El 2023 sorprendió a las dos grandes coaliciones que supieron protagonizar, sin intervención de terceros, los últimos años de la política argentina. Juntos por el Cambio, o al menos una parte, fingió una victoria, en este caso conceptual, para contrarrestar un tercer incómodo lugar en las elecciones. El proyecto de país de la alianza no triunfó, ni siquiera apareció para comandar la segunda fuerza, pero la derrota del peronismo alcanzó para que varios – incluso con lugares en el gabinete – tuvieran algo por qué brindar en la noche del 31.
Después del resultado de las elecciones legislativas del 2021, la alianza en extinción creyó posible un nuevo acompañamiento en las urnas. Tanto en las PASO como en las generales, la candidata presidencial quedó tercera, lejos. Pero eso no impidió subirse al auto de un dirigente novedoso que terminó quedándose con el podio y con el sueño húmedo de una derrota del kirchnerismo. Con eso, Mauricio Macri y Patricia Bullrich pudieron sonreír y construir una victoria.
Más allá de los lugares en el gabinete – menos de los esperados -, estuvo cerca de cumplirse el objetivo de los halcones de corte anti peronista rabioso. El kirchnerismo no ganó pero, a diferencia de lo anhelado, tampoco desapareció. De hecho, es la primera minoría en ambas Cámaras del Congreso, un peso que el opo-oficialismo podría contrarrestar, trabajosamente, con una unidad muy amplia.
En el parlamento, lo que fue Juntos por el Cambio quedó desmembrado. El Senado, con ascendencia en las provincias, logró mantener la prolijidad aún sin la existencia de un interbloque. Existen PRO y existen UCR con ocasionales acompañamientos – por ahora dos de dos – al escueto espacio de La Libertad Avanza. Pero en Diputados el caos es total.
La Cámara Baja vio cómo un interbloque desapareció para darle lugar a cinco bloques: el PRO, mayoritario y sin fisuras hasta el momento; la UCR, que se unificó; Hacemos Coalición Federal, que agrupó tres espacios diferentes; el monobloque de La Unión Mendocina; el sanjuanino Producción y Trabajo. Todos sectores que antes estaban bajo un mismo paraguas y ahora ganaron en autonomía.
Por eso, los acuerdos parlamentarios serán trabajosos pese a que, división aparte, todavía muestran coincidencias ideológicas y conceptuales lo suficientemente fuertes como para, en varias ocasiones, votar en conjunto algún proyecto. Probablemente más cercano al oficialismo que a la oposición de Unión por la Patria.
Con ese complejo panorama, Juntos por el Cambio encarará varios desafíos en sus dos centros de poder, sin perder de vista la necesidad de una reconstrucción. Por un lado, las provincias. En su ocaso, la alianza pasó a comandar diez territorios y la gestión será una de las grandes batallas. En muchos casos, incluso, será el primer período, un tiempo inaugural con todos los acomodamientos que eso conlleva, como en Entre Ríos, Chubut, Chaco, Santa Fe, San Juan y San Luis.
Casi como una buena y mala noticia al mismo tiempo, las gestiones anteriores no dejaron un buen sabor en la gente sobre la política, al menos eso se interpretó, por lo que la vara está muy baja y deberán conquistar a la ciudadanía. Los mandatarios tienen expectativa de poder mostrar algún tipo de resultados pese al año difícil, en el marco de un contexto de austeridad y baja del gasto público anunciado por el gobierno nacional y replicado en varias provincias.
Por lo tanto, para los jefes locales será necesario conseguir una gestión positiva, mostrar resultados y alinearse con la política nacional de ajuste del gasto. Por el lado político, los gobernadores tendrán que intentar, también, comandar una unidad parlamentaria que pueda defender sus intereses en el Congreso.
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Uno de los grandes objetivos pasará por reacomodar el manejo del poder sin dejar demasiados heridos. Los mandatarios quieren que los partidos políticos le den paso a una conducción basada en resultados electorales. Los gobernadores ganaron en las urnas, el resto no. La gestión pasará por ellos, lo mismo el análisis de la ciudadanía y, por lo tanto, deberían encarnar la coordinación. En principio, no se discutió su poder pero los jefes de los espacios políticos querrán articular entendiendo que las provincias y el parlamento serán la clave de este tiempo.
Pese a la inexistencia de Juntos por el Cambio en el Congreso, al menos hasta ahora, los mandatarios buscarán mantener la unidad de acción y de concepto. Hasta ahora, las conversaciones se dieron dentro de cada uno de los bloques y no habrá, al menos no se mostró hasta el momento, una actividad tan uniforme como la que se conoció en los últimos cuatro años pero se espera que, por conveniencia para las provincias y las intendencias que comandan, los gobernadores puedan incidir.
Por ahora, lejos de los intereses económicos de los territorios, esta semana se encarará la primera cita parlamentaria. El miércoles a las 17 se reunirá la comisión de Asuntos Constitucionales en el Senado con la intención de avanzar con la Boleta Única en Papel que tiene media sanción de Diputados, ya contó con las exposiciones en la Cámara Alta y fue habilitada para las extraordinarias. La idea es avanzar lo más rápido posible pero los números están cerrados.
Si esta articulación funcionara correctamente y se pudieran tender puentes de diálogo parlamentario, podrían transitar un segundo período de oposición para encarar la construcción de una alternativa electoral, el último paso.
Por el momento, eso pareció apresurado pero ya se empezaron a notar armados diferentes. La UCR se acomodó internamente, la Coalición Cívica se despegó del PRO y el partido amarillo no pudo superar sus divisiones pese a que no rompieron en el Congreso.
Antes de que terminara el 2023, los dos candidatos presidenciales sacaron las uñas y mostraron identidad. Patricia Bullrich despegó a sus legisladoras bonaerenses del acompañamiento a la ley impositiva y de endeudamiento de la provincia. “A diferencia de sus pares del Bloque PRO en la legislatura bonaerense, las bullrichistas Florencia Retamoso y Sofía Pomponio, se opusieron y votaron en contra”, comunicaron. De este modo, la ministra de Seguridad decidió mantener la mano dura y de oposición absoluta a Unión por la Patria.
Horacio Rodríguez Larreta no se quedó atrás. El ex jefe de Gobierno, desde el llano, mandó un mensaje a los “voluntarios de la Generación del 23”, el nombre que le puso al armado que fracasó en las PASO de este año. “Este año soñamos con una Argentina mejor, estamos convencidos de que se puede y vamos a seguir en este camino”, dijo en un video.
Larreta le agradeció a quienes lo acompañaron en la aventura presidencial y les propuso seguir “adelante” y con la “ilusión de trabajar por una Argentina mejor y para todos”. Como en las primarias, a diferencia de su contrincante, decidió mantenerse en la ancha avenida del medio y, con el mensaje, dejó entrever que su construcción sigue en pie.