Un supuesto recorre las tribunas especializadas en economía: en caso de que Donald Trump gane las próximas elecciones generales que tendrán lugar en Estados Unidos de América el próximo 5 de noviembre del año 2024, esa administración promoverá la asignación de fondos extraordinarios para que la República Argentina pueda normalizar su política cambiaria y reducir así todos los controles de cambio actualmente existentes en lo que se conoce tradicionalmente como el cepo cambiario. Estamos en lo que coloquialmente se llama el "Plan Aguantar", tal como lo ha expresado explícitamente el exvicepresidente Carlos Ruckauf: “Un triunfo de Trump cambia absolutamente la economía y la política mundial, él se ha comprometido con Milei para que llegue el dinero a la Argentina para poder sacar el cepo y bajar los impuestos".
Hay una notoria similitud actitudinal entre Donald Trump y Javier Milei, que se manifestó en un caluroso abrazo que tuvieron en el viaje que este último hizo a los Estados Unidos de América en febrero pasado. Y que también puede señalarse respecto de algunas ideas de las plataformas políticas del Partido Republicano y de la formación política La Libertad Avanza. Pero también hay diferencias importantes. La plataforma política republicana no está inspirada ni en la escuela austriaca ni en la influencia de la polémica autora ruso estadounidense Ayn Rand, y de hecho en las elecciones presidenciales de Estados Unidos se ha presentado regularmente un Partido Libertario, que afirma una plataforma de política económica estrictamente austriaca y que ha hecho una oposición bastante severa a los dos partidos tradicionales estadounidenses. Un punto de diferencia fundamental entre ambas plataformas de política económica es la concepción del comercio internacional.
La agenda que propone Donald Trump es claramente neoproteccionista, y favorece medidas de política industrial que subsidien la repatriación de industrias básicas en los Estados Unidos de América, las que previamente habían instalado sus plantas industriales en las naciones asiáticas. Al mismo tiempo apoya la imposición de barreras arancelarias, inclusive muy severas, para productos que compitan con la producción estadounidense. Esto es un tema central de la llamada iniciativa " hagamos América grande nuevamente" (o como se conoce en inglés la sigla MAGA por Make American Grate Again). Por otro lado, la concepción republicana en general no es hostil al gasto militar que en Estados Unidos de América tiene un rol fundamental en el subsidio de todo un sistema de empresas que se conoce como el Complejo Militar Industrial, empresas que básicamente no producen nada para el mercado civil y son receptoras de inmensos contratos para la producción de armamento.
MÁS INFO
La plataforma político económica vagamente enunciada por Donald Trump para las próximas elecciones incluye una baja de impuestos y una promesa de baja del costo de la energía para las familias. Ello supone menos recursos para los planes de desarrollo internacional que financia el gobierno de Estados Unidos, y menos recursos para la integración de la cuota que le corresponde en el Fondo Monetario Internacional.
Pero además, si los Estados Unidos de América inicia una política agresiva de exportaciones, allí hay una colusión inevitable entre la economía estadounidense y la economía argentina en tanto Estados Unidos de América es el principal exportador de gas natural licuado y el principal exportador del complejo cerealero y sojero, con lo cual lejos de haber una colaboración importante, nos encontraríamos en competencias asimétricas en tanto la capacidad estadounidense para proveer financiación a largo plazo y para subsidiar esa producción es muy superior a la capacidad argentina.
El resultado de las próximas elecciones estadounidenses está abierto, dado el particular sistema electoral que este país tiene, con colegio electoral y elección de diputados por circunscripción uninominal, lo que implica que las encuestas de intención de voto sean prácticamente inútiles para poder pronosticar con algún mínimo de acierto qué sucederá.
Pero sea el resultado que sea, ninguno de los partidos políticos tradicionales estadounidenses plantea una revisión radical del proyecto de hegemonía unilateral que Estados Unidos ha aplicado sistemáticamente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Por consiguiente, con cualquiera de ambas administraciones, cualquier colaboración de política económica o de votos afirmativos en algún organismo multilateral de créditos, estará atado inevitablemente a contraprestaciones políticas de apoyo incondicional y subordinación a esa pretensión hegemónica. Y cualquiera de ambas administraciones va a cuidar muy celosamente a la comunidad de negocios y financiera estadounidense en sus inversiones y conflictos sobre contratos que haya con la República Argentina, que superan juicios y contenciosos por más de 20.000 millones de dólares.
Dado el cuadro de situación precedente, es muy difícil pensar que los Estados Unidos de América nos dará algo más que un apoyo moral y que cambie significativamente sus líneas de política económica exterior sea cual sea la administración que se haga cargo. Y en todo caso una administración republicana con Donald Trump presidente, sería más hostil a la Argentina en la medida que la iniciativa MAGA supone una preferencia por el mercado y la producción local estadounidense.
Por consiguiente, el llamado coloquialmente Plan Aguantar, no parece ser más que otro espejismo nebuloso en el cual se navega con una política económica incierta y con un futuro inquietante.