Una formalidad partidaria volvió a reunir a Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, contrincantes en la interna presidencial macrista. Ambos fueron los oradores centrales del Consejo Nacional PRO, que retomó los encuentros presenciales después de varios remotos. El jefe de Gobierno, sin un cargo dentro de la estructura amarilla, y la presidenta del espacio esgrimieron posturas similares a la hora de marcar la importancia de conformar y fortalecer a Juntos por el Cambio en todas las provincias, mantener la unidad y ampliar el espacio para ensanchar las probabilidades electorales camino al 2023. Pero no faltaron los chispazos, en este caso en torno a la posición del libertario Javier Milei y el incómodo lugar en que los dejó parados.
La reunión duró tres horas, se desarrolló en un hotel del centro porteño y formó parte de una línea administrativa de encuentros cuatrimestrales. Hubo, más que nada, firmas de actas y cumplimiento de formalidades. O sea, la foto que puso a Bullrich y Larreta en el centro del plano fue casi una imposición legal y no una casualidad alegre. La ex ministra de Seguridad ocupó el cuadro del medio de la imagen que difundió el partido, lo único que se comunicó de manera oficial, y el jefe de Gobierno estuvo a su lado. Sin tener un cargo en la estructura PRO, su participación llamó la atención pero se argumentó que ganó ese espacio por ser el único gobernador amarillo.
Sin embargo, su presencia cobró valor en el marco de la interna que enfrenta a ambos dirigentes. El PRO aún no logró definir si elegirán un candidato único mediante una elección partidaria o si todos los pretendientes a la Presidencia de la Nación confrontarán en una PASO, y este martes no fue la excepción. No hubo definiciones electorales. Larreta formó parte del encuentro durante un rato, abrió la reunión con un discurso - algo que también hizo Bullrich - en línea con la importancia de la unidad del PRO, de Juntos por el Cambio y su extensión a todas las provincias con el macrismo como promotor de la tarea.
Los discursos de ambos fueron calificados como "políticamente correctos" en medio de los torbellinos que, algunos esperan, se solucionen con un acuerdo cercano a las elecciones del año que viene. Sin embargo, cuando Larreta abandonó la reunión, Bullrich tuvo un planteo "extraño", tal como lo definió una fuente al tanto de las charlas en el encuentro. La titular del PRO pidió definir si el macrismo es o no parte de "la casta", este concepto que instaló Milei durante la campaña del 2021 y que mostró a Mauricio Macri preocupado.
El ex presidente de la Nación mostró, la semana pasada, cierta señal de alarma frente a la postura del libertario que, hoy por hoy, se mostró como una novedad de la política. Algo así como un outsider del aparato tradicional. Un discurso que la oposición había enarbolado bajo el título del cambio y que, por obvias razones, ya no lo alcanza. La alianza pasó a formar parte de ese sistema tradicional partidario y vio robado el concepto de lo disruptivo.
Ante la pregunta o la solicitud de Bullrich, según reconstruyó este medio, se armó una suerte de discusión que no derivó en consecuencias mayores. A la presidenta del PRO se le respondió que no se pueden "comprar" las definiciones de un personaje que no forma parte del espacio de Juntos por el Cambio, ni siquiera del sector amarillo. Por lo tanto, la decisión partidaria no debería hacerse en base a la comparación sino a las pretensiones propias del partido. Según el larretismo, con "transformaciones" como las llevadas adelante en la Ciudad de Buenos Aires hace una década y media.
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El crecimiento de Milei en las encuestas, el descontento de un sector de la población con la dirigencia y la falta de involucramiento político, son señales que el macrismo comenzó a ver de cerca. El sector duro del PRO ya coqueteó con Milei pero el libertario encontró dos trabas. Por un lado, la de los "moderados" como Larreta, el radicalismo o la Coalición Cívica. Por otro, su rechazo a formar parte de "la casta". Sin embargo, su incorporación o exclusión quedará como un asterisco hasta momentos más definitorios, ya que un ala del macrismo entendió, y se lo hizo saber al libertario con publicaciones periodísticas, que Juntos por el Cambio es la única herramienta que podría usar para llevar sus ideas a Casa Rosada.
Por el momento, las preocupaciones centrales pasaron por la unidad y la necesidad de disputar internas y de permitir el surgimiento de candidaturas múltiples en el marco de un juego limpio. Si bien los accionistas principales de la alianza no mostraron intención de romper, las pretensiones personales y partidarias podrían generar molestias. El PRO quiere conducir la coalición, la UCR también. Ambos, sumada la Coalición Cívica, quieren poner candidatos en 2023. Algunos intentarán llegar a la síntesis y otros, en caso de no lograr el acuerdo, irán a las PASO. Eso, se entendió desde la oposición, no debería dinamitar puentes.