Siempre que el titular de los medios hable de una marcha atrás del gobierno, Patricia Bullrich saldrá beneficiada. No importan las consecuencias prácticas y reales de esa noticia sino la batalla simbólica que, en el caso de la coparticipación, la mostró como la única festejando en las redes sociales frente al reclamo de Horacio Rodríguez Larreta para que la Nación abone, en efectivo y por goteo, los fondos judicializados ante la Corte Suprema. La Ciudad debió seguir aferrada a la lucha, sin una mayor cantidad de fondos en sus arcas, y la presidenta del PRO se adjudicó la victoria.
El desconcierto fue total. Cualquier nuevo movimiento del Gobierno nacional llevó a la Ciudad a un terreno desconocido y la obligó a parar la pelota, analizar con el equipo de abogados y ensayar una respuesta lo más rápida y pensada posible. Por eso el jueves, después del anuncio del Presidente, el jefe de Gobierno se tomó hasta el viernes a las 10 de la mañana para contestar mientras que su contrincante para la Casa Rosada lo hizo casi al instante. Anécdota similar con el anuncio y la retracción de acciones judiciales.
Ese día, Bullrich había estado en Chubut donde también se adjudicó una victoria para sí misma. En una sesión extraña, se votó la eliminación de las PASO locales pero no se avanzó con la sanción de la Ley de Lemas, algo que ella se anotó como resultado positivo de una batalla propia. Desde allí, volvió a Buenos Aires, llegó cerca de la hora del anuncio presidencial sobre la coparticipación y empezó a dar declaraciones públicas. Esa velocidad también fue asentada como un punto a favor para la ex ministra de Seguridad frente a la mayor lentitud del jefe de Gobierno producto de sus múltiples círculos de consulta.
Según la filosofía de Larreta, lo correcto no es salir a dar la primera nota sino dar la nota correcta. O sea, no sería necesario sentar posición a las apuradas sino tener una postura bien razonada para no dar pasos en falso ni retrocesos. Ese, tal vez, se haya convertido en el punto que los volvió a separar este lunes. Cuando Alberto usó las redes sociales para anunciar que dispondría de bonos para pagarle a la Ciudad, Bullrich salió a celebrar con un “ganamos”, mientras que el jefe de Gobierno y otros referentes de la oposición cuestionaron que “con bonos no se paga”. Según el núcleo del bullrichismo, lo que se gritó como un gol fue la cuestión de fondo, el acatamiento del fallo. Por otro lado, la cuestión instrumental quedó irresoluta y la Corte deberá determinar si acepta o no el medio de pago. La queja capitalina.
La jefa del PRO festejó y el capitalino reclamó. La Ciudad presentó un escrito ante la Corte Suprema para informar que el Gobierno nacional no cumplió el fallo y solicitó que se arbitren los medios necesarios para que lo haga, al tiempo que instruyó a la Procuración General para que inicie una demanda penal contra los funcionarios involucrados en la línea de pago que no acaten la orden judicial.
El argumento porteño fue que los fondos coparticipables deben abonarse en efectivo y por goteo, un poquito todos los días, y no en bonos a tres meses porque ese medio no es útil para pagar lo que haya que financiar, en este caso la Policía Federal. La falta de dinero frenó, además, la acción de campaña de eliminar un impuesto creado temporalmente en la CABA para financiar el supuesto hueco de liquidez generado por la Nación, el de las tarjetas de crédito.
El viernes se intentó votar un proyecto de ley, propuesto por Cambiemos, para condicionar la supresión del tributo al pago por parte de Nación. El Frente de Todos quiso eliminarlo el mismo día. No hubo acuerdo ni, mucho menos, número para ninguna de las dos propuestas y todo quedó empantanado. Eso podría haber sido capitalizado políticamente para la campaña presidencial y quedó en stand by.
Ahora, la Ciudad debió seguir con su reclamo ante la Corte sin dinero en mano. Plata que podía servir, como bien dijo Jonatan Viale, para financiar la campaña de Larreta. Otro punto a favor para Bullrich. Ella se colgó de la victoria simbólica, del titular de los medios de comunicación y, al mismo tiempo, vio que su contrincante no recibió los fondos reclamados. Una de las grandes distancias entre uno y otro armado, el financiamiento.
Sin embargo, podría haberse apresurado. O al menos así fue interpretado de uno y otro lado. Desde su orilla, la velocidad del tuit de la alegría la dejó ganadora en ese aspecto simbólico, masivo, de gran impacto. Como con el caso Vicentín. Pero, en la práctica, la victoria no existió porque el dinero no llegó. Ahora bien, eso no lo sabrá todo el mundo, sino una porción reducida de la sociedad, aquella super informada que entendió que los bonos no implicaron la presencia de dinero instantáneo.
Algo de eso se vio en las réplicas de otros socios de la alianza que, después de la desorientación inicial, salieron a reclamar y cuestionar la decisión del Gobierno. Del otro lado del río, también se entendió que la lectura de la titular del PRO fue errada porque la Casa Rosada mantuvo su incumplimiento al no pagar en las condiciones exigidas por la Capital Federal.
Por lo tanto, la celebración podría tener dos riesgos. En primer lugar, que el impacto mediático no alcance para mantener la copa en alto y la gente se de cuenta que, en realidad, no se pagó lo que se pedía que se pague. Poco probable. En segundo lugar, hacia adentro. Porque, según esperaron algunos dentro de la bandada halcona, el larretismo podría cruzarla en su interpretación equivocada de la situación.
Más allá de las diferencias, de momento se rechazó una guerra interna en el PRO producto de esta batalla porque la cruzada por la coparticipación se transformó en una lucha común por dos razones. La primera, la intención de retener la Ciudad bajo sello amarillo, por lo que cualquier defensa del territorio debería ser inclaudicable. La segunda, porque cualquier enfrentamiento con el Gobierno, en resguardo de la institucionalidad, siempre resultó útil.
Lo cierto es que, como contó El Destape el fin de semana, Bullrich participó de la lucha para no dejar a Larreta como el único victorioso, en caso de un triunfo. Esa fue la estrategia que se pensó a la hora de plegarse a la batalla por la coparticipación. La presidenta del PRO nunca interpretó que el jefe de Gobierno podría ser el único beneficiado por el pago de los fondos y lo demostró con los festejos de este lunes.
MÁS INFO
El fin de año quedará en la memoria como uno bastante ajetreado. Al cierre de esta nota, no hubo convocatoria oficial a sesiones extraordinarias para pensar financiera y presupuestariamente el mantenimiento de las obras de Nación sin los fondos que ésta debería transferirle a la Ciudad. Pero la oposición ya se plantó en su postura de no avanzar con ningún nuevo impuesto o incremento de tributos ya existentes, por lo que todo podría quedar empantanado.
En el medio, la campaña del año que viene. Larreta y Mauricio Macri todavía no anotaron en sus agendas un encuentro en el country Cumelén, en Villa La Angostura, pero todo parece indicar que se encontrarán en la Patagonia en algún momento. El macrismo duro desmintió que la reunión pueda servir para sellar la candidatura presidencial del jefe de Gobierno, algo en lo que coincidió la otra tribu protagonista de la historia.
El jefe de Gobierno empezó a prepararse para el 2023 con cambios en su equipo porteño. En principio, se incorporan Martín Redrado, Waldo Wolff y Silvia Lospennato. El primero ya había tenido acercamientos. En septiembre, participó de una reunión organizada por el secretario general y de Relaciones Internacionales de la Ciudad, Fernando Straface, para analizar las elecciones en Brasil y la relación bilateral con la Argentina. El economista se suma con la intención de liderar las relaciones económicas y financieras con el mundo y elaborar un plan de infraestructura de integración comercial y productiva. Muy en tándem con el funcionario de la mesa chica de Larreta.
Por su parte, Waldo Wolff ya venía con incursiones en la Ciudad al integrar el equipo de campaña de Jorge Macri luego de rechazar una candidatura porteña dentro del proyecto de Bullrich. Lospennato, otra de las figuras más halconas dentro de la Cámara de Diputados. En principio, no se plantearon salidas del gabinete sino una reorganización para tampoco crear nuevas estructuras, vocerías. Entre las modificaciones también estará el ingreso de Carlos Pedrini en lugar de Milagros Maylin, pareja de Larreta. En un futuro, también podrían sumarse Graciela Ocaña (aún en duda) y Cynthia Hotton, del partido Más Valores, que ya tuvo varias fotos con el larretismo en un claro gesto de acercamiento para el 2023.