Bajo la premisa de "decirle la verdad a la gente", Juntos por el Cambio empezó a anticipar las medidas "difíciles", el cambio "doloroso" y las decisiones "políticamente incorrectas" que tomará la alianza en caso de ganar las elecciones del año que viene. Todas esas frases fueron dichas en las últimas semanas con la intención de no ocultar los verdaderos intereses que motorizarán un eventual gobierno de Cambiemos a partir de 2023. Algo que, sospechan, sería posibilitado por la difícil situación económica actual, tan compleja que funcionaria como una suerte de goma de borrar de la memoria. Sin abandonar el tan pregonado concepto de la "experiencia", la oposición apostará por intentar mostrar que antes, cuando gestionaron, se estaba mejor.
A la oposición no le interesa (y no puede) aparecer en el escenario como una novedad, casi ocultando los cuatro años de gestión nacional. Para nada. Juntos por el Cambio apuesta por capitalizar el haber pasado por Casa Rosada, haber hecho lo que pudo y haber aprendido de los errores. Errores que, en su gran mayoría, se pueden resumir en un problema de comunicación y de expectativas. También de velocidad. Para subsanar eso, la estrategia de "decirle la verdad a la gente" y hacer las cosas rápido. En el primer día, en las primeras cien horas pero nunca más en el "segundo semestre".
Patricia Bullrich ya dijo que "el cambio es difícil y con dolor", esta semana María Eugenia Vidal anticipó que será necesario tomar "decisiones difíciles" y Mauricio Macri pidió no hacer lo políticamente correcto porque "ha sido una estafa. Hay que hacer lo correcto aunque tenga costos". Para el ex presidente, el año que viene la Argentina va a tener una pobreza del 50% en varias regiones y la sociedad va a estar mucho más golpeada pero también más sabía. Básicamente, abierta a aceptar las reformas que la oposición pregona.
Ya lo planteó Macri, "lo mismo pero más rápido". Efectivamente, la oposición se embarcó en la misión de apostar nuevamente por una "lluvia de inversiones" post "estabilización de la economía". Las reformas, en ese plan, deberán ser anunciadas lo antes posible para, luego, ser seguidas de un paquete de leyes. En las primeras horas estará el conocimiento de los planes y, después, su ejecución. Es que, según los análisis cambiemitas, la sociedad ya no quiere frases vacías, slogans lindos, quiere la verdad y la verdad no es sencilla. Demandará un "esfuerzo" de seis meses o un año hasta conseguir resultados.
Ese "esfuerzo" implicará una reducción del gasto del Estado mediante reforma previsional, laboral, un programa de baja de los subsidios a los servicios públicos y el transporte, una merma progresiva en los planes sociales, en las retenciones para "incentivar" la producción, en las cargas patronales para "fomentar" la creación de empleo.
La "estabilización de la economía" que esperan generar con esas medidas de shock derivarán, junto a la certidumbre política, en una mayor cantidad de inversiones en el país. ¿No se intentó este discurso en el gobierno de Cambiemos? Si. Pero fracasó, entienden, porque no se tomaron estas decisiones antipáticas, antipopulares, a tiempo. Entonces, el plan será hacer lo mismo pero más rápido porque es lo necesario.
Como dijo Cristina Álvarez Rodríguez en Escobar el jueves durante un encuentro de la militancia del PJ bonaerense: ya no aparecen con globos o el discurso de la revolución de la alegría, ahora lo hacen sin máscaras. Para la oposición, solo se trata de decir la verdad, de dejar en claro que la transformación va a ser paso a paso, para llegar a un sostenimiento prolongado en el tiempo. Hablan de al menos veinte años de continuidad en determinadas políticas, dos décadas que deberían comenzar con la próxima gestión.
Esta semana hubo un guiño del oficialismo para propiciar el diálogo con la misma finalidad. El sábado, el presidente llamó a todos los actores a contribuir con la mejora del país. El viernes, Cristina Kirchner también volvió a convocar la construcción de puntos de consenso, sobre todo para resolver el problema estructural de la economía bimonetaria. Un día antes, en la misma línea, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, sostuvo que "las políticas a favor de la industria y el empleo deben trascender a los gobiernos de turno”, y llamó a “llegar a los acuerdos básicos entre todos los sectores para construir una Argentina que funcione". Ante empresarios, dijo que él quiere "que Cambiemos participe de la discusión de qué modelo de país vamos a consensuar, ya que a partir de ahí se gestará el poder político para torcer el rumbo”. Pero la oposición no se mostró proclive.
Según se intentó argumentar, De Pedro formuló la convocatoria pero, al agregar "aunque no estemos dentro del 79%", canceló la oportunidad. Ese 70% es el número lanzado por Horacio Rodríguez Larreta como un objetivo personal de consenso para poder gobernar a partir del año que viene. El radicalismo y la Coalición Cívica no se pronunciaron al respecto, se dijo que no es algo que se esté debatiendo en este momento. Cerca de Bullrich, sin embargo, se lo consideró como una posibilidad salvo que sea un "consenso para Gelbard", en referencia al ministro de Economía de la tercera presidencia de Perón. Lo cierto es que, poco después, el sábado a la tarde, hubo una marcha opositora en el centro porteño.
Así, por lo pronto, estaría vedada la posibilidad de diálogo. Argumentaron que nadie llamó por teléfono a ningún dirigente para hacer efectiva esa convocatoria. Mientras tanto, después de debatir posiciones internas frente al cambio de Gabinete nacional, un debate en el que primó no tirar piedras, la oposición se concentró en atacar la gestión del Gobierno en materia económica. En ese desfile de cuestionamientos, Vidal dejó traslucir la estrategia del borramiento de la memoria.
"Pero el problema era Macri" se convirtió en la frase de cabecera, siempre precedida de un dato negativo de la actualidad económica. En su última exposición en Diputados, la ex gobernadora destacó que en la gestión Cambiemos se podía comprar dólares a $45, como si eso no hubiera sido negativo cuando sucedió. El gobierno de Cambiemos recibió la moneda estadounidense a $9,75 y si bien ella hizo foco en los $45, lo cierto es que dos meses más tarde llegó a $60. Esto ellos lo adjudicaron a la inestabilidad política que generó el resultado de la PASO 2019. Como si no fuera parte del mandato de Mauricio.
La actualidad económica pasó a ser utilizada como estrategia, sobre todo en la cabeza del ex presidente. Estar mal ahora hará que los argentinos no recuerden tan negativamente la experiencia de Cambiemos en la administración nacional. Ese es el origen, entonces, de la "segunda oportunidad", de la posibilidad de que Macri hoy pueda pensar en ser candidato presidencial.