El sabor agridulce de las elecciones legislativas no opacó las pretensiones radicales de avanzar con una mesa colegiada opositora y generar una situación de socio en igualdad de condiciones con el PRO. Lejos de buscar definir liderazgos dentro de Juntos por el Cambio, el partido centenario comenzó a construir la narrativa de la disputa interna con la herramienta de las PASO, una estrategia que la alianza usó este 2021 y le sirvió. Con muchos nombres anotados pero con la intención de freezar la campaña para evitar exposiciones innecesarias, la UCR dejó mostrar su intención de dirimir candidaturas en internas con figuras 100% propias o un mix con el macrismo, según mande el acuerdo.
Los comicios del domingo arrojaron varias conclusiones, una de ellas evidenció que no hubo un único ganador y que nadie pudo atribuirse el triunfo en soledad. Ni Patricia Bullrich por sus recorridas federales ni Horacio Rodríguez Larreta con su poco feliz resultado en la Ciudad y provincia de Buenos Aires. Desde la oposición reconocieron que esperaron más de lo que consiguieron, que tenían la intención de incrementar la distancia en territorio bonaerense y que no lograron el objetivo pautado para la Capital Federal.
En esa construcción colectiva de la victoria con sabor a poco, se dejó ver una molestia. No por el resultado sino por la puesta en escena. No terminó de gustar que Larreta preparara un escenario de lanzamiento de campaña y de celebración enteramente porteño. Todos estuvieron en Costa Salguero, todas las provincias se enteraron del resultado de la CABA primero - pese a que se difundió la totalidad del país al mismo tiempo - y esa postal no sirvió para mostrar la federalización del triunfo.
Tampoco Mauricio Macri quedó bien parado. Alejado del micrófono y apenas relegado a una foto fugaz, se fue a Arabia Saudita un día después de las elecciones, se perdió la reunión de la mesa nacional y ninguno habló de él. El lunes, el nombre del ex presidente no fue mencionado, ni siquiera su viaje. No lo tuvieron en cuenta. Su figura, entendió un dirigente, tiene una carga negativa que afirma el electorado propio, el núcleo duro, pero genera un techo a la ampliación. Pese a esa traba, contribuyó y pidieron que estuviera presente en la campaña.
Por si fuera poco, algunos de sus movimientos molestaron. Los halagos a Javier Milei fueron "innecesarios", según lanzó un dirigente de la coalición opositora, y "sin un resultado positivo" porque el libertario creció en volumen de votos. La estrategia del fundador PRO fue, en realidad, una mojada de oreja para Horacio Rodríguez Larreta y sus pretensiones presidenciables.
Esa intención de llegar al sillón de Rivadavia no será barata. No sólo deberá negociar o ganarle la interna a Patricia Bullrich sino que también se enfrentará con radicales como Facundo Manes, Alfredo Cornejo, Gerardo Morales o el propio Martín Lousteau, un aliado suyo en el último tiempo. Con la guerra electoral abierta, una de las figuras pidió prudencia y no adelantar debates que podrían dejarlos mal parados (más preocupados por aspiraciones personales que por el país) y sobreexpuestos a errores.
Pero algo quedó claro. Sin PASO, perdieron una elección y con PASO salieron victoriosos. Por eso, la oposición se encamina a una gran interna promovida, sobre todo, por el radicalismo para dejar de ser el furgón de cola y pasar a tener un peso similar al del PRO. En ese camino, el diputado Alfredo Cornejo presentó un proyecto de ley para que las internas sólo se realicen entre candidatos a presidente y no por fórmulas presidenciales, una suerte de fortalecimiento de la coalición.
En el medio, la UCR definirá a su nuevo jefe, la primera gran puja de poder opositora post elecciones legislativas. Deberá esperar, en principio, a marzo del año que viene por una cuestión operativa. Ocho provincias prorrogaron el mandato de sus autoridades, aguardarán la regularización de esas situaciones y elegirán a la figura nacional que los representará, sin descartar una lista de unidad en medio de cruces cada vez más calientes.