Mauricio Macri siempre dijo, desde que dejó el gobierno, que su gestión no tuvo la capacidad de explicar cabalmente el estado en que recibió la Argentina. Las falencias en la comunicación fueron uno de los principales inconvenientes, según el ex presidente, a la hora de lograr cierta recepción positiva, paciencia y contemplación por parte de la ciudadanía. Con Javier Milei, ese problema no existiría.
El presidente no sólo manifestó que recibió un país por el subsuelo – metáfora que en algún momento usó Macri para explicar el nivel en que encontró la Argentina – sino que le advirtió a los ciudadanos que, en el futuro, sólo habrá sufrimiento. El segundo semestre salió de la cancha para darle lugar a la promesa de ajuste, sin la zanahoria.
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“No le sacaría ni una sola coma a su discurso en el Congreso. No puedo estar más de acuerdo con sus palabras de hoy”, tuiteó Macri después de la asunción de Milei. A Mauricio le gustó la sinceridad, posible solo por tratarse de un contexto diferente al que le tocó atravesar a él. La sociedad, se interpretó en su entorno, es más consciente de la situación y quiere que le digan las cosas como son.
Algo de esto ya se había plasmado en estudios de opinión hechos el año pasado. Al votante ya no parecieron alcanzarle, según arrojaron los resultados, los slogans bonitos con premisas prometedoras y pasó del mundo de la propaganda al de los contenidos. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quiénes? aparecieron como preguntas clave para pensar un futuro gobierno.
Frente al sufrimiento actual, la necesidad de barajar y dar de nuevo. Ese rechazo a la casta, el hartazgo, la monotributización extrema de la economía y el enojo constante permitieron que un candidato aparezca para plantear el ajuste y coseche, lejos de rechazos, aplausos. Milie leyó ese cambio de época, Macri también. Por eso se lo celebró y pudo corregir lo que, para él, fracasó en 2015, la honestidad brutal. Cuando Mauricio plantea que la sociedad se dió cuenta, lo que quiere decir es que la sociedad está lista para que le propongan sufrimiento y aceptarlo en pos de un supuesto futuro mejor, lejano.
A pocas horas de esa segunda oportunidad, el ex presidente participó, en San Pablo, del foro económico organizado por XP, la agencia de corredores de bolsa más grande de Brasil. Allí, lanzó una propuesta contraria a lo esgrimido en campaña por Milei pero celebrada por el (ex) Juntos por el Cambio: relaciones profundas con Brasil.
“Tenemos que avanzar en una unificación monetaria con Brasil. La moneda única fortalecería más a la Argentina inicialmente, pero a los dos países a largo plazo”, sostuvo Macri y cuestionó la idea de dolarización que Milei no termina de abandonar. Si bien dijo entender sus "ventajas", también recordó el ejemplo de Ecuador, que "volvió a tener déficit fiscal". Por eso, pensó en la posibilidad de un Mercosur "serio" que tenga "las mismas reglas y la misma moneda, como la zona Euro".
La crítica a la promesa nodal de Milei no pasó desapercibida. El presidente ya dijo que el cierre del Banco Central y la dolarización no son negociables, aunque tampoco sucederán en el corto tiempo. Primero, vendrá el ajuste interno, con el que Macri - que hizo lo mismo hace ocho años - se mostró de acuerdo al defender el congelamiento de "todos los gastos públicos posibles", según relató el diario Folha, porque el mandatario inexperto "no puede gastar más de lo que entra". Como el libertario, Mauricio entendió que la sociedad lo avaló para transitar ese camino, para el cual , no descartó “episodios de violencia”.
Para este proyecto gubernamental, Macri no pidió ni vetó nombres de gabinete, según se repitió y repite una y otra vez. Lo que no quiere decir que no apoye explícitamente las líneas centrales de la gestión. De hecho, el domingo se lo vio vitorear "viva la libertad", en una primera fila.
Las primeras horas del nuevo gobierno fueron frenéticas, tanto por el intento de mostrar actividad en el día posterior al traspaso de mando como por la urgencia de empezar a ocupar sillas en los lugares clave. La vorágine todavía no dejó detalles sobre el primer gran paquete de medidas de esta gestión, aquel que tendrá que pasar por el Congreso.
Por ahora, la ley ómnibus no vio la luz ni se conocen sus detalles. En el Congreso, los bloques no tenían claro cuál iba a ser el interlocutor oficialista y se demoraron las conversaciones para plantear una estrategia y una negociación en torno a la confirmación de comisiones. Se adjudicó a la falta de experiencia y desconocimiento de los pasos formales.
Las comisiones se compondrán según el sistema D'hont, por lo que a Unión por la Patria le correspondería el 40% de la integración de cada una, seguido del PRO, luego La Libertad Avanza y, más atrás, la UCR. Los números a tener en cuenta para efectuar la división tendrán en cuenta sólo la unidad "bloque", según acordaron UP, el macrismo y el oficialismo.
Esta jugada dejaría bastante relegados a quienes decidieron armar un "agrupamiento de sectores políticos" o "grupo de bloques". El pacto entre los tres espacios mayoritarios fue otro, lejano al de la "cooperativa" de los radicales, la Coalición Cívica y Cambio Federal. Según una importante fuente parlamentaria, el rejunte sirvió para negociar los cargos de la Cámara pero no para otra cosa.
Sin embargo, desde el nuevo sector unido conceptualmente, se pidió esperar la estrategia del oficialismo para cerrar cualquier posibilidad. También se mostraron expectantes, como todos, del proyecto de ley ómnibus anticipado pero todavía guardado bajo llave.
Carlos D'Alessandro, diputado de La Libertad Avanza, adelantó que, con la intención de lograr los consensos necesarios, empezaron a entablar conversaciones con varios sectores de la sociedad civil, no solo dentro del edificio del Congreso. El objetivo es avanzar lo más rápido posible en una situación de clara desventaja numérica.
Esta situación, calificada por el diputado como "extraña", no debería, según el razonamiento, traer inconvenientes porque los proyectos fueron explicitados en campaña y, tras ellos, ganaron las elecciones.
Para intentar sortear esa dificultad, en la Cámara Baja, Oscar Zago y Martín Menem entablaron reuniones con los distintos bloques. Pero, por ahora, sin contenido. El llamado a sesiones extraordinarias también se hizo esperar y el hermetismo es fuerte. En el caso de un espacio tan pequeño, alimentado por legisladores de distintas latitudes, será clave para poder garantizar su disminuida presencia.