Cuatro claves de la rosca opositora para el 2023

La oposición tiene al menos media docena de precandidatos presidenciales y problemas para ponerse de acuerdo en cómo van a dirimir ese problema. El giro a la derecha y el escenario internacional.

13 de abril, 2022 | 21.06

Nunca interrumpas a un adversario que se está equivocando, dicen que aconsejaba Napoleón Bonaparte, que algo del asunto sabía. Juntos por el Cambio aprovecha que la interna del peronismo arrastra los focos para dirimir sus propias diferencias, que no son necesariamente menores a aquellas, con un poco más de discreción. No tanta. Las condiciones políticas, económicas y sociales adelantan el comienzo de la temporada electoral y los aspirantes al premio mayor abundan entre las filas opositoras y se alistan para hacer el intento.

Estas son las claves más importantes para entender esa rosca:

La doble dificultad de resolver una interna con capas

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Uno de los problemas que condiciona los posicionamientos de cara al 2023 es que dentro de la alianza opositora conviven dos fuerzas que pretenden encabezar y que, a su vez, deben resolver, al interior de cada una de ellas, las diferencias entre distintos precandidatos. El PRO el asunto deberá resolver entre Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, cuatro comensales que compartieron una cena en público el lunes por la noche; en la UCR la oferta pasa por Gerardo Morales y Facundo Manes, con la incógnita de Martín Lousteau. Ellos no podrían cenar juntos.

Hay quienes proponen que cada partido haga, antes de las PASO, una interna entre sus afiliados para definir dos fórmulas que se enfrenten en las primarias. Lo apoyan quienes consideran que pueden beneficiarse por la participación del aparato: Rodríguez Larreta, entre los amarillos, y Morales, entre los de rojo. La alternativa de una gran elección en septiembre entre todos los precandidatos abre el escenario a que, por la división de preferencias entre varias opciones, el precandidato con más votos (y por tanto, el ganador) pertenezca al espacio minoritario. No hay acuerdo al respecto.

Halcones disfrazados de palomas carnívoras

El alcalde porteño organiza una visita a una escuela para escenificar su reconciliación con Macri. Unos días antes había endurecido su discurso respecto a la protesta callejera y llevó esas ideas a la práctica el lunes en la protesta frente al INCAA. El escándalo por el uso de datos biométricos para hacer espionaje desde el gobierno porteño mostró que los dos comparten métodos similares a la hora de controlar lo que hacen sus adversarios pero también sus socios. “No jodamos más con esa boludez de halcones y palomas”, dijo Rodríguez Larreta, el fin de semana. Se entiende por qué.

Por otro lado, Patricia Bullrich, dura entre los duros, se acercó en las últimas semanas a Gerardo Morales, que hizo vanguardia en la persecusión política durante los primeros días del gobierno de Cambiemos y ahora intenta vender imagen de moderado. No se trata de halcones o palomas ni hay modelos de país en discusión; es un juego de la silla de posicionamientos políticos e ideológicos al ritmo de focus groups y decisiones tácticas, en el que todos los participantes se mueven con la esperanza de ser, cuando se corte la música, el mejor ubicados para aterrizar en el spot principal de la boleta más importante.

El factor libertario

El crecimiento del ultraderechista Javier Milei, ya lanzado como precandidato presidencial, representa un desafío para Juntos por el Cambio, cuya respuesta no acuerdan entre los socios de la alianza. Algunos sectores, como la Coalición Cívica o la rama del radicalismo encolumnada detrás de la candidatura del jujeño Morales aseguran que hay que trazar una línea que deje al economista mediático del otro lado. Unos aducen razones morales, los otros piensan que eso puede espantar al electorado de centro que les dio el triunfo en 2015, 2017 y 2021. Lo cierto es que son minoritarios y cada vez más.

Hoy, un acuerdo entre Juntos y el liberalismo parece mucho más cerca que antes. Hace dos semanas, Milei dijo que sería ministro de Economía de Macri y que lo recibiría en su partido. El expresidente y Bullrich creen que deben ir contra él en las PASO, siguiendo el modelo que aplicaron con éxito con Ricardo López Murphy. Otros dirigentes hablaron en la misma línea, desde Rogelio Frigerio hasta Walfo Wolff. El pacto no sólo pasa por la presidencial (son votos que, se descuenta, decantarían de igual forma en un ballotage) sino que les permitiría ser competitivos en distritos sin segunda vuelta.

El panorama externo

La foto de Macri con Donald Trump, difundida por el equipo del expresidente esta semana, es algo más que una exhibición de poder; no puede soslayarse el dato de que Trump todavía no reconoció los resultados de las elecciones en las que fue derrotado cuando buscaba su reelección. El gesto marca la ratificación de la apuesta del argentino por un camino más cercano a la alt-right del magnate, Jair Bolsonaro, Viktor Orban y ¡caramba! Vladimir Putin (y, por añadidura, a los libertarios de Milei) que al de una derecha moderna y liberal que alguna vez trató de vender.

Por otra parte, no puede pasar desapercibido que esta semana se concretó, en la región española de Castilla y León, el primer acuerdo de coalición para gobernar entre la derecha franquista del Partido Popular y Vox, el movimiento ultra de crecimiento exponencial en los últimos años. Si tiene éxito, será la plataforma para proyectarse a las elecciones generales previstas para noviembre del año que viene, semanas después que las presidenciales argentinas. Los vínculos del PRO y los libertarios tanto con el PP como con Vox son abundantes y será inevitable que ambas campañas se retroalimenten.