La serie de Javier Milei y Victoria Villarruel muestra dos caras de la misma moneda: el presidente piensa que la oposición no tiene capacidad de dañarlo, pero necesita asfixiar a su enemiga interna. Si lo hace, es porque en pleno triunfalismo todavía teme que la epopeya que promociona termine mal.
La antigua coordinadora de visitas de Jorge Rafael Videla aparece sola, en un juego que la desborda y solo puede rendir frutos si el gobierno que integra entra en un espiral de inestabilidad. En los últimos días, Villarruel recibió por lo menos dos golpes: el primero fue la renuncia del general Claudio Pasqualini en el ministerio de Defensa. Aunque su salida se adjudicó a “motivos personales”, el ex secretario de Estrategia y Asuntos Militares, que fue jefe del Ejército de Mauricio Macri, estaba ligado a Villarruel por su mujer, María Laura Renés. La esposa de Pasqualini es hija de Athos Renés, un coronel condenado a perpetua en 2011 por crímenes de lesa humanidad, y -como la vicepresidenta- considera “presos políticos” a los genocidas de la última dictadura militar. Renés padre fue condenado como coautor responsable de 11 homicidios y privación ilegal de la libertad por la masacre de Margarita Belén. Cuando el brazo armado de Milei todavía usaba pañales -Feinman dixit-, la esposa de Pasqualini ya posteaba en las redes consignas a favor de los genocidas como las de Nicolas Marquez, un curioso enemigo de Villarruel que comparte con ella la apología de la última dictadura militar.
El otro golpe que recibió la ex diputada fue más discreto, pero no menos importante. Milei festejó en privado la presencia de Julio Saguier, el dueño del diario La Nación al que el presidente identifica con Villarruel por su rechazo al pliego del juez Ariel Lijo. Saguier, al que Milei acusa de tener esbirros que lo atacan, estuvo en el almuerzo de los dueños de la Asociación Empresaria Argentina con Luis Caputo en el Palacio Duhau. Aunque no se sentó en la mesa principal, donde estaban Paolo Rocca, Hector Magnetto, Luis Pagani, Alejandro Bulgheroni y Sebastian Bagó, Saguier adhirió al documento de la asociación de dueños que empachó de elogios a la gestión Milei. AEA encontró en Milei a un impensado ejecutor del rosario de lugares con el que aburrió hasta sus propios socios durante los últimos 20 años y busca adaptarse a los tiempos.
Aunque Rocca y Magnetto no quieren renovación ni piensan ceder un milímetro de poder, la estrategia incluye una nueva mesa con exponentes de la nueva generación como Luis Pérez Companc, Sofia Vago de Accenture, Mariano Bosch de Adecoagro y Marcos Galperin, el magnate que genera choques en lo alto de la entidad. Mientras algunos de mucho peso lo consideran uruguayo, otros argumentan que no pueden apartar al dueño de la empresa más grande de Argentina, que además actúa sin culpa como troll libertario. Galperin ya les contestó a sus críticos internos: faltó a la reunión con Caputo. No le hace falta.
En la pelea con Milei, Villarruel sufre la asimetría de poder y el desfasaje de los tiempos. Mientras confrontaba con el pasado, le declararon una guerra para la que no se había preparado. A la vicepresidenta le va a costar conseguir que los gobernadores que se arrastran ante Milei la vuelvan a invitar para hacer campaña en sus provincias. No solo eso. La encuesta mensual del Equipo Mide, que dirige Sebastian Halperin, registró por primera vez que el no-lugar de Villarruel empieza a ser un problema. Entre noviembre y diciembre, la vice sufrió una baja de 5 puntos en su imagen positiva (53% a 48%) y un aumento del 8 por ciento en su imagen negativa (36% a 44%). Aunque entre los votantes de la ultraderecha, hay quienes la consideran “capaz” y “relegada” y “racional”, otros la ven en modo Milei, como una “hipócrita” que “mintió”, se “camufló” y es “parte de la casta”.
La derecha gubernamental termina el año mucho mejor de lo que esperaban el heterogéneo arco de la oposición y los actores del poder real que especulaban con prematuros escenarios de crisis terminal. El sistema político que en su descomposición parió a Milei hoy no representa un obstáculo para el ajuste más grande de la historia: está dividido y sin liderazgos capaces de enunciar una alternativa de futuro. Mientras tanto, el gobierno aprovecha para avanzar con un plan que incluye medidas como el decreto 1107: firmado por Milei, Patricia Bullrich y Luis Petri, autoriza a los militares a intervenir en defensa de “objetivos de valor estratégico” en lugares no especificados, que podrían incluir hasta la Casa Rosada y el Congreso.
El dólar planchado, la reducción de la brecha cambiaria, la compra de reservas, y la desaceleración de los índices de inflación y pobreza -que bajan desde el Aconcagua al que las llevaron primero el Frente de Todos y después Milei- le permiten al gobierno viralizar un primer éxito que está colmado de incertidumbre, pero es todo en el reino del minuto a minuto. Mientras la extrema derecha parece haber aprendido algunas lecciones del fiasco de Macri -como la necesidad del control de cambios-, el gobierno de la unidad peronista huye de la autocrítica y es, en la práctica, un fracaso que se sigue cometiendo. Resignado, un experimentado dirigente que habla con todos, describe el estado de situación: “No podemos ir a jugar un partido esperando que el arquero de ellos se resbale”.
El triunfalismo del gobierno es tan alto que pone al presidente a cazar periodistas identificados con el liberalismo que fracasó. Karina Milei festeja el despido de Marcelo Longobardi de Radio Rivadavia, un objetivo por el que militó. El conductor que lideró durante 20 años las mañanas de la radio argentina declaró que la hermana del presidente había presionado para que lo echaran. La versión coincide con lo que admiten en el gobierno. En la daltónica política oficial, la secretaria general de la presidencia trata a Longobardi de “zurdito”.
Aunque el Banco Central volvió en los últimos días a quemar reservas para controlar el paralelo, el gobierno se abraza al dólar planchado que favorece la importación y los viajes al exterior. Confiado en que el Fondo le dará un puente que le permita llegar sin sobresaltos a las elecciones legislativas -incluiría el último desembolso del programa que vence ahora-, Milei y Caputo proyectan un año electoral inmejorable. La primera apuesta es la profundización del rebote económico que mostró el tercer trimestre del año en relación al segundo, un crecimiento traccionado por el agronegocio que sumó un aumento del consumo (+4,6%) y de la inversión (+12%). La segunda es controlar el dólar para anclar la inflación anual al 30% y lograr la reducción de la pobreza vía el aumento en términos reales de la Asignación Universal por Hijo. Con eso, suponen, será más que sufiiciente para ganar las elecciones legislativas y presincidir por completo de Macri.
Bendecido por un año sin sequía, que se conjuga con un ruralismo domado, y con una ecuación energética favorable que se acentuó a partir de la construcción del gasoducto Nestor Kirchner, Milei espera cerrar el año con un superávit comercial que la consultora Abeceb de Dante Sica estima en 19.000 millones de dólares. Para Suramericana Visión, de Martin Guzman, la cifra puede ser la más alta de los últimos 30 años. Abeced estima que en 2025 las exportaciones van a seguir creciendo pero el superávit será menor -U$S 13.000 o 14.000 millones-, afectado por un aumento mayor de las importaciones (15% o más) en un contexto de crecimiento del 4% o 5%-, mayor apertura y un tipo de cambio todavía más apreciado. Con eso, sin embargo, el gobierno estima que puede cumplir su principal objetivo: cancelar la montaña de vencimientos de deuda que tiene con los acreedores externos.
Milei está al frente de un experimento que juega con fuego y decide no acumular reservas porque su principal objetivo es pagar la deuda. El gobierno está dispuesto a sacrificar su propia fortaleza y seguir en un estado evidente de fragilidad en el Banco Central en función de cumplir primero y antes que nada con los fondos de inversión de Wall Street.
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La economía real es otro mundo, que tiene más perdedores que ganadores. Pero la baja de la inflación tiene una incidencia determinante en el electorado fluctuante que se cansó de acumular fracasos. El economista Federico Pastrana hizo un análisis detallado de la baja del empleo en el tercer trimestre del año (de 7,6% a 6,9%), en relación al segundo. Los datos oficiales muestran que el trabajo registrado sin estacionalidad dejó de caer a partir de agosto, pero también que la creación del empleo es muy acotada: en 2 meses, apenas se crearon 13.000 puestos de los 178.000 perdidos (el 7% de lo que se destruyó). Pastrana advierte un cambio estructural que surge de la comparación interanual: cada vez hay menos trabajadores registrados, más cuentapropistas y más trabajadores no registrados, que ganan sueldos más bajos y pasaron de 35,8% a 36,7% del total en un año. A eso se suma el aumento del subempleo demandante, que subió de 6,8% a 8,1% en el último año: hay más gente que busca trabajo y/o trabajar más horas, pero no consigue. Detrás de los cambios en el empleo, está la crisis de los ingresos, una realidad que antecede a Milei pero el modelo actual viene a cristalizar: sueldos que no alcanzan y trabajadores pobres. También se ven datos de la desigualdad. La tasa de desempleo juvenil es más del doble que la general (14,9%) y en el 87% de los desocupados tiene una calificación baja, con profesionales que sufren mucho menos el impacto de la crisis.
En base a esos mismos datos del INDEC, el informe del Observatorio de la UCA estima que la pobreza bajó en el tercer trimestre del año hasta el 38,9%, lo que implicaría una cifra similar a la del tercer trimestre de 2023 y una baja con respecto al final del gobierno del Frente de Todos (44,9%). Lo mismo, sostiene el informe, pasó con la indigencia, que después de casi duplicarse en el primer semestre del año (18,1%), ahora estaría en 8,5%, por debajo de los datos del tercer trimestre 2023 (10%) y cuarto trimestre 2023 (13,8%). Una comparación que, de ser corroborada, reforzaría la propaganda de un Milei que dice haber venido a salvar a la Argentina del desastre.
El informe de la UCA coincide con los datos del gobierno y con los del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de La Plata. Si la tendencia se confirma, la explicación estaría en la baja de la inflación pero también en algo Cristina advirtió como política de Milei y va a contramano de lo que su aliado Sergio Massa hizo como ministro. La extrema derecha aumentó la Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar muy por encima de la inflación. En el caso de la AUH, el dato es contundente: Milei la llevó de los 20.661 pesos en que la había dejado el peronismo de la unidad en diciembre de 2023 a 93.281 pesos este diciembre, una suba de 351,5%.
El estallido de cada día
La realidad social no permite el exitismo de las fuerzas del cielo. Lo muestra el monitor de Barrios Populares, un informe todavía inédito que acaban de terminar la fundación Fundar y el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) que dirige el sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga. Basado en encuestas realizadas en los últimos meses con jóvenes de 16 a 24 años en seis barrios populares del AMBA, expone las dificultades que tienen para terminar el secundario a tiempo y conseguir empleos de calidad. Para ellos, dice el informe, la escalera de ascenso social está rota. Entre las razones, se menciona el bajo capital familiar, la segregación territorial y la falta de oportunidades laborales, en un contexto de pobreza y entornos con grandes desventajas.
El 80% de las familias de los encuestados complementa sus ingresos con programas sociales y transferencias. Similar al relevamiento del año 2023, la AUH es el programa social más frecuente y está presente en el 60% de los hogares. Además, el 57% de las familias recibe ayuda en forma de alimentos o mercadería y, en el 43% de los casos, algún miembro asiste a un comedor comunitario o recibe viandas de comida preparada.
El 22% de los jóvenes encuestados indicó que, en el último año, su hogar perdió algún beneficio o programa social y el 66% señaló que en el último mes tuvieron que reducir los gastos del hogar. El 35% relata una situación límite y dice que se vio obligado a ajustar en alimentos.
Así como Milei incrementó la AUH en términos reales desfinanció otros programas vitales. El 61% de los jóvenes que asiste a la escuela dice que hoy no recibe el programa Progresar, a pesar de que cumple con los requisitos para acceder. Es un dato que agrava el ajuste del 13% en términos reales que sufrió el programa en lo que va del año.
La investigación, que estuvo a cargo de la economista María Victoria Anauati y el sociólogo Gonzalo Elizondo, se basó en entrevistas con pibes de los barrios Kilómetro 13, de Quilmes Oeste; Villa Mitre y San Ambrosio, de San Miguel; Ejército de los Andes de Tres de Febrero; y Ciudad Oculta y Playón de Chacarita, en Ciudad de Buenos Aires. Los autores responden a la pregunta omnipresente: cuánto puede tardar esta situación en devenir en un estallido social. A nuestro juicio, dicen, hay familias que estallan todos los días.