La Asamblea del PRO bonaerense se reunió en Lanús para declarar la acefalía del partido en la provincia y convocar a elecciones. Serán el 4 de agosto, y todavía hay dudas sobre si habrá una única lista, la de Cristian Ritondo, o si no se podrán evitar las internas. Mauricio Macri quiere solucionar el trámite administrativo como sucedió a nivel nacional, sin retadores a la conducción del diputado.
Néstor Grindetti es el presidente de la Asamblea y, ante la declaración de acefalía, quedará a cargo del partido hasta tanto se elijan las nuevas autoridades. Se aprobó, durante la tarde del jueves, que habrá tiempo para presentar las listas hasta el 25 de junio. Ritondo todavía no cerró a sus acompañantes y el bullrichismo aún no definió si tendrá una representación propia o no.
Luego de la formalización de candidaturas, empezará a correr el período para impugnaciones. En caso de no haber retadores, no harán falta comicios pero, de haber una interna, sería el 25 de junio. Cualquiera de las listas tendrá que presentar los avales correspondientes, en lo que será - en caso de impulsar una competencia - una instancia de prueba interesante.
Quienes defienden la postulación de Ritondo aseguran que, en marzo, hubo un acuerdo de unidad que incluyó no sólo la candidatura de Macri sino también la del diputado y de Jorge Macri en la Ciudad. El jefe de Gobierno todavía no resolvió el pago de la coparticipación adeudada a la CABA y la Casa Rosada no mostró intenciones de soltar un peso bajo el argumento de que "no hay plata".
En la repartición de responsabilidades, a Patricia Bullrich no le quedaron las conducciones más importantes de los partidos políticos, pero le dieron "roles" en la estructura. El problema es que quienes ocupan esos roles (básicamente el vice segundo, Damián Arabia) no formaron parte de ninguna toma de decisiones y el 4 de julio será el día clave para la relación. En esa fecha, habrá reunión del Consejo que conduce Macri y de la Asamblea que comanda la ministra. Sus seguidores creen que Mauricio podría impedirle esa toma de poder.
Como en toda disputa interna, hay varias lecturas de la pelea amarilla. Para los bullrichistas, Macri está especulando con cargos para las próximas elecciones, lugares en las listas y condicionamientos de poder. Que Javier Milei entienda, a fin de cuentas, que necesita al PRO para sostener la gestión. Para el macrismo, Bullrich quiere regalar un espacio de 20 años de historia. El ex presidente quiere recuperar la identidad y mantener una herramienta que le permita manejar una independencia considerable respecto al gobierno.
Esas diferencias llevaron a Bullrich a denunciar un "golpe de Estado" al espacio político en Buenos Aires, aunque el macrismo señala que los que se revelaron fueron los seguidores de la ministra de Seguridad. La batalla es múltiple: por un lado, por la identidad del partido; por otro lado, por su liderazgo; finalmente, por quién es el responsable de la crisis.