Con poco debate interno, Juntos por el Cambio optó por no asistir a la misa que se celebrará este sábado en Luján, escenario posible para mostrar una imagen de pacificación tras el atentado contra Cristina Kirchner. El tironeo entre posiciones más duras y más blandas terminó con un claro ganador, el primer grupo. La excusa del encuentro fuera del ámbito institucional, la falta de una formalidad clara y una nueva reunión "kirchnerista" fueron algunos de los motivos que terminaron de sellar la negativa a una invitación que cursó el Gobierno el miércoles.
El contexto, una misa, no terminó de cerrar como propuesta concreta. Por lo tanto, si hubiera, en el futuro, una convocatoria diferente, no quedaría inhabilitada la posible participación. Si bien desde un sector del radicalismo y la Coalición Cívica se planteó la inexistencia de un debate interno sobre si asistir o no hacerlo, al menos un bando del macrismo tuvo un momento de reflexión y de consultas. Pero les llegó un "flyer genérico" y la respuesta, en todas las instancias, fue por la negativa. La jornada fue vista como un acto kirchnerista, muy similar a lo que fue la marcha del 2 de septiembre a Plaza de Mayo. Sin embargo, no se descartaba que algún dirigente local, o fuera de las primeras líneas, pudiera dar el presente.
Para la oposición, el atentado contra la vicepresidenta mereció un mensaje de unidad social. Incluso lo planteó Patricia Bullrich en TN al asegurar que lo más lógico, el jueves a la noche, hubiera sido el lanzamiento de una convocatoria a la oposición, que no ocurrió. Hubo muchos señalamientos a Alberto Fernández y al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, por la actitud del oficialismo. El primero, por dar el puntapié inicial para mantener la grieta. El segundo, por haber hablado de los medios de comunicación y la oposición. Justamente él fue el designado para encontrar algún canal de diálogo.
El ánimo en la alianza podría resumirse con un tuit del diputado Waldo Wolff el viernes: "Un día llaman a conversar, al otro día pasan con una topadora por arriba de la República y la independencia de los poderes. Pónganse de acuerdo", en referencia al proyecto para tipificar al lawfare como delito. La famosa ley Micaela para generar capacitaciones en torno a los discursos de odio también fue uno de los factores que llevaron a la coalición a dudar del kirchnerismo. Para qué asistir a una convocatoria al diálogo que viene con, bajo el brazo, una iniciativa de ese tenor. Esa fue una de las grandes preguntas en la oposición. Y fue la justificación de Bullrich frente a la ausencia de su repudio al intento de asesinato contra CFK. Ella dijo desconfiar y conocer las prácticas del kirchnerismo y que, por eso, esperó el discurso de Fernández antes de pronunciarse.
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"Era todo trucho el llamado", dijo un dirigente la mañana posterior a la difusión de la convocatoria. Varios se pronunciaron en el mismo sentido cuando se especuló con la foto. "Otra vez (un puente al diálogo)?", se preguntaron cerca de uno de los espacios fundadores. Para la alianza, ya hubo muchos amagues, muchos trascendidos y pocas mesas concretadas. Por lo tanto, esta vez se manejó la cautela. Y no vieron un pedido formal, solo algunos llamados aislados, invitaciones genéricas y títulos en medios de comunicación.
Estas situaciones, sin embargo, dejaron a algunos referentes en una posición incómoda. No asistir los dejaría expuestos, mientras que hacerlo podría dejarlos mal ubicados frente a los núcleos duros. Algo que se "salvó" con el acuerdo por la ausencia. Ese dilema quedó claro en el PRO, que fue el partido que mostró mayores diferencias internas. Tanto la UCR como la Coalición Cívica se pronunciaron contra el atentado y se quedaron en la sesión especial del sábado pasado en Diputados. El macrismo no. Votó a favor, algo que se destacó, pero se fue del recinto. Una decisión orgánica que todos respetaron pero con la que no todos estuvieron de acuerdo.
A nivel dirigencial, ya ubicado en la contienda anticipada por las elecciones, también tuvo su impacto. El sector moderado vio que el nivel de discusión se corrió hacia la derecha y que el endurecimiento del discurso propio sigue ubicado en el centro, básicamente porque todos los planteos se hicieron más extremos. Un posicionamiento relativo. Por lo tanto, el rechazo a la ley Micaela del odio, el recupero porteño del día de clases "perdido" por el feriado decretado tras el atentado o la insistencia en un consenso con el 70%, seguirían bajo el título de la moderación. En ese sentido, llamó la atención que desde el bullrichismo y el larretismo hayan compartido una palabra para describir la jornada: "Circo".
Las posiciones de Horacio Rodríguez Larreta se mostraron muy condicionadas por la interna con Bullrich. Eso lo obligó a endurecer sus intervenciones con el riesgo de perder el centro frente a Facundo Manes, que construyó su estrategia en torno a la moderación. Si Mauricio Macri no fuera candidato el año que viene, esos otros dos dirigentes se transformarían en el problema mayor para el jefe de Gobierno. Una, por correrlo al extremo. Otro, por robarle la ancha avenida del medio. "Si otra vez vamos al esquema de que gana una coalición e ignorando a la otra mitad, esto va a andar mal", lanzó el neurocientífico en las últimas horas. Un mensaje para varios que también alcanzó al mandatario porteño, fan del consenso del 70%.
Algo de eso se expresó el sábado 27 de agosto, cuando la Ciudad puso vallas en la casa de Cristina Kirchner y terminó en una represión. El cerco fue una mala acción del Gobierno porteño, reconocida. Larreta, dijeron, tuvo la decisión política de no reprimir ante las presiones del ecosistema PRO. Las tensiones existieron antes y existen ahora.
Más allá de ellas, la respuesta frente a la pregunta por la ausencia de este sábado, se mostró bastante compacta: el ámbito debe ser el Congreso de la Nación. Es el espacio institucional que ocupa la oposición y el lugar en el que se deberían pagar acuerdos para avanzar con determinadas leyes, excluyendo las judiciales. Para ellas, no quórum. Para otros debates, no trabar el funcionamiento del parlamento pese a las posiciones diversas. Eso permitiría no solo dejar atrás el intento de asesinato sino también empezar a pensar en lo que vendrá.