Patricia Bullrich pareció llegar tarde a todo. A comprender que Javier Milei consiguiendo el primer lugar en las PASO, a reconocer que, individualmente, ella quedó tercera, a la foto de unidad, a la imagen de estructura y fortaleza, a la delimitación de Sergio Massa como el rival a vencer para llegar al balotaje. Juntos por el Cambio nunca abandonó su crítica al kirchnerismo o a cualquier dirigente que pudiera salir de un armado cercano a este, pero tardó en incorporar la "moderación" a la campaña.
La candidata aparentó soledad, bastante tiempo, por la falta de referentes que decidieran acercarse voluntariamente y por un cierre sobre sí misma y su equipo. Finalmente, llegó la imagen de solvencia, pero podría ser tarde.
Sin embargo, no hay desánimo en Juntos por el Cambio. Algunos pueden ser más cautos por lo que dejó la experiencia Milei en agosto, pero hay una creencia de victoria parcial instalada. No se descartó, para nada, que Bullrich pueda llegar a una segunda vuelta contra el libertario. El escenario ideal para Mauricio Macri, más concentrado en terminar con el kirchnerismo que en querer que triunfe la candidata de su espacio.
Tanto para mantener cautela como para abrazarse a las buenas vibras, la base argumentativa es la misma, la mala situación económica del país. Con 138% de inflación interanual, un indicador mensual arriba del 12% y el dólar a más de $900 deberían ser razones suficientes para que Massa no tenga chances de llegar a noviembre.
En las filas de la alianza, gustan de la idea de falta de motivación en el electorado para optar por el candidato de Unión por la Patria. Ni para los ausentes ni para los votantes de Horacio Rodríguez Larreta, una cajilla para la fuga de voluntades hasta su incorporación formal. Con esa lógica, el hombre del oficialismo no podría superar el porcentaje que ya consiguió.
Sin un horizonte claro dentro del oficialismo, el electorado que no fue a las urnas el 13 de agosto o que eligió opciones más moderadas se inclinaría por Bullrich, qué haría de la desventaja una ventaja. De la incómoda posición del medio a una salida para quienes no quieren los nombres de la polarización, Massa o Milei.
Existe la creencia de que aquellos que no votaron, decidieron ausentarse porque están muy enojados con el Gobierno o porque no los convenció ninguna de las opciones. En ese contexto, si el ciudadano no está con el oficialismo pero tampoco quiera que se rompan las reglas básica de convivencia, tampoco elegirá a Milei. Entonces, Patricia ascendería como la única salida.
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Bajo esa lectura, el que votó a Horacio Rodríguez Larreta jamás podría volcarse hacia Massa porque el kirchnerismo es el límite. Por lo tanto, ese voto no se iría a Unión por la Patria y la jugada de incorporar al jefe de Gobierno serviría para recuperar a los que dudaron de su pertenencia a Juntos por el Cambio.
Por otro lado, el voto ausente de las PASO fue, en la historia reciente, mayoritariamente de la alianza opositora, no kirchnerista. Entonces, Unión por la Patria no tendría demasiado espacio de dónde pescar sufragios entre los que no fueron a las urnas el 13 de agosto y la coalición conservadora sí.
Con Larreta adentro, con Macri militando activamente la campaña de Bullrich, la a alianza podría dejar de perder. No ganar, sino frenar la sangría. Recuperar votos macristas que se fueron con Milei y no filtrar más sufragios larretistas. El rival es Massa, no el libertario. A contramano de todo lo que se podría haber creído en la previa, la batalla no será de extrema derecha sino por el voto moderado.
Y las provincias serán importantes. En Buenos Aires, donde probablemente pierdan la elección – la gran pregunta es por cuánto -, buscarán que la distancia con Unión por la Patria sea lo más chica posible. Entre la Ciudad de Buenos Aires, donde esperan repuntar, y otros distritos en los que se perdieron muchas voluntades entre los comicios locales y nacionales, se intentará que la diferencia con el oficialismo sea lo más acotada posible para definir el finalista por penales.
Además de la Capital Federal, la alianza tiene la pretensión de agrandarse en Mendoza, donde Bullrich cerró campaña este martes; en Córdoba, donde estará el miércoles; en Jujuy, donde gobiernan pero quedaron terceros; en Chubut, un distrito recientemente adquirido y en San Luis, por ejemplo. Además, se podría sumar Santa Fe. Entre esos territorios la brecha con Massa estaría, se estimó, cerca del millón doscientos mil electores.