Crimen de José Luis Cabezas: quién fue Pepita La Pistolera, la "perejila" que detuvieron casi sin pruebas

Se trata de una de las delincuentes más recordadas de los años noventa. Durante la investigación, Margarita Di Tullio estuvo detenida aunque no había razones para hacerlo. Antes de ello, tuvo una vida dedicada a la delincuencia.

19 de mayo, 2022 | 00.05

Entre las mil aristas que tuvo el caso de José Luis Cabezas también apareció, como siempre ocurrió en situaciones tan mediáticas, la necesidad de encontrar un chivo expiatorio. El asesinato del fotógrafo, después de una investigación más profunda, tenía claros vínculos políticos. Después del crimen, la necesidad de encontrar un asesino de manera rápida llevó a apuntar a “perejiles”. Una de ellas fue Margarita Di Tullio, más conocida como “Pepita, La Pistolera”.

El apodo se hizo popular, su nombre empezó a ser parte de dichos, de comentarios y estar dentro del vocabulario de la calle. La acusación en su contra la llevó a la televisión, se convirtió en un personaje del hampa mediático. Margarita Di Tullio, “Pepita La Pistolera”, pasó por los programas de televisión de fines de los noventa. El más recordado quizás es el de Mirtha Legrand. Sentada en la mesa de la “diva de los almuerzos”, frente a ella, cuando el programa estaba al aire, en un momento, llevó su meñique a la nariz, se tapó, hizo fuerza y esnifó. “Tomé cocaína frente a ella, en su cara. Me puse polvo abajo de las uñas. Me arrepiento de eso”, escribió en una biografía que nunca salió a la luz, según contó el periodista especializado en policiales, Rodolfo Palacios.

Las múltiples vueltas de la vida la llevaron al programa de Chiche Gelblung. Pasó por el detector de mentiras de “Memoria”, la misma emisión que en ese tiempo inventó una autopsia a un extraterrestre. En los canales de televisión, Margarita Di Tullio contó su historia y la trágica razón de su apodo. En 1985 un grupo de hombres armados se metió a su casa en busca de una deuda de su pareja. De madrugada, tres varones ingresaron a su hogar. Ella contó: “Me dijeron que no solo se iban a llevar la plata, sino que tenían ganas de violar a mis hijos y a mí. Cuando vi que las amenazas eran en serio, saqué el arma de abajo de las sábanas y disparé sin asco. Los tres quedaron tendidos en la habitación”. Ese violento hecho le sembró el apodo que le pusieron los medios de comunicación. La condena, de tres años, fue caratulada como exceso de legitima defensa.

Su detención por el crimen de José Luis Cabezas

Fanática de Sandro y de la cumbia, ese hecho de 1985 no fue el único que la acercó a la Justicia. Años antes, Di Tullio, comandó una banda que se dedicaba a robar a turistas y autos en su Mar del Plata natal. Lo hacía a mano armada y durante la madrugada. Siempre se apuntó a los robos y había tenido cierta notoriedad por su acercamiento a los medios de comunicación. Esta situación fue la que aprovecharon los primeros investigadores del caso José Luis Cabezas. Menos de un mes después del asesinato del fotógrafo, fue detenida en Mar del Plata. El perfil de “capa de banda” y su nombre mediático era una víctima justa para convertirse en una “perejila”.

El 14 de marzo de 1997, el juez José Luis Macchi le imputó a ella ser la “instigadora” del asesinato del fotógrafo. Además, imputó a Luis Martínez Maidana, otro de los integrantes de la supuesta banda “los Pepitos”, ser el autor material del hecho. A partir de ello, le dictaron la prisión preventiva. En total, estuvo detenida desde febrero de ese mismo año hasta el 30 de abril. Fueron 77 días. La Cámara de Apelaciones de Dolores, entre otras cosas, dictó grandes críticas a los jueces y al fiscal por “su quehacer irregular”. También apuntó contra la policía.

En la cárcel durante esos 70 días, Di Tullio armó una peluquería y le rezaba a Cabezas. “Le decía: hacé algo, que estos hijos de puta te mataron, no seas gil, hacé algo, yo no fui, vos sabés que yo no fui”, reveló alguna vez. Después de tener la libertad, “Pepita” volvió a su negocio. Un bar que funcionaba como prostíbulo en el que tenía, además, varias causas por entregar coimas. En 2009, durante el mes de septiembre, falleció como consecuencia de un ACV en una clínica de Mar del Plata. El funeral duró dos días. Las crónicas cuentan que, en su último adiós, hubo una caravana de autos y personas que desfiló por todo el puerto de Mar del Plata. En el velorio hubo champagne, cumbia y música de Sandro.