En un almuerzo, el PRO discutirá e intentará resolver la interna entre los que gobiernan y los que no gobiernan. Una pelea que estalló públicamente tras el operativo de seguridad dispuesto por Horacio Rodríguez Larreta en las puertas de la casa de Cristina Kirchner el sábado. Después de una represión, el jefe de Gobierno tuvo que quitar las vallas dispuestas y Patricia Bullrich, la halcona presidenciable, lo tildó de falto de carácter. Los cruces públicos no mostraron señales de retroceso por parte de ninguno de los dos bandos y, tras algunos llamados post escándalo, compartirán mesa.
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El almuerzo había sido convocado la semana pasada, antes del estallido, por el propio Mauricio Macri. El domingo y el lunes, en las filas PRO se vivieron momentos de ansiedad a la espera de un enojo del ex presidente, por teléfono, después del internismo público entre Larreta y Bullrich. Pero estuvo ausente, no se pronunció y eso llamó la atención. Lo hará cara a cara en una comida que, en la previa, se anticipó como picante. Según confirmaron fuentes de ambas tribus a El Destape, estarán presentes los dos grandes protagonistas de la contienda con una previa provocativa. El jefe de Gobierno visitó y se sacó fotos con policías de la Ciudad a quienes les manifestó su "orgullo" por el accionar del fin de semana.
Si bien Macri ya se mostró mucho más cercano a las posiciones extremas, una de sus grandes premisas 2022 es la unidad. No disputar candidaturas antes de tiempo, reconocer que los nombres no son importantes, y generar un armado lo suficientemente sólido, con contenido, para retornar a la Casa Rosada con un plan de gobierno, sin la improvisación desplegada en su mandato.
Sin embargo, la interna entre halcones y pseudo palomas, lejos de calmarse, seguramente se intensificará con el paso del tiempo. La gran incógnita es si será pública o si se dará puertas adentro, sin sembrar la posibilidad de un quiebre. El evento del fin de semana dejó esa sospecha en el aire. En las filas larretistas, en medio de la bronca, se llegó a hablar de la ruptura de un marco de pertenencia a un mismo espacio pese a las diferencias. Minutos después, arrancó el pedido de unidad en redes sociales y, también, una lluvia de dardos contra la presidenta del PRO por ser “funcional” al kirchnerismo.
El encuentro dirigencial intentará ponerle un punto final a las discusiones pese a que, en las horas previas, no se avizoró ninguna marcha atrás por parte de los actores. Para Bullrich, sus dichos reflejan las ideas que, según ella, son necesarias para gobernar un país: el coraje, la falta de miedo y el mantenimiento de la firmeza. Por lo tanto, ella no detectaría la existencia de un conflicto con Larreta, sino dos posturas diferentes. En su análisis, los resultados del operativo represivo erosionaron el carácter de su partido porque, si se ponen vallas, no se pueden sacar. Según los halcones, al jefe de Gobierno lo pasaron por encima pero, al tener al kirchnerismo enfrente, fue necesaria la simulación de una unidad en defensa propia, aunque duró poco.
Al larretismo le molestó el “oportunismo” político de la ex ministra de Seguridad de Macri porque, mientras Horacio gobierna, ella opina libremente desde un estudio de televisión. No es lo mismo tener responsabilidad de gestión que tuitear desde el sillón de la casa. Ese sería el nudo central del enojo y del operativo clamor que se desplegó en redes sociales el domingo.
La oleada de tuits fue pedida desde el Gobierno porteño y también tuvo su cuota de espontaneidad, con un resultado que dejó conforme a la Ciudad porque no se acotó a la noche del domingo sino que continuó el lunes con el acompañamiento no sólo del larretismo sino también de la Coalición Cívica, que se metió de lleno en la interna de un partido ajeno.
María Eugenia Vidal fue una de las grandes ausentes en la tuiteada pero participó de la conferencia de prensa del sábado a la noche, en primera fila. Emmanuel Ferrario, legislador porteño, pudo haber funcionado como una suerte de vocero de la ex gobernadora. Diego Santilli, candidato de Larreta, hizo ambas. Foto presencial y demostración en redes sociales. Sorprendió la defensa activa de la Coalición Cívica con la salida pública de diputados nacionales y locales, previo a un comunicado impulsado por la propia Elisa Carrió.
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Para los lilitos, no se trató de una intromisión en una interna por fuera de sus fronteras sino un apoyo a las decisiones del Gobierno porteño, con el que mantienen una muy buena relación. De hecho, hace casi tres semanas, Carrió protagonizó un cruce feroz con Bullrich cuando la líder de la Coalición Cívica apuntó a dirigentes propios por presuntos vínculos con Sergio Massa durante la gestión Cambiemos. La presidenta del PRO le advirtió que ya no le dejaría pasar bombas sin pruebas y le puso fin a la impunidad tácita de la que goza, filas adentro, la ex diputada.
Los que no participaron masivamente de la disputa amarilla fueron los radicales, que después de haber adoptado una actitud de fortaleza frente al macrismo, se mantuvieron distantes de un problema de otros. De hecho, las mujeres de la UCR salieron con una campaña por el “no a la violencia” en las redes. Un mensaje destinado más que nada al Gobierno nacional pero, también, a la grieta. Al no ser “furgón de cola” PRO, buscaron el bajo perfil, aunque Martín Lousteau también apoyó con su presencia en la conferencia de prensa.
La incógnita, aún no resulta, es hasta dónde escalará el conflicto dentro del PRO. Jorge Macri se mostró partidaro de una interna cerrada, sin ventilaciones innecesarias, pero nunca consiguió el quórum para implementarla. Ahora, la discusión podría tomar otra dimensión. El ministro de Gobierno quedó en un lugar incómodo. Se enteró de la decisión porteña cuando las vallas ya habían sido puestas. Después, tuvo que encarar una visita judicial para interiorizarse de los resultados de la represión, una reunión con dirigentes del Frente de Todos a nivel nacional para buscar una solución y, como broche de oro, la participación en la foto de unidad del sábado, gestionada para no dejar a Larreta en soledad. Tal vez estos episodios molestos hicieron que su banca en redes sociales, en medio de la interna, sea destacada en Uspallata.
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El operativo de seguridad en la casa de Cristina siguió, pese al paso de las horas, en el centro de la política porteña y opositora con seguimientos muy cercanos de la situación. El miércoles está agendada una nueva audiencia entre Marcelo D'Alessandro, ministro de Seguridad porteño, y Aníbal Fernández, su par de Nación, para poner posturas en común. En la noche del lunes, la Ciudad había decidido continuar con el despliegue pese a la orden del juez Roberto Gallardo de frenar "con la ejecución de cualquier operatoria policial directa o indirectamente vinculada con la custodia" de CFK, su familia o casa. La letra chica: no incluye el perímetro dispuesto para la prevención general. Poco después de esta explicación brindada a El Destape, el jefe de Gabinete de la CABA, Felipe Miguel, informó que su administración "va a apelar el absurdo fallo del juez Gallardo y lo va a recusar".
En medio del escándalo cruzado, dentro de las filas cambiemitas se llegó a especular con el futuro de una alianza cascoteada por sus principales referentes. Pero, también, el supuesto convencimiento de que habrá unidad por la conveniencia electoral y la posibilidad de poder. Juntos, mejor que separados para enfrentar al kirchnerismo, retener o ganar distritos. Así como el Frente de Todos sobrevivió a los huracanes, también lo haría Cambiemos.
Lo que quedó en claro, es que el PRO presentará dos modelos diferentes para las elecciones y que, hoy por hoy, el escenario de interna entre halcones y pseudo palomas sigue en el mapa de posibilidades concretas. Larreta buscó mandar un mensaje a las filas amarillas, quedó rengo frente a un núcleo duro que lo sigue de cerca pero, según un análisis interno, la estrategia fue acertada para el electorado blando y de centro. Una pizca de violencia y una pizca de diálogo, de buscar una alternativa diferente para resolver un conflicto.
El impacto en el escenario electoral aún es incierto. A casi un año de las PASO 2023, el temblor podría quedar como una anécdota o cambiar una perspectiva cómoda pero no asegurada para las elecciones. En las últimas semanas, se multiplicaron las voces de alarma dentro de la alianza, aquéllas que señalan que los comicios no están ganados sólo por ser la opción contraria al kirchnerismo.
El almuerzo PRO llegará, una vez más, horas después de una crisis que hizo tambalear a Juntos por el Cambio. La última comida había sido después del huracán Carrió, cuando la líder de la Coalición Cívica ventiló supuestas relaciones entre dirigentes de Cambiemos y Sergio Massa, durante la gestión anterior. Un planteo que se resumió en “panrepublicanismo” versus “panperonismo”, apoyado, desde las sombras, por el propio Mauricio Macri.
Para degustar el menú ejecutivo de Happening, en Costanera Norte, fueron convocados Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Jorge Macri, Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Fernando de Andreis, Diego Santilli, Cristian Ritondo, Humberto Schiavoni y Federico Pinedo que estaría ausente por un compromiso personal previo.