Reforzando la inequidad fiscal

07 de mayo, 2024 | 16.46

En recientes declaraciones llevadas a cabo durante el Foro Llao Llao frente a los principales ejecutivos de las empresas más importantes de la República Argentina, el presidente Javier Gerardo Milei hizo la siguiente declaración: “El que fuga es un héroe, logró escaparse de las garras del estado. Ustedes se ríen, pero yo lo veo así. ¿Qué le recomendarías a tu cliente? Me pongo el traje de economista: comprá dólares. Eso después figura como fuga. Y la verdad que, si lo compran en negro mejor, porque así no tiene que pagar un montón de impuestos estúpidos que hay, todo para financiar a los que levantan la manito y al que lo hace de ´queruza´, para financiar a esos inútiles”.

Y las declaraciones son sorprendentes, porque es una apología del delito, sobre todo en voz del primer magistrado. Es decir, del funcionario que tiene la máxima obligación en defender la ley y la legalidad en la República. Primero porque habla de los impuestos que cargan la venta de dólares en el sistema legal, como si él no fuera un partícipe de ese sistema al ser precisamente el presidente, es decir, parece hablar como alguien que está por afuera. Pero en segundo lugar y más grave, es que incurre en apología del fraude fiscal. 

En la Argentina hay dos causales muy distintas de evasión fiscal:

Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

- en algunos casos pequeños comercios, pymes y trabajadores autónomos que están sometidos a una carga tributaria nacional, provincial y municipal cuya suma es tan grande que directamente expropia las utilidades netas de sus actividades y están en cierta medida obligados a desviar algunos fondos simplemente para sobrevivir en su actividad.

- en otros casos los grandes grupos económicos construyen complejos operativos contables y financieros, que permiten mover fondos de una manera u otra hacia el exterior, haciendo que los argentinos se encuentren entre los mayores tenedores de dólares físicos en el sistema financiero internacional, para poder blanquear cuando sea oportuno el dinero previamente fugado.

Hacia el año 2021 según declaró Miguel Pesce, en ese momento Presidente del Banco Central, los argentinos tenían unos 200 mil millones billete, lo que implicaba que el país era poseedor del 10% del valor de los billetes de la moneda norteamericana que circula en todo el mundo. Y la gran mayoría de este capital estaba en manos de grupos concentrados. 

Y claramente en ese escenario el libertario se refería a este segundo grupo de evasores, es decir aquellos que tienen la capacidad económica para poder financiar esa evasión mediante sociedades pantalla, empleo de la criptoeconomía, etcétera.

Y a ellos se suma un proyecto de reforma fiscal, que hasta el presente tiene media sanción en la cámara de diputados del Poder Legislativo Nacional, que consagra algunos beneficios que rompen la equidad fiscal.

El diputado Sergio Palazo, secretario general de la Asociación Bancaria, señaló en el recinto "… unos 1.100.000 trabajadores van a pagar ganancias mientras que 149.000 deberán pagar bienes personales.",  haciendo referencia a la modificación de la alícuota al impuesto de los bienes personales, que se elevó para el beneficio de los mayores contribuyentes, comparándolo con la recaudación del impuesto a las ganancias, que va a los sueldos y no a los beneficios que surgen del capital de trabajo, medida que había sido abolida por la anterior administración.

El proyecto de reforma fiscal también elimina el Monotributo Social, que quedó en un limbo cuando se postergó por 90 días la vigencia del artículo 100 del proyecto de ley, dando tiempo para encontrar alguna solución a dicho monotributo. Es este un tema muy preocupante, porque justamente los trabajadores informales y los sectores sociales vulnerables son los que menos integración tienen al sistema financiero formal, y al sistema impositivo, porque esto les es caro, es decir sus ingresos son tan bajos y están tan ligados a la supervivencia vital, que las alícuotas ordinarias de los impuestos diseñados para trabajadores formales, pequeñas empresas, y autónomos le son gravosos. Fue para lograr dicha integración que se diseñó el Monotributo Social, eliminado en esta ley.

Porque esta reforma fiscal tiene un único sentido, que es tornar sustentable el plan de ajuste regresivo que propone este gobierno, y no transformar nuestro sistema impositivo nacional o provincial en un sistema progresivo que tienda a la equidad social. En este punto, los beneficiarios son los que no pagaron y ahora tienen un blanqueo muy barato, o los que están en litigio contra la AFIP y ahora tienen facilidades excepcionales para poder regularizar sus situaciones. Pero estos sectores son aquellos que usan y abusan del fraude fiscal, como modo de tener una ganancia adicional extraordinaria, mientras que el pueblo trabajador, y especialmente los sectores informales de la economía, son sobre los que los impuestos operan, como una suerte de hipoteca vital imposible de levantar.

Por ello, se debe solicitar a la cámara de senadores del Congreso Nacional que reforme el proyecto en un sentido solidario y progresivo o si no que lo rechacen definitivamente. Ya que el proyecto económico liberal cada vez pauperiza aún más las condiciones de vida de los trabajadores y de los sectores postergados, tal como lo hacía la última dictadura militar. En este sentido cobra plena vigencia aquella descripción tan certera de Rodolfo Walsh cuando, en la carta que dirigió a la Junta Militar en 1977, a la política económica del entonces gobierno de facto como “miseria planificada”.