El decretazo de Javier Milei cosechó muchos rechazos. En líneas generales, el ex Juntos por el Cambio se mostró dividido pero con una crítica mayoritaria, y fuerte, al instrumento elegido por el presidente para hacer las reformas que él – e incluso la alianza – considera necesarias para el país. La obligatoriedad de votar el paquete entero y blindado, a favor o en contra, limitó el accionar de legisladores que podrían ver con buenos ojos algunos artículos y otros no. La incertidumbre es total, el estudio del DNU todavía sigue y se desconoce cómo se darán los próximos pasos administrativos en un Congreso aún inactivo.
No hubo espacio político que quedara en silencio. Juntos por el Cambio se encontró en la difícil posición de coincidir con varias de las medidas firmadas por Milei pero no con otras, aunque la crítica principal estuvo centrada en la herramienta más que en el contenido. Si el gobierno hubiera optado por enviar paquetes de leyes para debatir en comisiones y recintos, o si hubiera avanzado con decretos más pequeños, muchas de las normas se hubieran visto aprobadas con los votos de la alianza.
El radicalismo pidió una “ley espejo” para subsanar esta traba generada por el propio Milei. El titular de Cambio Federal en Diputados pidió gobernar con el Congreso y no de espaldas a él. La Coalición Cívica se propuso analizar la necesidad, urgencia y afectación de derechos constitucionales de la medida. El PRO, comandado por Cristian Ritondo en la Cámara baja, acompañó el proyecto de cambio pero se sometió a la exploración del decreto. Salvo algunos halcones involucrados en el gobierno mediante Patricia Bullrich, no se firmó un cheque en blanco pero tampoco hubo un rechazo al fondo de la reforma.
Eso no quiere decir que no haya habido algunos exponentes decididos a acompañar, casi en forma automática, la medida. Entre los que salieron a celebrar están Luciano Laspina y Damián Arabia, dos diputados que trabajaron junto a Patricia Bullrich en la campaña presidencial. Pero el bloque tiene otros sectores, como el macrismo que responde a Mauricio Macri o el larretismo, más moderado.
Horacio Rodríguez Larreta se abrazó al corazón de su campaña, la necesidad de buscar consensos para avanzar con reformas duraderas. En el Senado, la desorientación es igual a la de Diputados. La cautela invadió a los legisladores. Más allá de algunos apresurados, no hubo demasiada opinión pública sobre el contenido del DNU, pero sí de la herramienta.
Desde una banca PRO se consideró que hubo un error político al elegir la forma de enviar las reformas. Si Milei hubiera elegido una ley o decretos más pequeños, separados por temáticas, muchos de los ítem podrían haber salido aprobados sin problemas como, por ejemplo, los laborales y económicos.
No se le encontró sentido al armado de una bolsa de medidas muy disímiles, entre las que se incorporó, por ejemplo, la organización de clubes deportivos. Por qué mencionó explícitamente este punto y no la esencialidad de la educación o el visto bueno a despidos por bloqueos empresariales, se cuestionó horas después del anuncio. Estos últimos puntos aparecieron como aceptables para un sector de la oposición cambiemita, pero el presidente no hizo foco en ellos.
Lo cierto es que Juntos por el Cambio quedó en una posición incómoda. Desde todos los sectores aseguraron estar de acuerdo con muchas de las iniciativas, con otras no pero, sobre todo, en manifiesto rechazo a la herramienta. Esto, sin embargo, los dejó en una posición incómoda y a la espera de una estrategia del oficialismo.
Al compartir varias de las iniciativas, se hizo difícil lograr una posición determinante sobre la posición a adoptar. Sobre todo porque en un debate normal, algunas normas serían rechazadas, otras aprobadas, otras validadas a medias. Muchos defenderán la ley de manejo del fuego, o la ley de tierras para evitar la extranjerización; también podrían acompañar reformas en la elección de obras sociales pero no la destrucción del sistema con la quita de aportes a las obras sociales. Los grises son muchos.
La forma elegida por el presidente generó mucha confusión. La comisión bicameral que analiza los DNU no fue conformada, no se conocen los nombres de diputados y senadores que ocuparán, allí, sillas clave. ¿La Libertad Avanza calculó los números? En principio, el gobierno quiere evitar una presencia mayoritaria de Unión por la Patria, el espacio que podría frenar los decretos, con un cambio en el criterio de repartición de sillas.
Por ahora, se esperó que el oficialismo tenga una estrategia guardada bajo la manga. Ya sea con la división del decreto en normas más pequeñas o, como pide la UCR, con el envío de una ley espejo. Pero tampoco se descartó que el gobierno apueste por dejar dormir el debate en torno al decreto.
Con más de 300 artículos, cada uno representando una ley, el tratamiento sería eterno. Los legisladores deberán tratar su constitucionalidad pero, si deciden mirar el paquete, podrían rechazarlo por su falta de criterio. Podría no convocarse nunca el debate, salvo que la comisión sea comandada por Juntos por el Cambio y se busque la negativa explícita, podría aceptarse o podría no trabajarse jamás dejando el DNU bajo un funcionamiento inestable.
Por eso, se cuestionó la inestabilidad jurídica que esta norma podría generar, ahuyentando inversiones ante la amenaza constante de un cambio de reglas una vez finalizado el gobierno. Por eso, la cautela apareció central, con una reprobación clara del mecanismo e incertidumbre sobre su tratamiento parlamentario.
Los gobernadores parecieron ir en el mismo sentido. En líneas generales, no están en contra de las medidas anunciadas por Milei porque una parte importante fue diseñada por el equipo de Bullrich durante la campaña. Sin embargo, su punto de vista es más pragmático que el de otros por estar comandando provincias, y vieron un presidente en marcha que, por ahora, no afectaría puntualmente a sus distritos. De todos modos, como en el ámbito legislativo, no terminaron de cerrar las formas elegidas, pero se optó por la precaución a la espera del avance del paquete y el contenido de las sesiones extraordinarias.
Los mandatarios están siempre en contacto a través de un grupo de WhatsApp integrado por los diez, por ahora con la intención de esperar. Rogelio Frigerio y Maximiliano Pullaro fueron los dos primeros que salieron a apoyar públicamente las medidas.
El jefe de Santa Fe y radical línea Martin Lousteau, marcó esta tendencia. Para él, el DNU "tiene iniciativas que van en el camino correcto" y que estarían en ckncuciones de acompañar. Pero también advirtió por "otras que no están clara" y que no van ni en el sentido de la necesidad ni de la urgencia al tiempo que cuestionó que no se hizo ningún anuncio tributario, por ejemplo en materia de retenciones.
Como otros dirigentes, el gobernador hizo foco en la necesidad de lograr un cambio perdurable en el tiempo con "acuerdo republicano, donde se respete la división de poderes y se valoren todas las opiniones e instituciones". El problema es la forma.
Frigerio fue un tanto más amplio, limitándose a plantear que las reformas tendrían más fuerza con un debate parlamentario. En ese ámbito, el larretista autónomo Diego Satilli pidió apoyar.