El cortejo entre La Libertad Avanza y el PRO se desarrolla, a estas alturas, a cielo abierto. Después de que el presidente acusara a todos los senadores de acompañar el incremento de sus dietas, el macrismo salió a marcar la cancha en redes sociales y Javier Milei tuvo que aclarar que hubo excepciones. Luego, se sucedieron notas aunando a las dos fuerzas políticas tras la misión de rechazar los aumentos salariales. El “entre algodones” obedece a la sencilla razón de mantener la sociedad y estratégica y, a futuro, consolidar una coalición cuya conducción está en desarrollo.
El vínculo entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich no transita por los mejores carriles y, el jueves, volverán a compartir espacio, disposición que también lo tendrá a Milei. Un escenario planteado para anticipar lo que eventualmente podría concretarse en materia electoral.
Mauricio todavía no definió el sentido del mensaje que dará en el evento aniversario de la Fundación Libertad y, por el momento, no se especuló con reuniones mano a mano con el presidente, con la ministra o entre los tres. Por supuesto, esos mitin podrían ocurrir sin problemas, pero las charlas se dan en otros ámbitos.
Mauricio y Milei se ven y hablan con frecuencia y, si no se encuentran en persona, se hablan por teléfono. Los cara a cara son en Olivos, cerca de donde vive el ex presidente. Para Macri, los principales obstáculos para ingresar al gobierno son Nicolás Posse, Santiago Caputo y Karina Milei. La hermana del jefe de Estado no quiere que el líder del PRO sea el único en una mesa de negociación, con la intención de poner ciertos límites.
De esa mesa también participa Patricia Bullrich, con quien Macri no se reunió en el pasado más reciente. Ella “no tiene ningún interés en juntarse” con el líder de su espacio político, confió una fuente. El sector bullrichista está cada vez más alejado del armado amarillo, tanto que uno de sus referentes ya se define como ex macrista.
“Es un proceso de extinción”, dijo el analista político Raúl Timerman sobre la situación actual del PRO. Según leyó en una entrevista con FM Re 107.3, el partido, hoy por hoy, “solo es de Macri” porque Bullrich ingresó al gobierno, pero sin representar al espacio, y Horacio Rodríguez Larreta se manifestó en contra de las ideas cercanas a Milei, a contramano de la conducción amarilla.
Para Timerman, el PRO perdió representación en manos de La Libertad Avanza, una realidad leída también por sus protagonistas. El problema es que, actualmente, Macri no quiere entregar su poderío y capacidad de influir mientras que Bullrich está lista para dar el salto institucional hacia el oficialismo.
Los bullrichistas quieren que el macrismo funcione como una herramienta de La Libertad Avanza y no como un socio condicionante del gobierno. Por eso, se celebró que el bloque en Diputados haya adoptado esa actitud a la hora de plantear su apoyo total a la ley ómnibus y pacto fiscal. Ellos no van a discutir proyecto por proyecto y buscarán marcar la cancha para que el partido amarillo tome decisiones que necesite la Rosada.
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Macri entiende que su poder está en el Congreso, justamente porque ahí puede desplegar la capacidad de negociar y condicionar con la que el bullrichismo no está de acuerdo. Karina, leyendo el mapa, quiere incrementar el número de legisladores, construir un partido nacional y tener candidatos propios para no entregar la capacidad de decisión y comandar el barco.
En ese tira y afloje, todos toman posiciones según el contexto. Dos ex larretistas ya se muestran abiertamente cercanos al gobierno. Son María Eugenia Vidal y Diego Santilli, con quienes Horacio habla cada vez menos. El ex jefe de Gobierno porteño, sin embargo, mantiene conversaciones con distintos actores políticos, entre los que están los radicales Martín Lousteau y Facundo Manes, críticos de la gestión Milei.
Larreta y otros dirigentes de centro conversan cada vez que la ocasión lo requiere, varias veces al mes. Incluso, políticos referenciados con el ex jefe de Gobierno también mantienen mano a mano con otros moderados para sugerir una salida por arriba – o por el medio – a esta situación. Pero eso está muy en construcción.
Los centristas quieren esperar a ver cómo decantan las medidas de Milei. El paso del tiempo podrá generar dos escenarios: uno de extrema polarización y otro con necesidad de tener una alternativa moderada. Por el momento, los analistas consideran que es más probable la primera opción pero, ante la falta de racionalidad, los mesurados le ponen una ficha a su propia construcción que deberá ser abiertamente opositora al gobierno.
En esa línea ya está construyendo Lousteau que, en cada oportunidad, le dirige una crítica a la gestión nacional. En las charlas con Larreta se tocan todos los temas, pero aún no se ensayó una estrategia de unidad parlamentaria. De hecho, en la votación del DNU 70/2023 el larretismo avaló el instrumento del Ejecutivo.
A poco de haber comenzado la gestión, cada dirigente opositor sigue concentrado en su propio espacio político sin un armado aparte, que pueda convocar a referentes de otros partido. Sin embargo, sí intercambian posiciones, hablan de política o permutan información.
Con la necesidad de administrar los tiempos, al menos Larreta, no se vio que sea hora de armar ni especular electoralmente con nada. Al ex jefe de Gobierno tampoco le sirvió ser un candidato anticipado. Los dolores por la derrota en 2023 siguen latentes, algunos no quieren volver al nido después de haber fracasado en un escenario que consideraban fácil.
En la relación con el gobierno, la CABA apareció como un punto central. No sólo es donde Karina decidió hacer pie para mostrar que está dispuesta a disputarle al PRO sino que, además, tienen pendiente un conflicto por fondos coparticipables. Hace dos semanas, el ministro de Economía Luis Caputo recibió a Jorge Macri pero le planteó que no tiene los fondos para cumplir con el fallo de la Corte. La Capital Federal entiende que podrá mantener las cuentas equilibradas hasta mitad de año con lo recaudado por el impuesto a las Leliq, que empezará a flaquear para esa fecha. Por eso, todavía no es un problema que el gobierno no haya vuelto a convocar a un encuentro, pero podría serlo.