El round electoral que desnuda la debilidad de Cambiemos

En Marcos Juárez, primer éxito del experimento opositor en 2014, Cambiemos se encamina a una derrota. Con los números en contra, buscarán revertir la tendencia aunque el panorama es negativo. Malas decisiones políticas, egos y el resurgimiento del internismo, factores clave de la crisis.

27 de agosto, 2022 | 00.05

El 11 de septiembre, Cambiemos podría perder su kilómetro cero. Las elecciones municipales de Macros Juárez pusieron en alerta a una oposición que hará lo posible por retener lo suyo pero que cree, al mismo tiempo, que será muy difícil salir con una victoria. La alarma se encendió cuando la Coalición Cívica volvió a protagonizar un estallido interno en la alianza al romper con sus aliados. Un nuevo baño de realidad internista en medio del intento por mostrar unidad. Pero la novela también incluye, como factor embrionario, pésimas decisiones políticas que generaron malestar y la necesidad de poner la lupa en cada armado local para evitar problemas innecesarios.

Hace una semana, la Coalición Cívica de Córdoba anunció el quite de su apoyo a la lista de su alianza y la salida, en consecuencia, de una campaña cargada de simbolismo. En efecto, en Juntos por el Cambio no se cree que este episodio pueda poner en riesgo la elección provincial pero tendrá un efecto hacia adentro porque esa localidad fue el primer experimento electoral de la coalición opositora en 2014. Pero el golpe más duro, en realidad, será la alarma. Los comicios podrían haber sido fáciles si se hubieran evitado errores.

La historia comenzó hace dos años, cuando dos funcionarias del actual intendente Pedro Dellarossa se posicionaron como posibles candidatas. Ambas fueron alentadas y ambas creyeron que iban a ser la sucesora. Una de ellas, Sara Majorel, fue al Concejo Deliberante local. La otra, Verónica Crescente, al COE para gestionar la pandemia del coronavirus. Esta última apareció, después de su desempeño, como el nombre obvio. Pero la decisión del alcalde se demoró.

En la oposición creyeron y confiaron en que Crescente iba a ser la elegida por sus resultados en las encuestas pero, finalmente, la señalada fue Majorel. El intendente creyó que su designación alcanzaría para obtener un triunfo. Casi como si tuviera la varita mágica de Cristina Kirchner. Pero no funcionó. La funcionaria del COE quedó molesta con la decisión y, en lugar de contenerla, fue presionada. El alcalde y Crescente viven enfrente, pero el cacique no cruzó la calle, mandó a personas de su confianza y la negociación no fue en los mejores términos.

Como Crescente tenía historia en un partido vecinal, retomó esa trayectoria y, para colmo de males para las filas cambiemitas, recibió el apoyo del gobernador Juan Schiaretti y del PJ, que no postuló a quien se suponía que iba a ser su candidato por la oportunidad abierta. Entonces, hubo unidad contra Juntos por el Cambio, de ahí la situación delicada que obligó a la nacionalización de una campaña imposible.

En el medio, el estallido de la Coalición Cívica que, por errores previos y poco peso propio, no se transformó en el problema central de la oposición en ese municipio cordobés. Los lilitos esperaban, “ingenuamente”, que la debilidad de la alianza les abriera las puertas para colocar nombres propios en la lista para el Concejo Deliberante, pero pasó todo lo contrario. Con las esperanzas casi extintas, el intendente cerró filas para garantizar a los propios. Y se rompió la unidad.

La novela, en principio, no trascendería las fronteras de Marcos Juárez aunque la oposición no niega que “torpezas” de este estilo puedan replicarse en otras localidades. Por lo tanto, habrá una mirada mucho más atenta en cada municipio para evitar problemas. Para la provincia, con el esquema aún abierto, suena fuerte Luis Juez como candidato del PRO. Hubo cortocircuitos en estos días por las fotos de algunos radicales con el actual mandatario, Schiaretti. Pero, según dijo una fuente con conocimiento de los armados, el nombre fuerte de la UCR es Rodrigo De Loredo.

Pese a ello, Juntos por el Cambio no abandona su pretensión de intentar retener Marcos Juárez. Según una encuesta de CB Consultora publicada esta semana, Crescente destronaría a la alianza. Su ventaja es de siete puntos por sobre la candidata del macrismo. Para intentar revertir la tendencia, Gerardo Morales viajó a esa localidad hace ocho días. El jueves lo hizo el propio Mauricio Macri.

El ex presidente abordó su intervención por la arista del cambio, de “soltar” todo lo que se hizo en los “últimos 50 años” porque no funcionó. Ese proceso ya habría sido iniciado, según sus palabras, en Marcos Juárez “hace ocho años. Lo está haciendo muy bien. Lo que aplica es la frase que dicen los americanos que a mi me encanta: si no está roto, no lo arregles. Marcos Juárez funciona”. Esta semana será el turno de Horacio Rodríguez Larreta. Toda la carne al asador para intentar retener algo que hoy se considera perdido.

El episodio cordobés podría ser tomado como una muestra de lo que podría ocurrir a nivel nacional. Los egos propios y las malas decisiones podrían ser suficientes para echar por la borda el trabajo que hizo la alianza en estos últimos años, con cientos de miles de kilómetros recorridos. Pero el pataleo de la Coalición Cívica también dejó en claro algo: en algún momento terminará el efecto generado por el renacer del sentimiento antikirchnerista y las internas volverán a reflotar. Ya sea por broncas internas o por negociaciones.

Las peleas generadas por las negociaciones quedaron a la vista cuando Macri y Elisa Carrió pusieron un límite a las alianzas con cierto sector del peronismo. Las broncas internas, cada tanto, salen a la luz. Carrió, esta semana, apuntó contra Patricia Bullrich a quien acusó de haber sido la autora del espionaje ilegal.

Al igual que la denuncia de supuestos vínculos de dirigentes cambiemitas con Sergio Massa durante la gestión anterior, esta acusación no es nueva. La líder de la Coalición Cívica ya la había planteado. En enero de 2018, en una entrevista con TN, contó que le “pusieron una custodia porque había muchos asaltos con rehenes y seguía con la (policía) Federal. Fueron unos días, después la retiré. ¿Qué me pusieron? A 70 metros para escucharme. Le digo al jefe de la Federal ‘díganle a Patricia Bullrich que no me escuche’”.

Y subió la apuesta. Carrió lanzó, en la misma entrevista, que todos los legisladores de su espacio tenían “tomadas las propias computadoras. ¿Quién nos toma las computadoras? A mí no me van a tomar, pero al diputado Juan López le toman las computadoras y no es la oposición. Así que dejen de hacer eso porque yo voy a ir a la comisión de seguimiento” de organismos de inteligencia.

El problema había sido planteado hace ocho años, sin solución aparente, lo que llevó a Carrió, una vez más, a volcar su bronca en los medios de comunicación para intentar encontrar algún tipo de rebote en la política. El episodio fue desconocido por Bullrich que, en La Red, dijo no estar al tanto de la existencia de esa custodia porque siempre tuvo a la Policía de la Ciudad, no la Federal. Y que la sigue teniendo.

Más allá de lo anecdótico, la oposición manifestó, una y otra vez, problemas internos aún no resueltos. La llegada de Sergio Massa al Gabinete nacional licuó las conversaciones sobre posibles elecciones anticipadas, lo cual le sería útil a un armado desarmado. Para armar un plan, pero, sobre todo, para poder resolver las discusiones hacia adentro, sellar acuerdos o intentar garantizar PASO en paz. Algo, por el momento, tumultuoso.