A Elisa Carrió le molesta la interna anticipada de candidaturas. Para la dirigente de la Coalición Cívica, la Argentina enfrenta problemas que no se pueden resolver con los "egos electoralistas". Para colaborar con esa situación y sus posibles soluciones, la oposición necesita "un Norte", una dirección hacia la cual dirigirse y alguien que comande el barco hacia ese destino, venga o no con votos. El liderazgo, que hoy se lo reclama a Horacio Rodríguez Larreta, con quien construye una postulación presidencial pese a verlo dubitativo, excede una carrera a las urnas, es en todo momento y está ausente en Juntos por el Cambio.
Lilita está, hace tiempo, más cerca de los moderados que de los combativos. Construye para la Coalición Cívica a nivel nacional y le pide a Larreta que tome las riendas para marcar el rumbo. En una entrevista con Infobae, le solicitó que "se juegue", que abandone la indefinición. Carrió forma parte del multiverso del jefe de Gobierno pero rechaza el dialoguismo con todas las bandas, le molesta que tenga la misma actitud contemplativa con todo el mundo, quiere que se plante y que, de paso, robe el timón discursivo de una oposición que a veces pierde matices frente a las visiones de los más duros, como Patricia Bullrich.
Bien al estilo Larreta, eso no sucederá. Para el jefe de Gobierno no tiene ningún sentido romper con la presidenta de su partido y poner en riesgo el núcleo duro del PRO si, eventualmente y más cerca de la fecha electoral, se llegará a un acuerdo. Pero para Lilita "tenés que ser un líder generoso, abierto, pero claramente definido, que defina el Norte, que lleve la barca". Algo que hoy no divisó producto de la indefinición. Querer caminar por todos los senderos, eventualmente, no te lleva a ningún destino.
Todo esto ya fue charlado cara a cara. Carrió mandó su mensaje, el larretismo lo recibió, lo interpretó y decidió seguir con su estrategia. Por eso, la ex diputada opta, cada tanto, por salir en los medios de comunicación, porque se cansó "de corregir en privado". Para ella, las críticas no perjudican sino que fortalecen y, en el caso del jefe de Gobierno, lo empujan a jugársela. Si lo hiciera. "Cuando se corrige, la gente ya está contenta. Me pasaba con Macri. Lo corregía, le decía alguna cosa y después Macri decía “Lilita tenía razón”, él cambiaba y la gente estaba contenta", recordó.
En 2019, después de la derrota de Juntos por el Cambio en las PASO, hubo una reunión de gabinete ampliado. A Carrió le tocó hablar, todos la miraron en silencio y no voló ni una mosca. Mauricio Macri, Marcos Peña y Patricia Bullrich la siguieron sin despegar los ojos en el escenario, en el ambiente había atención pero también algo de temor a lo que pudiera llegar a decir. "Los funcionarios, muchachos, bajen. Yo ando en la calle y me quedo dos horas firmando autógrafos. No tienen que sacar una foto, tienen que bajar, la gente los está esperando pero tienen que hablar, abrazar, tienen que tocar. Saquen el formato, Marquitos - yo lo adoro a Marquitos, lo aclaro -, a la miércoles el formato" del marketing político.
Camino a las generales, hubo marchas y algunos funcionarios bajaron. La oposición creció en votos y la campaña política tradicional dijo 'presente' en el universo de Cambiemos. Esa construcción fue la empleada por Bullrich camino al 2023, muchos dentro del PRO la calificaron, incluso, como peronista. Territorio, guitarreada, empanadas, asado, conocer a los militantes por el nombre. Larreta, más lejano, optó por las apariciones quirúrgicas y la canalización en su equipo. Pero el sábado todos bajaron.
En la marcha del campo, que rápidamente tomó un tinte PRO impulsado desde los sectores más duros del macrismo, vio desfilar por la calle a distintos dirigentes normalmente catalogados como palomas. Larreta, Diego Santilli, María Eugenia Vidal, Maximiliano Ferraro fueron parte de las fotos junto a los tractores. Tocaron, se abrazaron e hicieron fotos, pero no sólo la foto. Hubo contacto.
Lousteau: "¿Para qué trabajamos?"
Quien también tuvo contactos este fin de semana fue Martín Lousteau. Participó del congreso de la Juventud Radical de la Ciudad de Buenos Aires. "¿Para que trabajamos y para qué trabajan ustedes en la juventud de la CABA? Para poner un jefe de Gobierno radical en 2023. Pero, además, porque no trabajamos para la CABA, trabajamos para que el país cambie, para tener gobernadores radicales y presidente radical, para que haya más intendentes radicales", sostuvo.
Para el larretismo, Lousteau es un "amigo" en la Ciudad y el acuerdo político estipuló la habilitación de las PASO porteñas en 2023, algo que hoy no pareciera estar puesto en duda. Sin embargo, no implicará el regalo del edificio de gobierno ubicado en Parque Patricios. Todavía el PRO no definió qué hará, pero dentro del enorme menú de opciones ya se pudieron leer los nombres de Bullrich, Jorge Macri y Vidal. Por lo tanto, no será una interna sencilla.
Pero Lousteau no sólo comenzó a construir para CABA con distintas recorridas enfocadas en lo económico, lo productivo, lo educativo. También se lo vio en distintas provincias del país porque el senador empezó a armar su candidatura porteña sin descuidar las posibilidades nacionales. Hace tiempo, desde su entorno señalan que Martín podría ser un buen jefe de Gobierno o un buen presidente y nada está descartado por ahora.
El jueves 7 de mayo habrá una presentación de Evolución a nivel país. Será en un congreso en Santa Fe y habrá representación de distintas provincias, muchos de esos nombres posibles candidatos del espacio radical. En el listado están Rodrigo de Loredo, por Córdoba; Lousteau por la CABA; Martín Tetaz por Buenos Aires; Pablo Cervi de Neuquén; Maximiliano Pullaro de Santa Fe; Flavio Fema de Catamarca y Martín Berhongaray de La Pampa. Todos los sectores de Juntos por el Cambio quieren más peso en la coalición.