Por un acuerdo del bloque radical, Martín Lousteau dejará de ser el vicepresidente de la Cámara de Senadores para pasar a ser un legislador raso. Su lugar será ocupado por la santafesina Carolina Losada y el trueque de figuras anotó otra derrota en la columna del hombre de Evolución camino a la elección que consagrará un nuevo presidente del Comité Nacional de la UCR, el próximo viernes. Los perdedores buscaron, por todos los medios, bajarle el dramatismo a la situación y hasta se celebró la llegada de una mujer a una silla importante dentro del Congreso. Sin embargo, de fondo, la jugada fue una maniobra más del sector tradicional para desgastar al porteño y sus pretensiones de conducción partidaria.
Lousteau formó parte de la reunión de bloque convocada el jueves a las 9:30, previo a la sesión preparatoria para tomar jura a los nuevos legisladores, e interpretó que el ascenso de Losada fue en línea con un planteo propio, ese que apuntó a darle espacios a quienes hicieron buenas elecciones y expresan una renovación radical. Un planteo que, según la experiencia, no debería obedecer necesariamente al resultado de una votación interna de cada bloque. En Diputados, por ejemplo, sometieron las vocerías a la decisión colectiva, Evolución perdió y, en vez de aceptar la voluntad de la mayoría, rompió.
Con la decisión tomada y comunicada en el Senado, se terminó de ejecutar el juego de pinzas de la tribu tradicional del radicalismo. La batalla empezó hace tiempo con Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, y Lousteau como principales exponentes, pero la última semana mostró un acelere digno de una carrera automovilística. El porteño perdió, con escándalo de por medio, las elecciones de la Juventud Radical; dividió el bloque en Diputados y se llevó sólo 12 de las 45 bancas del partido en medio de una presión fuerte de tres Comité provinciales para que sus legisladores revean la decisión de romper; y salió derrotado en el Senado pese a que un dirigente de su espacio aseguró que la celebración dedicada a Losada no fue una puesta en escena.
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Con el corrimiento de Lousteau en la Cámara Alta, el bando "conservador" celebró. No sólo por la seguidilla de derrotas adjudicadas al porteño sino por las implicancias prácticas que tendría su salida de la vicepresidencia del Cuerpo. El cargo le dio la posibilidad de formar parte de la mesa nacional de Juntos por el Cambio - lo que no asegura su ausencia en los encuentros -, una oficina y contratos dentro del Congreso. "No necesitamos chapa para hacer política", respondieron cerca del legislador al tiempo que destacaron lo simbólico de esa silla. Más una cuestión abstracta que concreta.
A diferencia de Diputados, en el Senado no se decidió romper y quedó dentro de la estructura. La puja feroz tuvo lugar en la Cámara Baja, donde Mario Negri todavía no habló. Sin decir nada en los medios de comunicación, sólo con algunos mensajes en redes sociales, decidió esperar y recolectar más victorias que se manifestaron con duras editoriales en portales y canales amigos pero, sobre todo, con la movida en el Senado. Porque, en realidad, la pelea no fue por bancas.
Como contó El Destape, detrás de la ruptura hubo proyectos electorales y lo confirmó Lousteau con una nota publicada en Clarín. Después de las elecciones, dijo, "emergieron nuevas figuras en todo el país" y "ellos deberían ser los candidatos a intendentes y gobernadores" para lo cual "hay que potenciarlos, tenemos que brindarles todos los recursos posibles" para que sean competitivos en 2023 con un proyecto nacional de Juntos por el Cambio con participación protagónica de la UCR.
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Después de la crisis del 2001, el radicalismo perdió una buena parte de su base electoral y buscó reconquistarla en los últimos años. La elección del 14 de noviembre fue prueba de ello, con buenos resultados en la CABA, Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe, por ejemplo. El trabajo de hormiga buscó generar la idea de que la UCR puede recuperar su electorado, tener fuerza dentro de JxC y construir una alternativa de poder dentro de la alianza.
En Evolución entendieron que ese reflote del partido podría ponerse en riesgo si no se concreta un cambio de caras en espacios de poder o si, por lo menos, no se permiten nuevos espacios de expresión en las estructuras actuales. Sin embargo, no faltó quien interpretara que se podría haber encontrado otra manera de resolver las tensiones y generar esas famosas vocerías, sin la necesidad de romper.
En ese punto, llamó la atención un párrafo que Lousteau le dedicó a una de las figuras históricas de la UCR, clave para su armado en la CABA. El senador despegó a Enrique "Coti" Nosiglia de la jugada en Diputados y aseguró que "el liderazgo de Evolución Radical lo ejerzo yo y es mi responsabilidad". Según pudo saber El Destape, el dirigente efectivamente no formó parte de la ruptura pero sí estuvo de acuerdo con la necesidad de que las voces "renovadoras" tengan expresión en el Congreso, aunque no fuera en la presidencia de los bloques.
Nosiglia, en medio de la crisis radical, fue uno de los que puso la firma a la convocatoria electoral partidaria. El lunes, se reunió la Mesa Ejecutiva de la UCR y, por unanimidad, votó llamar a los comicios internos para el próximo 17 con la intención de calmar las aguas en medio del revuelo. Pese a los chispazos, sin embargo, el bando rupturista confió en que el partido quedará unido, incluso después de que Lousteau pusiera, en su nota, un ejemplo que generó suspicacias.
El senador analizó que la UCR resiste a los jóvenes porque en el partido "prima la mirada de la pequeña política" y que, ante esa postura, algunos liderazgos acompañados con el voto ciudadano se cansaron y "tuvieron que irse para poder hacer su aporte desde otro lugar", como en el caso de Elisa Carrió. Sin embargo, se negó la posibilidad de conformar un nuevo espacio radical por fuera del radicalismo.