Falta mucho pero no tanto, y algunas cuestiones merecieron encarar algún tipo de definición para dar la puntada final en el año electoral y cerrar de la forma más ordenada posible. Uno de esos ítem podría ser, además del famoso y por ahora escurridizo plan global consensuado, la lógica de las listas presidenciales en un contexto en el que el radicalismo ganó el peso suficiente como para negociar. Pareciera estar bastante avanzado, aunque tal vez no con todos de acuerdo, el uso de las boletas con nombres mixtos, uno amarillo y uno rojo. Un macrista para el sillón de Rivadavia y un radical para la cabeza del Senado. Eso, al menos, ya se mostró como una certeza en las orillas de Horacio Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich, la que más se adelantó en la elección de una pareja electoral.
El uso de fórmulas cruzadas permitiría dejar a los dos socios mayoritarios en una buena relación. Mejorar lo que hizo Mauricio Macri, que ignoró la existencia del radicalismo durante la gestión de Cambiemos, e integrar al partido centenario a la gestión y toma de decisiones de un eventual gobierno. Ya lo dijeron los dos postulantes claros del PRO durante todo el año, la necesidad de darle el lugar que merece al otro accionista mayoritario, mostrándose a favor de compartir la boleta presidencial con uno de ellos. El orden, otra discusión. Pero, de lo barajado hasta ahora, todo pareciera indicar al macrismo primero. El que más se opuso a ello fue Facundo Manes pero, en definitiva, todo deberá ser una decisión de la Convención de la UCR.
Bullrich ya pareció elegir a Alfredo Cornejo que, todavía un poco más prudente, no terminó de confirmar la fórmula por no ser el momento. Pero todos los caminos conducen a Roma. De hecho, hace no mucho, Federico Pinedo, un hombre importante en el armado de la ex ministra de Seguridad, habló de una reunión de equipos de gobierno de “Patricia y Alfredo”, como si ya fueran un equipo. Tuvieron su foto símil afiche de campaña en Mendoza, compartieron muchas recorridas y actos y la pareja se encamina a, con un tinte halcón, las PASO 2023. Ambos, de buena relación con Mauricio Macri, serían la representación del ala más combativa con la administración nacional con tres condimentos interesantes: paridad de género, federalismo y representación societaria.
El que todavía no se definió, pero también encaró la misión de elegir un radical, es Larreta. Ya le tiró flores a Gustavo Valdés, gobernador de Corrientes, a quien calificó como un posible buen compañero de fórmula, también lo puso a Gerardo Morales, presidente del partido y mandatario de Jujuy en la lista de probables elegidos y en la carrera se subió, a su vez, Carolina Losada. El federalismo, además de la inclusión de la UCR, pareció ser una prioridad a la hora de pensar la oferta presidencial. Solo una de las tres cartas es mujer, por lo tanto habría un tercio de chances de lograr la paridad de género que Bullrich tendría asegurada.
Para el jefe de Gobierno, que es candidato hace tres años pero todavía no es formalmente candidato porque no pronunció esas palabras, una particularidad de la época, falta mucho para las definiciones. Si todavía no se lanzó, mucho menos confirmará a su compañero de fórmula. Pero, además, planteó una diferencia estratégica con Bullrich. A diferencia de la titular del PRO, que pareció optar a dedo por un radical, Larreta dejará que la Convención, el órgano encargado de definiciones electorales, decida quién podría acompañarlo.
En la Convención seguramente se desatará una discusión interesante, llena de presiones según los intereses y necesidades de cada uno. Por un lado estarán los que se muestren de acuerdo con fórmulas mixtas, como los radicales ya mencionados, y, por otro, los que prefieran un binomio puramente radical o no quieran ser segundos del PRO. Para este caso, el exponente será Facundo Manes que, de momento, dejó pocas opciones para su futuro. Si bien aún no se descartó la chance de que tome otra decisión de cara al 2023, pareciera ser la presidencia o nada.
El neurocientífico está en un momento de reflexión interna, por lo tanto se lo vio bastante ausente en la escena pública. Sin embargo, según las últimas definiciones tomadas, la gobernación bonaerense quedó completamente descartada, también ser candidato a vicepresidente de un nombre PRO. En el listado de las negativas, ingresaría la posibilidad de bajarse de la carrera por la Rosada para ir al frente de una boleta de senadores por Buenos Aires, junto a la papeleta de Diego Santilli por la conducción de la provincia.
Esta última opción no fue del todo descartada desde una tribu opositora, como tampoco lo fue la posibilidad de que pueda ir de vice de un dirigente amarillo como Larreta. Pero todo está muy lejos de suceder. El problema para cualquiera de estas opciones es el propio Manes. Además de no querer abandonar la batalla por la presidencia, tampoco mostró buena relación con el jefe de Gobierno, nadie pudo precisar por qué. Y no evidenció un excelente vínculo con la conducción del radicalismo en el último tiempo. Pero todavía podría seguir como una posibilidad, más que nada por la presión que pueda ejercer el partido en base a sus necesidades y por el odio, aún mayor, a Macri. Igual, se vio muy lejana.
La chance de Buenos Aires no sería del todo descabellada. En la provincia, todavía se apuesta por una boleta mixta, como a nivel nacional. El panorama colaboraría. Según distintas encuestas, Diego Santilli es el mejor posicionado por lejos dentro de la interna de Juntos por el Cambio por lo que se buscaría la unidad. Ya hubo bastantes fotos cruzadas entre los distintos bandos amarillos, así que podría llegar a darse. En el caso del radicalismo, los dos nombres presentados no se mostraron muy taquilleros, por lo tanto podría haber un acuerdo frente a la certeza de la derrota. Maximiliano Abad, por la UCR oficial y Martín Tetaz por Evolución. Sin una figura fuerte, no quedaría mucho más que plegarse, aunque con una gran cantidad de demandas.
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Si Manes fuera a Buenos Aires, la situación podría ser diferente. Eso sí, disputar una interna con Santilli podría ubicarlo en la incómoda situación de volver a perder una PASO frente al mismo dirigente, por eso la chance de generar una opción tentadora con el PRO para la gobernación y el neurocientífico encabezando la boleta a senador. Aún, reitero, un escenario casi distópico.
La lectura del radicalismo oficial ya se mostró clara. Si la UCR pudiera tener nombres fuertes en la provincia, en la Ciudad (con Martín Lousteau) y en Santa Fe (con Carolina Losada), la oferta centenaria podría ser atractiva y fortalecer incluso un lanzamiento presidencial. De estas figuras, la más destacada fue la del senador que, según se analizó, entendió las necesidades del partido y las posibilidades. Después de perder en 2015, fue funcionario de Macri, pasó por el Senado y ahora volverá a competir por el Ejecutivo porteño. El caso de los otros dos, Losada y Manes, se mostró más complejo. Básicamente porque surgieron en 2021 y mostraron aspiraciones más grandes de las que indicaría la lógica. En vez de hacer un recorrido, saltar directo al podio.
Con todas estas definiciones en discusión, Juntos por el Cambio se encaminaría a lograr los armados mixtos. Al menos, es la opción que más consenso registró en el último tiempo y los movimientos así parecen indicarlo. De todos modos, como se vio, aún hay diferencias internas y observaciones. ¿Eso podría hacer que algunos decidieran romper, como se lo acusó a Manes, en caso de no tener espacio? Por el momento, se descartó pero falta mucho para los comicios.
Lo cierto es que, en contraste con el 2015, la alianza mostró una dinámica diferente. Configuró una mesa nacional para la toma de decisiones, que se reunirá el próximo viernes, sin Macri, para conversar temas energéticos, y empezó a darle más espacio a los aliados. La UCR ganó peso post elección del 2021 y se ganó un lugar en el primer pliegue de la boleta. Ahora, además de eso, también quedará asegurarse que la persona elegida para intentar comandar el país cumpla con los compromisos previos, como compartir la gestión y acatar el plan que lleva casi un año de elaboración.