El jueves 4 de julio, el presidente Javier Gerardo Milei anunció junto a su ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, un plan para poner fin al analfabetismo. Seis días antes, la ministra publicó 10 resoluciones, que dejaron sin efeto la compra de libros para el programa “Libros para aprender”. En simultáneo al acto del presidente, el Consejo Interuniversitario Nacional publicó en su página web un comunicado titulado “Sin salarios dignos no hay universidad”.
Milei anunció ‒ en un acto que se llevó a cabo en la Casa Sarmiento en San Juan, para no abandonar el estilo de acto escolar, según lo dictado por los manuales de estudio ‒ su plan para terminar con el analfabetismo. El presidente declaró que “El analfabetismo es a la educación, lo que la inflación es a la economía”, culpando a la política de “esconder debajo de la alfombra” el problema de la educación, “ya sea por impericia, por cobardía o por cinismo”. En otro pasaje del discurso sostuvo que “La crisis educativa que arrastra la Argentina tiene muchas dimensiones, pero - no cabe duda - que el fracaso en la alfabetización está en la base. Porque leer y escribir no es un contenido educativo más (…), es lo que hace posible cualquier otro aprendizaje. Sin ese pilar fundamental, todo lo demás es en vano”. Durante el discurso, el libertario también prometió recursos a las provincias.
El diagnóstico es acertado. Los planes de estudio desde la Ley de Educación de Menem, han devaluado los contenidos y, por ende, el rendimiento de los estudiantes. Pero la caída de la calidad se refuerza por el recorte de los recursos. La ministra de Capital Humano, el megaministerio que tiene Educación entre sus competencias, se dedicó a aplicar la motosierra para cercenar planes que sirvieran a los propósitos anunciados en San Juan. En el Boletín Oficial se publicaba una larga lista de acciones para llevar adelante el combate contra el analfabetismo, tales como el "acceso a recursos educativos de calidad", la "formación docente inicial y continua", "adquirir y/o distribuir materiales educativos y libros", "fortalecer el rol de las bibliotecas escolares y comunitarias", entre varios. Sin embargo, Pettovello anunció pocos días antes del acto, resoluciones que dejaron sin efecto la compra de libros para alumnos de primaria y secundaria, así como para formación docente, que funcionaba en el programa "Libros para Aprender". Este recorte había sido anunciado en abril, pero fue firmado justo ahora. Obviamente se justificó por “falta de transparencia”, el caballito de batalla de Pettovello ya utilizado para no entregar alimentos.
Otro fenómeno que agrava el retroceso del nivel educativo, es el aspecto salarial. La caída de los salarios docentes en todos los niveles está teniendo un profundo impacto. En febrero, el gobierno libertario ya había dado de baja el Fondo de Incentivo Docente, lo que generó una ola de reclamos sobre la recomposición salarial. Otro recorte grave fue a las universidades nacionales en todo el país. Como no se hizo un presupuesto para 2024, se decidió que funcionaran con el presupuesto de 2023. Esto las dejó al borde del cierre. La universidad pública es un orgullo nacional, por ello, ver emblemáticos edificios funcionar a oscuras, generó una oleada de solidaridad con la lucha de los trabajadores y estudiante para exigir mejoras tales como el aumento de los salarios, un mayor presupuesto para el funcionamiento de las instituciones, y mejores condiciones de estudio. La multitudinaria marcha del pasado 23 de abril en todas las ciudades del país, demostró el apoyo y la solidaridad de la población toda para con la educación pública. En mayo se anunció un aumento del 270% del presupuesto.
Pero esto sólo era para cuestiones operativas de la UBA. Los sueldos, quedaron afuera. Pero la situación salarial no ha hecho más que empeorar: no se llamó a paritarias, y se impuso en junio un aumento del 4%, que no recompone ni por asomo la pérdida salarial de un 50%, que forma parte de la otra herramienta libertaria, el plan licuadora. Por eso el Consejo Interuniversitario Nacional, formado por todas las universidades argentinas, publicó un comunicado titulado “Sin salarios dignos no hay universidad". Fue firmado por el Frente Sindical de Universidades Nacionales (compuesto por sindicatos docentes y no docentes), la Federación Universitaria Argentina (FUA) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Este comunicado expresa “nuestra profunda preocupación por la situación salarial crítica e inadmisible, que atraviesan docentes y no docentes del sistema universitario público, y por la falta de actualización de los programas de asistencia a estudiantes de las universidades, sustanciales, y muchas veces definitorios para la continuidad de su carrera”. También destacó la contundencia del apoyo de la sociedad argentina, que se movilizó para demandar la continuidad del “rol estratégico que la educación pública, la universidad y la ciencia deben tener para la Nación. Ese rol solo puede ser asumido si se jerarquiza la cuestión educativa como política pública y, consecuentemente, se prioriza la inversión presupuestaria que garantice su normal funcionamiento”.
Mientras Milei declama su preocupación por la educación, las políticas de su gobierno sólo aceleran la crisis educativa.