Quién fue Alfredo Yabrán, el cartero entre las sombras: alianzas, enemigos y la construcción de su poder

Antes del asesinato del reportero gráfico José Luís Cabezas, el empresario amasó una fortuna y contactos de todo tipo, manejándose con un halo de misterio. Perfil del empresario más poderoso de la Argentina menemista.

19 de mayo, 2022 | 00.05

"Poder es tener impunidad", dijo Alfredo Yabrán a una entrevista en Clarín en 1998. Hoy en día, el nombre del empresario es sinónimo de ambos términos. Pero años antes del asesinato del reportero gráfico José Luís Cabezas, del cual fue autor intelectual, el cartero se manejó tras un halo de misterio durante años. ¿Cómo fue el recorrido de este hijo de inmigrantes sirio libaneses, que llegó a ser el empresario más poderoso de la Argentina menemista y terminó suicidándose cuando la justicia lo acorraló?

Quién fue Alfredo Yabrán

A través de sus áreas de seguridad y logística, Yabrán, nacido en Entre Ríos el 1ro de noviembre de 1944, había amasado una fortuna cercana a los 400 millones de dólares. En su poder, o a través de testaferros, el empresario tenía la empresa de correo privado Oca, la de depósitos ficales Edcadassa, la de clearing bancario Ocasa y las rampas y free shops de los aeropuertos a través de Intecargo e Interbaires.

Junto con el capital económico, el cartero acumuló una red de contactos de gente poderosa, que iban desde el peronismo hasta el radicalismo, pasando por la cúpula de la Iglesia Católica. Estas amistades no dudaron en levantar el teléfono cuando el periodismo comenzó a tratar de hacer visible la figura del empresario.

En la década de los 90, el gobierno de Carlos Menem encabezaba una ola privatizadora de las empresas de servicio del Estado y, luego de los trenes, el agua y la energía, se venía el turno de los correos. Yabrán estaba en pole position para pujar por ese botín, especialmente por tener línea directa con la Casa Rosada.

La cercanía con el menemismo se mantuvo incluso en su peor momento. El jefe de Gabinete de Menem, Jorge Rodríguez, recibió a Yabrán, cuando ya era señalado por la sociedad como responsable intelectual del crimen del fotógrafo de la Revista Noticias y la justicia estaba tras su pista. El empresario incluso osó posar con un cartelito con la leyenda "no se olviden de Cabezas". ​​​​​Un doble gesto de impunidad.

Los enemigos

Alfredo Yabrán se suicidó en 1998, pero el secreto que creó sobre su persona y sus actividades empezó a morir en 1995 cuando el entonces ministro de economía Domingo Cavallo denunció ante la Cámara de Diputados de la Nación que el empresario formaba parte de "una mafia enquistada en el poder".

El padre de la convertibilidad atacó a Yabrán para romper su monopolio y que ingrese a la puja por el correo la estadounidense Federal Express. Sin embargo, en 1996, tras su denuncia ante Diputados, Menem pidió la renuncia.

Yabrán a estas alturas era un jugador del team Menem y eso irritaba a un adversario del riojano que pretendía cimentar su trampolín a la presidencia en 1999: el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde.

Duhalde dijo que la frase fue del expresidente Raúl Alfonsín. Otros dicen que salió de boca del propio gobernador. Lo cierto es que el asesinato de Cabezas fue interpretado como "un muerto" que "se tiraron" los dos grandes caciques del peronismo de los 90 en el marco de una puja de poderes. Al Gobernador lo desvelaba que el crimen se hubiese dado en la jurisdicción de la Policía Bonaerense, que en ese entonces llevaba el mote de la "maldita policía".

Las fuerzas de choque

La contraparte que garantizaba el anonimato de Yabrán estaba en un pequeño ejército de hombres destinados a su seguridad y a la de su familia y alejar cualquier acercamiento de la prensa. En esa fuerza de choque se encontraban "El Tigre Acosta", Víctor Dinamarca y Adolfo Donda, represores de la última dictadura cívico-militar.

Un ejemplo de la buena sintonía entre el cartero y la mano de obra desocupada de la dictadura: una de las empresas del imperio Yabrán, Tecnipol, estuvo a cargo de la confección de un manual de interrogatorios para la Policía Bonaerense. Dinamarca y Donda fueron sus redactores.

En 1997, cuando el periodismo ya estaba detrás de Yabrán, el jefe de Seguridad del empresario, Gregorio Ríos le comentó al comisario de la bonaerense, Gustavo Prellezo, que el empresario quería un veraneo tranquilo. Fue así que el policía, con la colaboración de una banda de sicarios de la localidad platense de Los Hornos, secuestró y mató a Cabezas el 25 de enero de 1997.

El fin de la impunidad

Fue en Pinamar donde Cabezas fotografió al empresario caminando por la playa con su esposa en sus vacaciones. Esa imagen fue tapa de la revista Noticias y su cara estuvo en todos los kioscos de diarios del país. Al fotógrafo le costó dos balazos. Irónicamente, años antes, el cartero dijo: "Sacarme una foto a mí es como pegarme un balazo en la frente”.

Tras el asesinato del reportero gráfico, el lema "no se olviden de Cabezas" movilizó al periodismo y la sociedad frente a ese derroche de impunidad que ocurría tras bambalinas del poder. Yabrán, el hombre que se jactaba de que ni la SIDE tenía una foto de él, estaba expuesto.

Pese al apoyo del gobierno menemista, Yabrán tuvo que enfrentar a la justicia y salir a defenderse en los medios, por más que no le gustara. En marzo de 1997 decidió participar de un reportaje en el programa de Mariano Grondona. Allí acusó a Cavallo de endilgarle el crimen del fotógrafo y negó tener interés en la compra del correo.

Días después de la aparición de Yabrán en Hora Clave, el 24 marzo de 1997, a través de un decreto presidencial, Menem entregó la concensión del Correo al grupo SOCMA, que regenteaba Franco Macri, padre del ex presidente Mauricio Macri.

El 20 de mayo de 1998 Yabrán fue encontrado muerto de un escopetazo en una quinta que poseía en Entre Ríos. En el momento, la justicia estaba por detenerlo por ser el autor intelectual del crimen de Cabezas. Para ese entonces, al cartero se le había muerto el anonimato, y el poder - o mejor dicho, la impunidad- , estaba corriendo riesgo.

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