Juntos por el Cambio quedó en estado de alerta frente a la convocatoria del gobierno nacional, mediante Eduardo De Pedro, con aval de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Hubo contados llamados, muchas expectativas y, sobre todo, incertidumbre sobre la posición a adoptar frente al pedido oficial. No asistir pareció, en las primeras horas, una posición errada. Sin embargo, la participación tampoco sería gratuita sino con ciertos reaseguros. En medio de una interna entre duros y blandos, críticas hacia adentro y posiciones diferenciadas tras el intento de magnicidio, la alianza pidió formalidad, institucionalidad, voluntad y agenda de consenso. Con las actividades de campaña activas, el posicionamiento lejano al kirchnerismo, junto al crecimiento de núcleos polarizados, se transformó en un gran problema a la hora de tomar decisiones sin quedar expuestos.
Los primeros en confirmar la recepción de un llamado telefónico por parte del ministro fueron Gerardo Morales, presidente de la UCR, y Facundo Manes, diputado nacional de ese partido. A ambos se les planteó la posibilidad de asistir a una misa en Luján el sábado. Una convocatoria que también llegó a Diputados mediante un mail pero sin contacto por celular con Casa Rosada. El neurocientífico ya adelantó que, en caso de concretarse, no podrá asistir por tener agenda de campaña en la Patagonia y marcó la necesidad de que el encuentro tenga lugar en un ámbito institucional. Ese es el Congreso. Al cierre de esta nota, los vínculos entre oficialismo y oposición no habían sido extendidos. Ni Patricia Bullrich, ni Horacio Rodríguez Larreta, ni Martin Lousteau, ni Mario Negri ni Cristian Ritondo vieron sonar su celular.
Pero la iniciativa del gobierno dejó a la oposición en un lugar incómodo. Distintas fuentes coincidieron en la necesidad de lograr cierta unidad del espectro politico y también en la casi obligatoriedad de la asistencia en caso de existir una convocatoria formal. En las filas cambiemitas reinó la desconfianza. Para la alianza, el llamado al diálogo es un latiguillo mediático que nunca logró traducirse en algo concreto. Las comunicaciones telefónicas marcarían, sin embargo, una señal camino a concretarlo. Que se pida que todos vayan y, el que falte, explique su ausencia.
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El viernes, después del atentado contra Cristina Kirchner, el sector más moderado aseguró que hubiera asistido a una instancia común en caso de existir la posibilidad. En ese momento, no tuvo lugar y si bien ahora algunos pusieron en duda la presencia perfecta, varios coincidieron en que no acceder a la convocatoria dejaría expuesto al dirigente que opte por mantenerse afuera. "No existe el no por el no. Eso es un capricho", dijo un legislador ante la consulta de este medio. La alianza, entonces, debería moverse entre no quedar como caprichosa y no quedar, al mismo tiempo, como arrastrada por el oficialismo. Voluntad de diálogo y agenda para buscar consensos vinculados a la gestión.
Es que en Juntos por el Cambio se extendió el concepto de que la alianza ya hizo lo que tenía que hacer frente al atentado. Foto el jueves a la noche en el Senado y proyecto de resolución en Diputados el sábado, pese a que no todos quedaron conformes con la actitud del PRO de abandonar el recinto post votación. Por eso mismo, el interbloque de la Cámara Alta decidió no asistir a la sesión convocada para este jueves, porque la expresión ya tuvo lugar.
Para marcar la diferencia interna con el macrismo, en una cena el martes, el radicalismo se mostró conforme con la actitud adoptada en Diputados, por haber dado quórum y por el discurso de Mario Negri. Fue un encuentro convocado por Morales con el espacio oficial de la UCR, sin Evolución. En la comida se planteó que los debates se tienen que dar en el recinto y que el Congreso no se puede paralizar por las diferencias, por lo que sólo no darían quórum a proyectos vinculados al Poder Judicial. Por eso, el diputado pidió no caer ante los juegos del kirchnerismo ni del ala dura de JxC.
Negri fue el que planteó, este miércoles, que la convocatoria al diálogo por parte del oficialismo debería ser analizada por los partidos y por la mesa nacional de la alianza para tener una postura unificada. Sin voluntades sueltas. Hasta el momento, se dió una señal de cautela. En algunas filas se empezó a pensar en la posibilidad de una instancia de este nivel pero a la espera de conocer si efectivamente se tratará de una negociación extendida en el tiempo o solo una foto política. Quedó en la memoria la imagen de Alberto Fernández con dirigentes bonaerenses, en 2020, para el anuncio de la quita de coparticipación porteña con dirigentes PRO presentes.
También se barajaron una serie de condiciones. Por un lado, que el Gobierno deje de apuntar a la oposición como factor fundamental para el contexto de odio y que se repartan responsabilidades. Por otro, una convocatoria formal y amplia, con voluntad de diálogo y una agenda a futuro para buscar consensos, como cuando se debatió el acuerdo con el FMI. Pero, sobre todo, el conocimiento de que la situación no se solucionará con un llamado sino con un programa de trabajo.
Manes también anticipó una de las grandes muletillas de la alianza: el ámbito debería ser institucional. O sea, en el Congreso. El llamado al diputado no fue casual. Él decidió no acompañar el pedido de juicio político contra Alberto Fernández y mostró un discurso anti grieta. Pero, más allá de la figura particular, la oposición vio que el lugar para discutir y buscar acuerdos es el Parlamento. Por una cuestión clara, es el único espacio que ocupan. Y también por un factor de "facilidad". La foto del jueves en el Senado y la sesión del sábado en Diputados no fueron producto de un pacto sino del diálogo legislativo y de las circunstancias. Por lo tanto, una convocatoria para el acuerdo sería una instancia superadora.
Sin embargo, todavía nada quedó en claro y en medio de la espera del llamado se pronunciaron varios dirigentes para fogonear la interna opositora. Ricardo López Murphy publicó un nuevo comunicado en el que rechazó el diálogo con sectores que no compartan los "bordes sean la Constitución nacional, el acato a las instituciones democráticas, la observancia incondicional de los dictados de la Justicia, el respeto al orden público y el respeto a las fuerzas de seguridad" y se preguntó "¿cuál sería el sentido del diálogo con quienes nos dicen día tras día que ellos están por encima de la ley y que aceptemos eso o “qué quilombo se va a armar”?", volviendo al "ellos o nosotros ".
También lo hizo Juan Pablo Arenaza, legislador porteño del PRO, parte de las filas bullrichistas. "Muchos de CAMBIEMOS criticaron a @PatoBullrich el fin de semana porque no se presto para el circo, a ella no se le movio una pestaña. Ahora que se dieron cuenta de la trampa mañana no van a ir la sesion que quieren hacer en el Senado. Pato se adelanto a todos". No solo dejó traslucir la interna sino que señaló a aquellos que se llegaron, tarde, al discurso combativo.
En la mañana del viernes, pocas horas después del atentado y pocas horas antes de la marcha, en el PRO surgieron dos teorías. Una, que Bullrich quedó aislada con el discurso de confrontación porque todos salieron a repudiar el hecho. La otra, rápidamente en modo campaña, rezó que la presidenta del PRO tal vez leyó, vió, olfateó algo que los moderados no comprendieron. El llamado al diálogo reavivó esa confusión.