Diálogo o firmeza, la interna entre Larreta y Macri

El jefe de Gobierno apuesta por construir una amplia red de aliados para garantizar la gobernabilidad. El ex presidente cree que la ampliación llegará (si es que llega) una vez iniciado el cambio con firmeza y carácter. 

19 de septiembre, 2022 | 22.51

Hay una pregunta que atraviesa al PRO, desde la costa de los halcones hasta la playa de las palomas: ¿Consenso o firmeza? Y, acto seguido, ¿en qué momento cada una? Para los más duros, donde se ubican Patricia Bullrich y Mauricio Macri, Juntos por el Cambio debería tener el carácter suficiente para generar una transformación real del país. Para los más moderados, como Horacio Rodríguez Larreta, la alianza debería partir de un amplio acuerdo para poder sentar las bases que permitan ese giro abrupto en el rumbo de la Argentina. El jefe de Gobierno cree que el diálogo y la ampliación, con ciertos límites, son fundamentales para alcanzar la gobernabilidad y concretar políticas de Estado sostenibles en el tiempo. Para los combativos, el liderazgo, la convicción y la falta de "miedo" son los valores clave para conseguir ese objetivo.

La interna entre un bando y otro, lejos de decrecer, seguramente se profundizará con el paso del tiempo para llegar, eventualmente, a una especie de acuerdo unificador. Al menos eso reza la expresión de deseo de un sector que ve, en la división amarilla, un peligro frente a un radicalismo que podría convertirse en la expresión de la ancha avenida del medio opositora. Sin embargo, el escenario actual no marca una pacificación cercana en el tiempo y si bien Mauricio Macri dijo que no necesita "revancha" de su gestión, tampoco mostró intenciones de renunciar a las posibilidades.

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Quienes visitan al ex presidente coinciden, y lo comentan filas adentro, en que está más reflexivo y mucho más metido en el hacer de la política. Algo de eso expresó en cada entrevista, enfocado en mostrar un rol paternalista, de acompañamiento a los tres lanzados para la Presidencia el año que viene: Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. A ellos les dedica varias horas de sus días, cuando está en la Argentina, para fortalecerlos o complicarlos pero con la certeza de que el cambio del país se va a lograr con "convicción, fuerza y la gente bancando", porque "lo brillante de los dirigentes" no alcanza para garantizar la transformación, sino que la población tiene que querer ir hacia ella. 

Mauricio está convencido de que no es momento de discutir nombres propios sino programas y planes de gobierno. Algo que publicitaron para fin de año. Pero, más allá de eso, desarrolló un profundo análisis de "los curas que quieren ser Papa". Para él, Bullrich necesita ampliar el radio de opiniones por fuera de la Seguridad, donde se desempeñó en su gestión, hacia otras latitudes. A Vidal la vio rearmándose después del fatídico 2019 en Buenos Aires. La ex gobernadora se transformó en uno de los muchos focos de análisis del PRO. Hoy, alejada de una posible candidatura en la Ciudad, empezó a construir su imagen nacional y se mostró bien posicionada en el interior del país. Ella ya manifestó que el año que viene estará donde la necesiten, pero la proyección mayoritaria la ubica compitiendo en 2027. Es joven y no tiene apuro.

El foco de conflicto de Macri está en Larreta. El ex presidente comparte, con Bullrich, la teoría del "basta de buenismo". Eso, en su gestión, "estuvo mal". Para él, hubo poca firmeza nacional hacia los gobernadores y poca firmeza provincial hacia los intendentes. Por lo tanto, la falta de carácter y de convicción se convirtió en un punto a resolver sin lugar a dudas. Y, ahí, el jefe de Gobierno aparece como una piedra en el zapato. Mauricio no comparte el espíritu dialoguista del porteño. Llamativamente, para el mandatario capitalino el consenso se transformó en un gran valor, casi único.

Por el momento, la mayor foto la tuvo Larreta. Fue con dirigentes propios para charlar de economía, pero fue la primera gran demostración de fuerza del apoyo que podría conseguir dentro de las propias fronteras. La semana pasada reunió a 150 dirigentes de Cambiemos de todo el país. La imagen lo posicionó en un buen lugar para negociar por ser, supuestamente, el único que podría lograr que todos estuvieran juntos en un mismo espacio a una misma hora. Cualquiera, ya sea Macri o Patricia Bullrich, podrían tener la instantánea con cualquiera de esos referentes. Pero no con todos. 

Pero Larreta quiere, como muchos dirigentes de Cambiemos, ampliar más allá de los límites de la alianza. El consenso del 70% sería revolucionario. Más amplio que cualquier otro consenso ensayado. No lo ven como una frase excluyente sino como una frase inclusiva, un gran valor que nunca antes tuvo lugar en la Argentina. Y Macri sabe que la ampliación también es necesaria. Él armó un equipo, con recambio, a principios de los 2000. Generó diálogos, superaron las barreras de "mi límite es" y se conformó lo que hoy es Juntos por el Cambio. O sea, ya existió una situación similar, salvando las distancias. Ahora, para el ex presidente el gran desafío será "para qué" volver al poder y "cómo negociar con el peronismo no republicano". Nuevamente, pareciera avecinarse la discusión de "mi límite es".

Lo que para Larreta es un punto positivo, para Mauricio y para Patricia no tanto. Bullrich ya le cuestionó la falta de carácter por las vallas en la casa de Cristina Kirchner el sábado 27 de agosto. Le criticó haber tomado una decisión y dar marcha atrás. Ese episodio contó con muchas presiones internas que el jefe de Gobierno intentó sortear pese a verse, cada vez más, acorralado por la posición de los halcones. Para Macri, en tanto, la sumatoria de espacios políticos llegaría recién después del empoderamiento dirigencial para hacer el cambio económico e institucional. Pero no antes. 

Larreta apostó por trabajar lazos que le garanticen el primer día de gobierno. Hubo una pequeña demostración ese sábado, después del cruce de Bullrich. En cada una de las provincias, dirigentes o referentes salieron a apoyar al jefe de Gobierno. Se pidió, hubo algo de espontáneo y se celebró. Pero para Mauricio, la gente necesita liderazgo y convicción, saber que Cambiemos hará lo que tiene que hacer porque "o somos el cambio o no somos nada", porque en 2015-2019 "hicimos buenismo, estuvo mal".

Macri anticipó una carrera electoral cargada de "tensión" pero "con respeto" para desarrollar un liderazgo potente. La tensión no la niega nadie. Ya existe y seguirá creciendo. El liderazgo post elecciones es a lo que apunta Larreta. ¿Para qué competir por la conducción espiritual si el resultado en las urnas marcará el horizonte claro? ¿Para qué anticiparse y generar desgaste? La gran incógnita pasa por el futuro de Mauricio. En LN+ reconoció que hay empresarios que le pidieron un segundo tiempo pero respondió que no le "gusta" que le digan lo que tiene que hacer.