La consagrada pianista Martha Argerich publicó un comunicado que cuestiona al gobierno nacional de Javier Milei por los despidos y la elminación de becas para fomentar el desarrollo cultural de la Argentina. En el mensaje advierte que "si el Estado no apoya y contribuye a la cultura, el futuro es realmente peligroso".
"Las autoridades del gobierno nacional de mi país decidieron interrumpir las Becas (que debieron comenzar en febrero de este año) y despidieron a esos, y otros profesores de las Orquestas Infantiles. De esta manera están privando a los jóvenes la oportunidad de tener un brillante futuro musical", escribió la pianista.
En el mensaje recordó que ella recibió ayuda del Estado cuando comenzó su carrera. Argerich había sido ayudada por el gobierno de Juan Domingo Perón y hoy es definida por el propio Teatro Colón como “la virtuosa literatura pianística de los siglos XIX y XX”.
"Yo misma he recibido el apoyo del Estado Argentino cuando era jovencita, y eso fue fundamental para mi formación y posterior carrera artística. Si el Estado no apoya y contribuye a la cultura, el futuro es realmente peligroso. Lamento profundamente que ahora muchos queden sin esa posibilidad. Sé que también están quitando el apoyo a numerosos espacios de la cultura. Si no se apoya a la cultura, el futuro de los niños y jóvenes, y de todo el pueblo, corre peligro", alertó.
Al final de la carta dejó abierta la posbilidad de que el gobierno de Javier Milei revea la situación: "Confío en que las autoridades vuelvan a pensar en continuar de alguna forma con estos programas".
El día que Marta Argerich fue ayudada por Perón
La pianista relató la escena con el presidente Perón cuando aún no había despuntado su carrera musical y recibió la ayuda del Estado argentino. En un encuentro en el que estuvo además su madre, la música dialogó con el jefe de Estado que atendió a sus pedidos y colaboró en que pueda estadiar en Viena.
“Yo tenía un poco más de 12 años, había tocado en el Teatro Colón y Perón me había dado una cita en la residencia presidencial. Mamá preguntó si podía acompañarme y le dijeron que sí, por supuesto. Yo no era muy peronista; me acuerdo de que siempre estaba pegando por todos lados papelitos que decían “Balbín-Frondizi”. Fue muy agradable, él era muy encantador, era simpatiquísimo y entendía mucho a la gente, tenía mucha empatía. En cierto momento mi mamá le dijo: 'Estaría bien si Marthita fuera a tocar para el concierto de la Unión de Estudiantes Secundarios, la UES'. Él me miró y vio que yo puse una cara de que no quería. Entonces por debajo de la mesa me hizo 'no' con un gesto y a mi mamá le dijo: ‘Claro, por supuesto, señora'. Se dio cuenta de que yo no quería. Después me preguntó: '¿Dónde querés ir, ñatita?'. Entonces le dije que quería ir a Viena", rememoró.