Facundo Manes, entre la crítica total y la permanencia incómoda

El diputado estalló contra todos los sectores de Juntos por el Cambio pero decidió mantenerse adentro y competir por la presidencia. Algunos dirigentes lo empezaron a ver cada vez más aislado, sin comprender su juego político y con pérdida de identidad. Su intención es que la UCR no sea furgón del macrismo y tenga un candidato.

23 de enero, 2023 | 23.21

Después de una desaparición prolongada, algo extraño en alguien que tiene pretensiones de competir por la Casa Rosada, reapareció Facundo Manes para, una vez más, marcar su disconformidad con todos los sectores de Juntos por el Cambio. Cuestionó a los halcones, a las palomas y a los “acuerdistas” pero, pese a los mil y un guiños de ruptura, retomará su campaña presidencial para competir dentro de una alianza en la que no sólo parece sentirse cómodo sino en la que parecen haberlo empezado a aislar.

Manes se mostró con la intención de terminar con los privilegios de la clase política pero, a diferencia de los libertarios (una aclaración que hizo por la existencia de un análisis que comparó su discurso con el de Javier Milei), desde dentro del sistema. También volvió sobre la idea de salir de la encrucijada de la grieta “por arriba” con una solución novedosa que, a priori, pareciera difícil de concretar desde uno de los dos polos de esa misma grieta. Dijo estar “desilusionado” con lo que encontró dentro de la política y se consideró, como realmente lo es, un personaje nuevo en esa arena pero sin la pretensión de adoptar sus “vicios”.

Tal vez, el párrafo que causó más revuelo fue el que estuvo referido a sus socios. En una entrevista con Infobae, cuestionó a tres sectores de Juntos por el Cambio. A los halcones, porque tienen la idea de “recuperar el país es pasando por arriba con un tanque a todos, y a los que no piensan como ellos, o sea, más de lo mismo”. A las palomas, porque usan el “Estado desde un formato propagandístico, que sólo tiene eslogan y un crecimiento desmesurado en la publicidad”, algo “inmoral” en un país con alta pobreza. Y, por último, a los “acuerdistas” que sólo están para buscar un cargo, incluso, sin mencionarlos, habló de dirigentes de su partido, el radicalismo.

La explicación oficial sobre esos dichos fue bastante simple y concreta. Se sostuvo que Facundo va a ser candidato a presidente por JxC pero, al mismo tiempo, se aclaró que mostró un perfil diferente a sus socios y una identidad absolutamente radical. Por lo tanto, hará lo posible para que haya un candidato de la UCR a la máxima jefatura nacional. “Es la única traducción que se puede hacer de lo que dijo”.

El neurocientífico irrumpió en el mundo de la política en 2021, a poco de cerrarse las listas de candidatos legislativos, y logró un excelente resultado en Buenos Aires pese a que en los libros de historia quedará como derrotado por Diego Santilli. Sin embargo, tanto él como otros, aún destacan su participación como clave para haber ganado la provincia, algo que no estaba en los planes de la oposición. A partir de allí, y con ese impulso, se empezó a tejer su candidatura presidencial.

Con más golpes que caricias, Manes viajó por todo el país un tanto despegado de la estructura partidaria en un momento de gran desencanto social con la clase política. Pero, con el paso del tiempo, los acompañamientos que supo cosechar se fueron desgastando a punto tal que hoy hay muy pocos que entienden la jugada del diputado para este 2023. Lo cierto es que saldrá a la cancha con la mente puesta en la Casa Rosada y dentro de Juntos por el Cambio, pese a no mostrarse muy feliz allí dentro.

En este punto, se abrieron dos caminos. Por un lado, aquél que concentra todas las críticas en la conducción del partido y su falta de empuje para hacer crecer a un candidato nuevo, potente, cara de la renovación radical, con la intención de aislarlo, dejarlo fuera de juego y poder negociar sin bifurcaciones. Según esta visión, Gerardo Morales, titular de la UCR, se quedó como el único postulante potable y se encargó de negociar cara a cara con Horacio Rodríguez Larreta en nombre del espacio boina blanca.

Este fin de semana hubo una foto llamativa. Morales, Larreta y el correntino Gustavo Valdés se encontraron en la provincia del litoral. Cuando algunos intentaron instalar la teoría de una partición dentro de la UCR producto de los acercamientos entre el jujeño y el porteño, apareció la imagen. Valdés también tiene una excelente relación con el jefe de Gobierno y si bien sonó como posible vice, eso pareció haber quedado descartado, supeditado a un proyecto más a mediano plazo que podría incluir la conducción del Comité en un futuro.

Más allá de eso, es cierto que existen diferencias en la UCR y que algunos dirigentes, que manifestaron su malestar mediante ausencias clave, no estuvieron de acuerdo con el modus operandi de Morales de acaparar todo, negociar solo y venderse como el hombre al cual responde todo el radicalismo. Eso fue lo que se intentó desmitificar pero la foto trajo cierta paz en esa batalla.

Según el análisis de un radical experimentado y poco feliz con el lugar que el partido ocupa dentro de la alianza, Manes dejó en claro que la UCR está dentro de Juntos por el Cambio y que, por el momento, buscó ser orgánico. Agregó que si se diera algún acuerdo entre Larreta y Morales, Facundo competiría de todas formas, aunque sin poder predecir dónde. La intención del diputado, a fin de cuentas, es que el partido centenario tenga su propia propuesta presidencial sin secundar a los macristas.

Pero en esa cruzada, según la misma lectura, se encontraría con una maniobra de aislamiento. Esa que le criticaron algunos dirigentes a Gerardo Morales y que, evidentemente, podría seguir. Dejarlo solo, tomar decisiones que no le gusten para que se sienta incómodo y se tenga que refugiar en pequeños soportes. Sin embargo, las distintas fuentes consultadas aún no consideraron que pueda animarse a jugar por fuera.

El otro camino sobre el dilema Manes pasó por el propio Manes. Hay quienes supieron apoyarlo y ya se mostraron más distanciados. Lo encontraron en una situación de debilidad y aislamiento interno, incluso con pérdida de algunos financistas externos, que lo obligó a salir públicamente a cuestionar a todos los socios e intentar armar algo transversal, aún sin saber si será dentro o fuera de Juntos por el Cambio, pese a que el neurocientífico no mostró señales de rompimiento.

Al diputado se le ofreció, en varias oportunidades, algún tipo de ayuda, desde la estructura hasta la experiencia, para armar una campaña seria, ordenada en lo nacional. Si bien nunca rechazó la propuesta, tampoco la concretó. En ese paquete estuvo, por ejemplo, la posibilidad de sumarle un nombre conocido en Buenos Aires, como el de Gustavo Posse, para hacer pie en la provincia pero hubo amagues y cero acuerdo.

Su principal aliado en ese distrito es Maximiliano Abad, que el viernes se lanzó como candidato a gobernador pero, según las interpretaciones de varias alas boina blanca, sólo en plan de negociación. Una testimonial que le permita tener músculo para cerrar buenos acuerdos provinciales. Manes todavía tiene ese apoyo, pero otro radical experimentado aseguró que “le están soltando la mano” porque, en realidad, lo usan para acumular para su propio proyecto personal.

Otra de las cuestiones que también hizo ruido en un sector fue el rechazo a una interna partidaria abierta, previa a las PASO, entre Morales y Manes. Una forma de llegar con un solo candidato radical potente a las Primarias con el PRO. En ese escenario, Facundo corría en desventaja por falta de estructura y sillas en la conducción del espacio pero, según trascendió, primero se mostró proclive a implementar la herramienta pero, después de pensarlo bien, mandó a un enviado para rechazarla.

La gran conclusión fue que el diputado nunca abandonó la búsqueda de un espacio que no pareciera existir en la Argentina, por fuera de la polarización extrema. Se convirtió en un opositor a todos porque creyó ver, por debajo de la arena política actual, un emergente que nadie más vio y pensó que en algún momento esa playa se iba a abrir en dos para dejar salir lo subterráneo. Esa moderación, esa ancha avenida del medio que nadie cree que exista en forma potente.

En esa actitud mesiánica, se sostuvo, su identidad se desdibujó. Pasó de ser neurocientífico a ser político y a no ser ninguna de las dos cosas. Ahora, enemistado con Juntos por el Cambio, tampoco se mostró contundente en las críticas al kirchnerismo, pese a que en la entrevista cuestionó el juicio político a la Corte Suprema. “No parece estar clara su diagonal, ni que haya agua en la pileta a la que se quiere tirar. Se tira a una pileta que nadie ve”, sintentizó un dirigente radical.

Sin embargo, y al mismo tiempo, también se le reconoció que en la calle, en el cara a cara, mostró un muy buen feeling con la gente pero no logró multiplicarlo en los medios de comunicación o en las redes sociales. Más allá de eso, todavía parecieran contarlo como un actor dentro de Juntos por el Cambio que podría sacar algunos puntos en una elección general, donde el más perjudicado podría ser Horacio Rodríguez Larreta. Salvo que decida migrar a la “pseudo cuarta fuerza” inaugurada por Juan Schiaretti.