En Córdoba capital, Juntos por el Cambio pondrá en juego su impulso electoral camino al 13 de agosto. En el sprint final, tendrá la posibilidad de recuperar la ciudad de la provincia del centro del país o sufrir un golpe muy grande y perder en los comicios municipales. Una derrota que sería compartida por todos los socios de la coalición, aunque en estratos. Pero la victoria también tendría que dividirse. Un panorama extraño por estas horas.
Históricamente, la capital cordobesa fue radical. Por lo tanto, la postulación de un dirigente joven de la UCR con un futuro promisorio podría ser un gran atractivo. Pero el imán más grande será la unificación de la oposición. Cuando quienes hoy integran Juntos por el Cambio perdieron el municipio fue porque no lograron síntesis y llegaron divididos. En 2019, si Luis Juez y Rodrigo de Loredo hubieran ido en conjunto, se hubieran sobrepuesto a Martín Llaryora, actual intendente.
Con un Juntos por Córdoba unido, las chances de triunfar en la capital se incrementaron. Sin embargo, cada una de las tribus manejó su propia historia en la previa. Según los datos de la oposición, De Loredo conseguría un triunfo seguro pero ajustado. Así como el 25 de junio no se encontraron sondeos que dieran vencedor a Luis Juez, camino al 23 de julio no se encontraron trabajos que ubicaran al radical en el casillero de la derrota.
De todos modos, casi como si cada uno jugara a vender su propio producto, desde el armado de Daniel Passerini, actual vice de Llaryora y el referente del peronismo cordobés en estos comicios, se confió en que se podría retener la ciudad por unos dos o tres puntos de ventaja frente al segundo que, según estos cálculos, sería el radical. Sea cual sea la verdad, que se confirmará este domingo, lo cierto es que la antesala se mostró ajustada.
Passerini apostó por apelar a la necesidad de garantizar el trabajo conjunto con la provincia, que pasará a estar comandada por Llaryora a partir del 10 de diciembre. Y Juntos por el Cambio se agarró de la volatilidad del sufragio de los cordobeses a la hora de ir a las urnas y sus saltos entre uno y otro espacio político, particularmente entre estos dos que, en lo fino, se parecen bastante. Pero también la alianza se tomó del desconocimiento del vice alcalde de la capital frente a la amplificación de la cara del radical.
Entonces, así como el peronismo unido en Buenos Aires es difícil de vencer, se consideró que el radicalismo unificado en Córdoba capital es difícil de vencer. Y en esta ocasión, con el apoyo de toda la alianza, con mucha publicidad, con mucho conocimiento y con el trabajo personal de cada uno a la hora de buscar sufragios, sin tener asegurado el traslado de votos.
Pero, además, el hecho de que el elector del peronismo cordobés no cambiaría su sufragio del – ahora – schiarettismo al kirchnerismo sino a Juntos por el Cambio. Pese a las diferencias marcadas en estos días con el armado cordobés por su acompañamiento a proyectos del Frente de Todos en el Congreso, a nivel provincial se mostró como un sector más parecido al macrismo. Por lo tanto, interambiable con él.
Eso motivó a la alianza no sólo para este domingo sino pensando a futuro, en un plan a largo plazo que se inició hace dos períodos: conquistar la provincia. Si bien este año estuvieron cerca de dar el batacazo al quedar a una distancia ajustada de Llaryora y romper con la mayoría schiarettista en el parlamento local, no lo consiguieron. Pero el objetivo fue el paso a paso. Asegurar la intendencia para apostar por la gobernación en cuatro años.
Entonces no sólo se pondrá en juego el municipio, el impulso electoral camino al 13 de agosto después del triunfo en otras provincias peronistas, sino la posibilidad de pintar como propio al distrito céntrico del país. Y nadie quiere perderse de la foto. Se prevé que Patricia Bullrich esté en el búnker de De Loredo, también Martín Lousteau, el jefe político de su espacio, Evolución, y el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, tenía, “en principio”, la intención de desfilar por esas tierras. De suceder, sería una foto extraña para este 2023.
Si los números de Juntos por Córdoba llegaran a ser acertados, la victoria sería compartida por los distintos aliados, con Lousteau a la cabeza por ser el jefe del espacio político que impulsó a De Loredo. Pero también se llevaría su cuota interesante Bullrich que, según los sondeos halcones, está exponencialmente mejor posicionada que Larreta en la provincia. Luego Mauricio Macri, que también se acercó mucho al radical – otra rareza – y finalmente el jefe de Gobierno.
La posición de Larreta en la provincia no quedó en los mejores términos. El cierre de listas estuvo atravesado no sólo por la elección del gobernador – que Cambiemos perdió – sino también por el affaire con Juan Schiaretti y su posible incorporación a la coalición. Para los halcones, eso generó confusión e influyó en la derrota en las urnas. Justo unos días antes de los comicios municipales, el schiaretti – gate volvió a las planas de los diarios para complicar a Horacio.
Del otro lado, Bullrich se sintió tan cómoda en la provincia que negó la posibilidad de una lista única para cargos legislativos nacionales y obligó al jefe de Gobierno a ir con su propio armado pese a que intentó la unificación hasta el final. Las fallidas negociaciones dejaron a Mario Negri, un histórico de la UCR, fuera del mapa.
En caso de perder, la derrota también sería compartida y en el mismo orden que la victoria. El resultado negativo sería realmente un golpe muy fuerte para la alianza que apostó todas las fichas a la figura de De Loredo. El diputado nacional esperará los resultados, con presencia también nacional, en el salón de eventos Alto Botánico, en el noroeste de la ciudad.
Passerini, que estará junto al actual gobernador Juan Schiaretti y el intendente y futuro jefe de la provincia, Martín Llaryora, lo hará en el Hotel Quorum, en las afueras de la ciudad hacia el norte. A más de diez kilómetros de su oponente. Fue el mismo escenario elegido por el actual alcalde para esperar los resultados de los comicios por la conducción de Córdoba. Trajo suerte.