A la sombra de la interna PRO, crece la batalla doméstica en la UCR

Gerardo Morales, presidente del partido, no está en su mejor momento. Muchos lo empezaron a cuestionar por usar el sello de la UCR para el lanzamiento de su candidatura personal y aseguran que "vende más de lo que tiene", lo que podría perjudicarlo en un acuerdo con el PRO.

13 de noviembre, 2022 | 00.05

Pese a que las peleas públicas en el PRO se quedaron con el papel protagónico del internismo en Juntos por el Cambio, el radicalismo no se permaneció atrás y, por lo bajo, retomó viejas discusiones, con nuevos actores y algunos condimentos especiales, camino al 2023. Gerardo Morales, presidente del partido, no está en su mejor momento. Tiene a su tropa, no está solo, pero en las últimas semanas empezó a recibir una oleada de críticas hacia su gestión, sobre todo por el uso del sello de la UCR para el lanzamiento de su propia candidatura, algo que hasta ahora no se había visto, y un pacto con el macrismo que dejaría afuera a muchos de los renovadores que pujan, hace tiempo, por un rol diferente del espacio dentro de la alianza. Ese revuelo, sin embargo, no impactaría en un acuerdo con el sector amarillo y se acotaría simplemente a peleas de la tribu centenaria, aunque es inevitable que algunos nombres aparezcan dentro de las especulaciones, sobre todo los de Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.

El punto de quiebre fue el 29 de octubre, cuando el radicalismo hizo un importantísimo acto en Costa Salguero, pleno centro porteño e histórico bunker del PRO en la Ciudad. El evento, llamativamente, había contado con la presencia de Larreta para sellar el pacto entre el jefe de Gobierno de la CABA y el radicalismo, encarnado en Martín Lousteau para la libre competencia por la conducción del distrito, y Morales, que ya se lanzó como postulante a la Casa Rosada pero puja, en paralelo, por ser el vice del mandatario capitalino que le dejó las puertas abiertas a muchos dirigentes de la UCR.

En ese evento, al que fueron invitados todos, hubo muchos ausentes. El más notorio fue Gustavo Valdés, gobernador de Corrientes, que lo hizo saber. Él es uno de los que también suena como posible compañero de fórmula de Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno le dio una entrevista a Radio Dos, local, para levantar las aspiraciones del correntino y meter un poco de púa en la interna radical. Aseguró que ambos “comparten una visión de país” y que los equipos económicos de ambos distritos mantienen reuniones de trabajo. Un dato: cuando fue el atentado contra Cristina Kirchner, los únicos dos territorios gobernados por Cambiemos que funcionaron bajo feriado - por decreto u obligación - fueron estos. Mendoza y Jujuy no lo hicieron. También, dicho sea de paso, Larreta después obligó a recuperar el día de clases.

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En esa entrevista, el jefe de Gobierno lanzó que “Valdés podría ser un buen compañero de fórmula, es un dirigente que valoro muchísimo, tiene pasión por el hacer, por la gestión” y agregó que “está en la trinchera, no en la tribuna”. Estas declaraciones posicionaron al correntino en la carrera por la candidatura a una vicepresidencia. De hecho, en el radicalismo miran cómo Gustavo y Morales están compitiendo por el segundo lugar en la boleta de Larreta, aún sin definiciones. En el listado habría que incluir a otras figuras, entre ellas Carolina Losada, que está en las posibilidades de todos. Pero el porteño definió, o eso dice, que no elegirá al radical que lo acompañará sino que dejará la decisión en la onvención, el órgano encargado de ello, para respetar la institucionalidad de su espacio socio.

En la vereda de enfrente, casi como si fuera completamente lo opuesto, Bullrich ya eligió a Alfredo Cornejo. Compartieron una enorme cantidad de actos y el mendocino estuvo junto a ella, el jueves, en uno de sus eventos de equipos de gobierno, en Santa Fe. Cornejo fue el primero que salió a criticar el acto de la UCR en Costa Salguero. Estuvo en el evento pero, al escuchar los discursos incendiarios contra Mauricio Macri, tuvo que marcar su disconformidad en público y bregar por la unidad.

Lo que más les molestó a los ausentes y a algunos presentes fue que Morales utilizara la celebración de los 39 años del triunfo de Raúl Alfonsín como plataforma para un lanzamiento personal de su candidatura a presidente, junto a la de Lousteau en la Ciudad. Se dijo que nunca se vio que se usara al partido de semejante manera y eso empezó a alejar a la conducción de algunos dirigentes clave, renovadores y más históricos. El jujeño no está solo pero tampoco está en su mejor momento, sería la gran conclusión de estos últimos meses.

Otro ejemplo del pacto Morales - Lousteau - Larreta fue a comienzos de octubre, cuando la UCR sacó un comunicado cuestionando a Facundo Manes por haber acusado a Macri de haber propiciado el espionaje ilegal durante su gestión. Inmediatamente, desde un sector del radicalismo apuntaron directo contra el jefe del partido, como el dueño de la pluma y el senador, cuyo acompañamiento sólo se explicó por la necesidad de darle un guiño al PRO para lograr concretar las aspiraciones electorales del año próximo.

Más allá de eso, en el aire quedó flotando un concepto que comenzó a repetirse en distintas tribus de la UCR: “Morales vende más de lo que tiene”. Detrás suyo no están, por ejemplo, el mencionado Valdés; tampoco Alfredo Cornejo o su alfil, el gobernador mendocino Rodolfo Suárez; tampoco está Lousteau, más allá del acercamiento por conveniencia; no está Facundo Manes ni Maximiliano Abad, jefe del Comité bonaerense y ahora candidato a gobernador. Entonces, ¿Qué tiene para ofrecer Morales?

Esa fue una de las preguntas que se hicieron desde una tribu radical. No puede ofrecerle a Larreta, o a ningún otro candidato, la totalidad del radicalismo porque no todos le responden. Y, según analizó una fuente, el jefe de Gobierno porteño se dio cuenta de ello con el acto en Costa Salguero, donde faltaron varios. Sin embargo, en la sede de Uspallata aseguraron que la relación con el jujeño está en muy buenas condiciones. De hecho, este lunes presentarán un proyecto de ley en conjunto.

La iniciativa fue adelantada el jueves en un congreso industrial y propone, básicamente, la reforma laboral con foco en la “industria del juicio y el sistema de multas arbitrarias”. El proyecto surgió durante el coloquio de IDEA y lo trabajaron en conjunto el porteño y el jujeño. En la exposición de esta semana, Larreta le pidió ayuda a los empresarios para buscar consensos con el oficialismo y avanzar en la “actualización” lo antes posible, sin esperar un cambio de gobierno. Los detalles los darán a conocer ambos este lunes.

Otro de los puntos clave en la disputa interna del radicalismo es el pacto con el macrismo. Hace varios años, en el partido centenario conviven las acusaciones cruzadas sobre una supuesta entrega del espacio al servicio del PRO. Según lo que se vio en los últimos meses, mayoritariamente la dirigencia de la UCR se mostró de acuerdo en sellar un contrato con el sector amarillo e integrar, por ejemplo, fórmulas cruzadas sin que moleste la posibilidad de ocupar el segundo lugar en la boleta presidencial. 

Sin embargo, un grupo de radicales hará peso en la Convención, cuando haya que definir la línea fina electoral, para tener una lista pura. Esa boleta podría, por ejemplo, ser Manes - Losada versus una interna feroz en el PRO. Que se saquen los ojos los macristas y que la UCR aproveche ese revoleo amarillo para intentar sacar la mejor posición. Esa opción, por el momento, se vio lejana y todo pareciera señalar un pacto en el que la UCR sería el acompañamiento PRO en una fórmula presidencial. 

Entonces, la discusión pasaría de la “entrega” a, nuevamente, el “uso” del partido en beneficio propio. Que Morales, por ejemplo, pacte ocupar todos los lugares posibles con personas de su riñón, sin dejarle lugar al resto. Fue, de hecho, la gran pelea que terminó con la ruptura del bloque en Diputados ante la negativa de entregar la conducción del interbloque a uno de los “renovadores” de la UCR. 

Ese paquete cerrado se completaría con la clásica disputa entre los dos bandos, los renovadores y los históricos. Los primeros sienten que necesitan del permiso de los segundos para poder actuar pese a que los segundos son unos derrotados consuetudinarios y que, por lo tanto, no tendrían la espalda para poder habilitar o inhabilitar las aventuras del resto.

Todo este internismo, en principio, no pondría en riesgo ningún pacto con el macrismo para el año que viene y quedaría resguardado dentro de las fronteras del radicalismo. Algo curioso dejó la nueva pelea en el partido centenario: los renovadores comparten con Macri el hecho de no gustar de Morales (Mauricio tiene una pésima relación con él) pero, al mismo tiempo, los renovadores comparten con Morales el hecho de no gustar de Macri porque menosprecia a la UCR y, de hecho, si se presentara como candidato, podría generar fisuras. Coincidencias.

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