La interna quedó, momentáneamente, suspendida. En medio de un clima de autoreconocimiento y algarabía, Juntos por el Cambio prepara su pronunciamiento unánime contra Cristina Kirchner. El pedido de condena contra la vicepresidenta logró que la alianza dejara atrás, cual decorado, el peligro de ruptura generado por las duras acusaciones lanzadas por Elisa Carrió hace dos semanas. La mesa nacional de este miércoles, temprano, volverá a reunir a la dirigencia opositora de manera presencial y, aunque no se descarta que algún memorioso lleve el problema generado por la líder de la Coalición Cívica, el descalabro quedó casi en el olvido.
La reunión del órgano nacional de Cambiemos se dará casi en un clima de feliz cumpleaños. Las muestras de felicidad, mayores en algunos y más cuidadas en otros, se terminarán de compartir a las 10 de la mañana en la sede del sindicato de Turismo, Hoteleros y Gastronómicos, en la calle Salta al 1200. Ese lugar había sido elegido para el encuentro pactado para la semana pasada y que, culpa de la feroz interna, tuvo que ser demorado para intentar enfriar los ánimos.
Ahora, con el paso del tiempo y la persecución judicial contra Cristina Kirchner, las tensiones quedaron bajo control y habrá foto de unidad. Atrás quedó la pelea desatada por el tándem Carrió – Mauricio Macri, atrás quedó la disputa entre los halcones y palomas del PRO, atrás quedó la interna con el radicalismo. Todos los temas se guardaron en un cajón y esperarán allí hasta que alguien, llave en mano, lo vuelva a abrir. Por ahora, "Cristina mata todo" y la postura antiK volvería a ser la protagonista.
En principio, la oposición saldría con un comunicado contundente contra la vicepresidenta aunque no se descarta que la interna también esté sobre la mesa en algún momento. Lo que deberán domar son los ánimos. La Coalición Cívica, por ejemplo, apareció fuerte en redes sociales para destacar la denuncia impulsada por su espacio contra CFK. No una celebración, sí un reconocimiento, se dijo. Los que celebraron fueron los diputados radicales que, sin pudor, usaron esa palabra en una comunicación oficial. Nada de “expresión” o “pronunciamiento” frente al pedido de condena contra la fundadora del Frente de Todos, “celebración”.
En el PRO, la situación fue bastante particular. De los cuatro dirigentes con pretensiones presidenciables, sólo se pronunciaron Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, de forma relativamente moderada, en redes sociales. Mauricio Macri no lo hizo y Horacio Rodríguez Larreta dio una respuesta formal en una entrevista. Sin embargo, el jefe de Gobierno sí apareció para intentar despegarse de la represión ocurrida, el lunes a la noche, en las puertas del departamento de CFK.
Desde el inicio, antes del comunicado del mandatario capitalino, la Ciudad rechazó cualquier tipo de violencia en las manifestaciones y acusó que sólo se separaron a los dos grupos antagónicos y que un oficial resultó herido. Pese al clima, a la denuncia de Cristina y a la condena solicitada por la fiscalía, tampoco se creyó en la existencia, a futuro, de una condena firme. Sólo quedaría, según el análisis, como un show para la tribuna sin consecuencias reales.
La relación de la vicepresidenta y el jefe de Gobierno es nula. Se cruzaron una sola vez, hace años, en un aeropuerto y nada más. Pero la figura de Larreta escaló a otro nivel en las últimas horas. Por segunda vez en poco más de dos semanas, CFK comparó al mandatario capitalino con Macri. Una astilla para alguien que quiere presentarse como diferente al ex presidente, básicamente por su poder de consenso en un presunto futuro gobierno de coalición.
La avanzada contra Cristina abrió un par de puertas en el armado opositor. Por un lado, la polarización aún más extrema del escenario político – electoral. Algo que, a simple vista, favorecería directamente al sector halcón, a los duros como Macri o Bullrich. Sin medias tintas, sin caminos a medio andar. Uno o el otro, sin centro. Pero el larretismo niega haber tomado la ancha avenida del medio. La estrategia es la de la ampliación de la derecha hacia el medio, no el corrimiento de la derecha hacia el medio. Dos cuestiones diferentes. Un armado que se diferenciaría del de la jefa PRO que, según la lectura interna, sólo busca ampliar hacia el borde, el extremo. Mucho más corto.
En ese escenario, la otra puerta abierta. La comparación de Macri y Larreta podría favorecer al jefe de Gobierno porque también quedaría dentro de la polarización. Se borraría el camino del centro. Son lo mismo. No hay halcones y palomas, sólo halcones. Una prueba contundente de ello es el famoso plan, aún inconcluso, que la oposición prepara para fin de año. La hoja de ruta será para todos, sólo se le sumarán “improntas”, pero el espíritu será el mismo, sea Mauricio, Horacio, Vidal, Bullrich, Facundo Manes o Gerardo Morales.
Pero, por otro lado, una especie de puesta en valor del jefe de Gobierno al subirlo directamente al ring de posibles contrincantes para el año que viene. Por el momento, Larreta optó por seguir el camino del bajo perfil sin confrontación. Tuvo sus apreciaciones superficiales sobre la causa y solo salió a responder ante el señalamiento de Cristina, llamando a la paz social.
En medio de esa comparación, un dato de color: en el equipo de la Ciudad ya desembarcó, como ayuda comunicacional, una mano derecha del ex presidente, el ex secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis que ofició de vocero de Macri cuando estalló la interna tras el huracán Carrió. Está dentro del equipo de Jorge Macri, ministro de Gobierno porteño.