, Larreta se sacó una foto con Morales y Gustavo Valdés, gobernador de Corrientes, dos mandatarios que no tienen la mejor relación pero conviven. El cacique del litoral ya arrancó su campaña para intentar destronar al jujeño y sucederlo, por los próximos dos años, al frente del partido centenario. Eso podría impulsarlo para nacionalizarse y buscar, en el futuro, un salto más federal dado que también empezó a trabajar como un gran armador del norte del país. La solución de esas internas en la UCR impactarán de lleno en la división, o no, a la hora de optar por uno u otro candidato.
Con el temor a un efecto avalancha, la mesa nacional optó por designar dos delegados por partido para revisar los conflictos en cada una de las provincias con elecciones desdobladas y que la dirigencia no crea que puede romper la coalición por una conveniencia de turno. Todavía no se definieron los nombres pero el asunto se resolverá rápido y se buscará que todos los sectores tengan participación. Por ejemplo, el bullrichismo pondrá un nombre propio – probablemente compartido por Mauricio Macri, que estuvo ausente en la reunión – y el larretismo hará lo mismo.
Por fuera de este conflicto y de otros pequeños focos abiertos, como un potencial nuevo problema en Chubut o malos entendidos en el armado de Misiones, la reunión de la mesa nacional trascendió sin episodios sobresalientes. Duró casi cuatro horas, ya que comenzó a las doce y se extendió hasta quince minutos antes de las 16 porque el aspecto económico se llevó la mayor parte del debate.
Expusieron cuatro economistas y también lo hizo Hernán Lacunza, el referente del PRO en la materia, en una discusión de la que, como diputado, participó el liberal Ricardo López Murphy. Los presentes se llevaron un panorama bastante sombrío que replicarán en sus discursos porque, ahora, la estrategia pasará por describir la realidad para que, eventualmente, si nuevamente les tocara gobernar, la falta de resultados o el ajuste brutal no sea responsabilidad de la alianza sino de la pesada herencia.
De hecho, el tema se planteó tan delicado que además de las exposiciones hubo un ida y vuelta entre los muchos presentes para ver cómo describir la realidad sin parecer golpistas o destituyentes. Una fina línea que evidentemente los colocó en un lugar incómodo a la hora de pegarle al gobierno, particularmente al ministro de Economía. Por eso, se limitaron a plantear que la situación se convertirá en una “bomba” y que la próxima gestión recibirá un piso más complejo que el del 2015 con importantes vencimientos de deuda, pobreza arriba del 40% y una moneda sin respaldo. Para la oposición, el plan del Frente de Todos “intenta irresponsablemente desplazar su impacto al día después de las elecciones”.
A su vez, hubo una exposición de parte de las distintas fundaciones de los partidos, encargadas de avanzar en un plan de gobierno que todavía no vio la luz porque cada espacio avanzó en un diagnóstico propio y todavía no se pusieron en común los acuerdos pero, según trascendió en el comunicado, se avanzó con los aspectos técnicos.