Prácticamente apenas se conoció el principio de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la oposición se encargó de marcar un límite a su apoyo o facilitación en el Congreso, el de la suba de cualquier impuesto, en su concepto más amplio. Una idea que se esparció de forma individual, en primera instancia, se formalizó con declaraciones oficiales de la mesa nacional Juntos por el Cambio la semana pasada y se revalidó este viernes en el encuentro de la UCR en Santa Fe, la primera experiencia de laboratorio de una unidad forzada, tan forzada que ni siquiera tuvo foto global. Con esa postura, la alianza intentará, al menos desde las formas, empujar al Gobierno hacia un ajuste del gasto direccionado al pueblo, a la educación, las jubilaciones o el trabajo, con la tan publicitada reforma laboral. La discusión sobre la reducción del déficit - palabra tan de moda por estos tiempos - abrió, así, dos caminos muy diferentes: si se hará mediante una mayor recaudación, con el consiguiente crecimiento económico, con un esquema tributario progresivo que recaiga sobre los que tienen capacidad de pago o si se hará mediante el recorte en áreas clave, donde los más afectados siempre son los sectores vulnerables.
Si la oposición llegara a abroquelarse en un voto negativo ante el acuerdo con el FMI ante la posibilidad de una suba impositiva a los sectores más pudientes, el entendimiento podría llegar a naufragar. También es cierto que, al menos de momento y sin conocer la letra chica, amplios sectores de Juntos por el Cambio - en especial el radicalismo y la Coalición Cívica - pidieron ser responsables y descartaron la idea macrista de "cuanto peor, mejor". Pero la cuestión de los impuestos continúa siendo el límite autoestablecido. En este debate, los argumentos girarán en torno a la reducción del gasto, algo así como una vuelta al pacto firmado por Mauricio Macri con ajuste sobre los sectores más vulnerables, o el achique del déficit mediante un incremento de los ingresos. El analista Artemio López publicó en su cuenta de Twitter que en la Argentina sólo el 7% del ingreso tributario total recae sobre el patrimonio, que casi no hay impuesto a la herencia y el inmobiliario es muy acotado.
La segmentación de tarifas de servicios públicos, un horizonte harto prometido, tal vez no sea la solución final para las finanzas argentinas porque el sector que podría llegar a enfrentar una suba es acotado y, por lo tanto, lo recaudado también lo será. En ese contexto, la lupa se puso sobre las grandes fortunas. Ya se tuvo, en 2021, la experiencia del aporte solidario, que fue extraordinario, y se discutió, al menos mediáticamente, la posibilidad de un impuesto a la herencia que fue eliminado por la última dictadura cívico militar y no se volvió a establecer.
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En su momento, Cristina Kirchner planteó que la Argentina tiene dólares para pagar la deuda pero están en el exterior, por lo que pidió la colaboración del FMI para encontrarlos y afrontar los vencimientos con esos patrimonios. En ese sentido, con el debate de Bienes Personales se estableció una alícuota para este rubro con asiento fuera del país. Las retenciones también podrían ser otro instrumento, incluso el tributo a la vivienda ociosa, algo que volvió a ponerse sobre la mesa con la discusión de alquileres.
Pero ninguna de esas alternativas serían toleradas por la oposición, son el límite. Y con ese límite, la única solución a la vista, además del esperado crecimiento productivo, es el ajuste. O sea, la reducción del gasto. En vez de recaudar más, gastar menos. Y donde el Estado más invierte es en educación, salud, jubilaciones. Completamente inelástico, porque se puede bajar la presencia del Estado, en este caso financiera, pero no va a reducirse la cantidad de personas que necesitan ir a la escuela o Universidad pública, a un hospital o salita barrial o jubilados que quieran cobrar lo que les corresponde. Por lo tanto, habría menos de todas esas ofertas pero no menos demanda.
Diferencias en JxC
El primer sector que salió a cuestionar una potencial suba de impuestos fue el PRO. En off, apenas conocido el principio de acuerdo, ya adelantaban que sería el límite y el 10 de febrero, en una reunión de la mesa nacional de la alianza, se planteó como oficial. Todos los partidos participantes coincidieron en que no avalarían ningún entendimiento con incrementos tributarios.
Esta postura se volvió a refrendar el viernes en un encuentro nacional de la UCR que convocó a diputados, senadores y la mesa de conducción del Comité Nacional, una reunión que sirvió como una suerte de ensayo de convivencia después de la ruptura del bloque en Diputados. Si bien estuvieron representados ambos sectores, los llamados renovadores y los tradicionales, no hubo foto de unidad. Sólo se difundieron imágenes parciales de los distintos oradores y de la concurrencia, tampoco se sacó un comunicado tras el encuentro.
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Durante la reunión en Santa Fe, que duró menos de lo esperado, se debatió sobre el acuerdo con el FMI y también la reforma de la composición del Consejo de la Magistratura, tema para el cual la oposición presentó un proyecto unificado para embestir de poder al presidente de la Corte Suprema. El capítulo deuda dejó al menos dos definiciones. Por un lado, como expresó el jefe del bloque radical oficial en Diputados, Mario Negri, que los compañeros de partido tienen que tener cuidado "con escuchar a algunos que profesan el cuanto peor, mejor", en referencia directa a Mauricio Macri y la postura del ala dura del PRO. "Depende de la oposición que no haya default. Tenemos la responsabilidad de hacer docencia ante la ciudadanía, explicar qué significa el abismo de la cesación de pagos, porque el kirchnerismo la impulsa irresponsablemente", dijo en pos de la mesura.
Gerardo Morales, presidente del espacio, reforzó la idea de una relación tirante con el macrismo. Chispazos que derivaron en cruces con Patricia Bullrich o con el propio Mauricio e implicaron un acuerdo interno: nadie puede hablar en nombre del conjunto. "Hay una tensión pacífica con el Pro. Nosotros no nos creemos dueños y tampoco aceptamos que otros se crean dueños de la coalición", sostuvo el jujeño al respecto.
Así, segundo concepto, además de la responsabilidad, giró en torno a esa tensión y a la necesidad radical de ganar mayor protagonismo en el 2023. "Somos un partido de gestión. En Mendoza, en Jujuy y en Catamarca estamos demostrando que sabemos gobernar. Hay que estar orgullosos porque habrá un presidente de la UCR, tengamos confianza en esto. Tendremos un gobierno con más política, no solo tecnócratas", arengó Morales con críticas a las famosas planillas de Excel de la gestión anterior.
Una construcción con límites, nuevamente diferenciados del macrismo. Ante la apertura hacia la derecha impulsada por los halcones del PRO, Negri puso un freno. "Hay una desesperación por sumar. Pero pregunto: ¿Se puede sumar hasta el infinito para llegar al gobierno? Probablemente sí, pero temo que no se podrá luego gobernar. Estoy a favor de la ampliación, pero no de amontonarse. Yo no creo que no deba existir el Estado". Un debate que la coalición encarará hacia el futuro.