El cierre de Juntos por el Cambio a nivel nacional transcurrió sin conflictos formales, pero no estuvo exento de tensiones internas. Si bien la coalición decidió mantener el nombre debido a la falta de incorporaciones significativas, hubo discusiones y disputas sobre las estrategias y acuerdos provinciales mientras que la previa estuvo cargada por la pelea en torno a la figura de Juan Schiaretti.
Como es habitual, la mesa nacional decidió no intervenir en los armados a nivel provincial, lo que le dio mayor libertad a los dirigentes locales para generar acuerdos que se adapten a las particularidades de cada distrito. Esta decisión, si bien permitió un mayor margen de negociación, también generó momentos de tensión entre los diferentes sectores y dirigentes en los distintos cierres.
En la provincia de Buenos Aires se manifestó la continuidad de lo establecido en 2021, tanto a nivel composición del frente como el funcionamiento escalonado de los pisos electorales. La única modificación estuvo en el nombre, que volvió a ser Juntos por el Cambio. Esta elección se debió a la importancia estratégica de mantener la misma sigla en un año electoral con elecciones presidenciales. La Ciudad hizo lo mismo y volverá a llevar ese signo.
La negociación bonaerense estableció el mantenimiento de los pisos electorales en valores similares a los de las elecciones anteriores, pero con ligeras elevaciones. Durante la jornada de debate interno, el radicalismo pidió una base de 25% dentro de la interna partidaria en los distritos gobernados por Juntos por el Cambio y de 20% para el resto mientras que el PRO pujó por los 30 puntos para todas las categorías amparados en la lectura de una victoria amarilla de la PASO cambiemita.
Ambos partidos, después de arduas horas de trabajo y de idas y vueltas entre los números de las dos propuestas, acordaron el punto medio del 25% para todo. Así, se elevaron algunos pisos cercanos a los 20 puntos dentro del complejo sistema elaborado para los comicios de medio término. La discusión llevó prácticamente todo el día porque la resolución de una base más alta siempre tiene la intención de persuadir al sector más débil de abandonar la lucha y una más baja, de incentivarla.
Según el esquema, por ejemplo, a la minoría le tocarán los lugares 4, 9, 14, 19, 24, 29 y 34 de los candidatos nacionales titulares siempre que las boletas estén encabezadas por personas del mismo género. En caso de obtener un número mayor, los escalones serán cada vez más numerosos y más jugosos.
Además de las matemáticas, a pocos días del cierre de listas se intensificaron las negociaciones y se exploraron fórmulas cruzadas y puras en Buenos Aires. Diego Santilli mostró una buena relación con el armado de Evolución y se espera que Gerardo Morales, líder radical, juegue un papel importante en apoyo a esa coalición.
De todos modos, no se descartó un tándem enteramente amarillo y sonó el nombre de Guillermo Montenegro en una reunión este miércoles. El diputado mantiene reuniones constantes con este bando de la UCR y, ciertamente, menos encuentros con el enfrentado al jujeño pero no por eso abandonado.
Por otro lado, el contrincante Néstor Grindetti buscará conquistar a la UCR institucional bonaerense, liderada por Maximiliano Abad, quien se encuentra distanciado de Morales. En este contexto, se mencionó el nombre de Miguel Fernández, un radical del interior que ha logrado aglutinar los reclamos de los intendentes de la UCR, como una posible figura de consenso. Todavía, sin embargo, no recibió una oferta ni pedido, según pudo saber este medio.
En la Ciudad de Buenos Aires, el cierre de alianzas fue igual de complejo y desafiante que la nominación de un candidato de unidad para el PRO. Surgieron disputas en torno al piso electoral ya que los aliados pidieron dejarlo en el histórico 15%, mientras que el macrismo intentaba elevarlo al 30%.
Estas negociaciones mostraron el objetivo de evitar una competencia directa con Ricardo López Murphy y persuadirlo de que retire su candidatura en favor de una lista de consenso. Finalmente, después de una negociación directa entre las cabezas partidarias, se cerró en un 20%. Por lo tanto, se subió el piso, tal como sucedió en distritos como Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, pero estuvo más cerca de la base que de la cúspide propuesta.
En el distrito se mantendrá el mismo nombre y los aliados no se modificarán respecto al 2021 salvo por una pérdida, la de Republicanos Unidos, que irá por fuera de la alianza y competirá en las PASO con Roberto García Moritán como precandidato a jefe de Gobierno. El espacio liberal que contenía a Ricardo López Murphy entró en una interna feroz cuando éste decidió abandonar la postulación presidencial para no robarle votos a Patricia Bullrich y se mudo a Capital Federal donde el legislador ya había marcado terreno.
Por la falta de voluntades absolutas para uno u otro sector, el partido quedó alejado de las fronteras de la coalición oficialista pero generará otra propuesta liberal que seguramente perjudicará más a Jorge Macri que a Martín Lousteau en Cambiemos. Sin embargo, Yamil Santoro aseguró que Moritán tiene una “candidatura de 5%” pero potencial de crecimiento porque “le come votos al PRO, los radicales, los libertarios” y podrá incrementar su valoración con chances de estar “en octubre en 10 puntos o más”.
Ahora la alianza se enfrentará al proceso de definición de nombres para las candidaturas. Tanto Horacio Rodríguez Larreta como Patricia Bullrich, a nivel nacional, han considerado una fórmula cruzada con el radicalismo, pero hasta el momento no se cerraron los nombres. Tras la realización de la Convención de la UCR el martes y el cierre de listas el miércoles, el panorama se volvió más abierto y propicio para las negociaciones.
En este contexto, Gerardo Morales fue mencionado como un nombre central para acompañar a Rodríguez Larreta, aún con la posibilidad legal latente de que se sume a Juan Schiaretti como un candidato extrapartidario, siguiendo el ejemplo de la fórmula conformada por Miguel Ángel Pichetto y Mauricio Macri en 2019.
Por otro lado, Patricia Bullrich se vieron gestos y guiños hacia Rodolfo Suárez, gobernador de Mendoza, quien dejará su cargo el 10 de diciembre. Sin embargo, empezaron a surgir rumores sobre posibles intentos de conquista en el territorio bonaerense por parte de Bullrich para un armado nacional.
La presidenta del PRO bajo uso de licencia se enfrentó, en la última semana, a cierto aislamiento pergeñado por aquellos que se consideran a sí mismos como "moderados" dentro de la alianza. Estos sectores bregaron por la ampliación y el consenso e intentaron apartarla del grupo, tanto en el discurso como en el simbolismo político.
En paralelo, se avanzó en un aislamiento práctico con la construcción de un escenario en el que Bullrich podría encontrarse en soledad en términos de resultados políticos, debido a los ajustados números obtenidos en las PASO de Mendoza y a las especulaciones sobre posibles contratiempos en Córdoba y Santa Fe.